Bankinter tiene 500 millones de pérdidas en deuda pública y Unicaja 1.700: ¿Qué ha pasado aquí?
La gestión del banco andaluz se centró en las inversiones fáciles en vez de en la labor comercial
Esta semana, OKDIARIO ha revelado que el Banco Sabadell ha desistido de comprar Unicaja Banco (al menos de momento) por las pérdidas latentes que tiene en su cartera de deuda pública, que alcanzan unos 1.700 millones. Por comparación, un banco un poco más grande, Bankinter, sólo pierde 500 millones. ¿Qué ha pasado aquí?
Antes de nada, hay que advertir que fue el propio BCE el que incentivó a las entidades a llenar las alforjas de bonos del Tesoro porque quería inyectar como fuera liquidez a la economía para evitar una recesión ya antes de la pandemia. Y como no había demanda del sector privado, ese dinero fue a parar mayoritariamente a los Estados mediante la compra de deuda pública.
Con la subida de los tipos de interés, el precio de los bonos ha caído con fuerza (se mueve a la inversa), provocando pérdidas en esos activos. Unas pérdidas que no deben llevar a resultados porque los bancos las tienen en las carteras a vencimiento (si mantienen los títulos hasta que venzan, recuperan el 100% de lo invertido). Pero ahora, encima, el BCE está considerando imponerles un colchón adicional de capital por esas minusvalías, como también ha adelantado este medio. «Llenas la casa de pólvora y ahora echas una cerilla», comenta gráficamente una fuente del sector.
A setas o a Rolex
Pero unos bancos compraron más deuda pública que otros, como queda claro en la enorme diferencia entre Bankinter (que tiene 108.000 millones de balance total) y Unicaja (97.000). Aquí entramos en la forma de gestionar cada entidad. Los bancos deben buscar la máxima rentabilidad y eficiencia, algo que se puede conseguir por diversas vías. Una, más trabajosa, es una labor comercial que capte clientes, que les ofrezca buenos productos y que les cuide. Otra, más cómoda, es invertir el dinero en activos como bonos y acciones, y esperar que ofrezcan esa rentabilidad.
Todas las entidades practican una mezcla de ambas (y de otras actividades como el trading y el asesoramiento en fusiones y adquisiciones o emisiones de bonos de empresas), pero en distintas proporciones. Y en el caso de Unicaja, parece claro que se inclinó por la vía más cómoda en mucho mayor medida que el resto.
Algo que se explica, al menos en parte por la cruenta guerra de poder en que ha estado embarcada prácticamente desde que se fusionó con Liberbank. Si el objetivo principal de los gestores de una entidad es cargarse al rival, no ponen la atención necesaria en el negocio. No se puede estar a la vez a setas y a Rolex, como el chiste.
Las cifran cantan
La semana pasada, el nuevo consejero delegado, Isidro Rubiales (mano derecha del presidente, Manuel Azuaga), se estrenó en público en las jornadas financieras de KPMG. Y se enfadó mucho cuando le sugirieron que el banco había estado parado y que ahora tenía la tarea de reactivarlo: «El banco no ha estado paralizado. El ruido mediático muchas veces confunde y no permite poner en valor las cosas que se hacen. Hemos hecho la integración tecnológica, hemos homogeneizado las políticas comerciales, los precios, la gestión de riesgos y las alianzas, y nos hemos desprendido de activos irregulares».
Aparte de echar la culpa a los medios -matar al mensajero-, no dijo una palabra de captación de clientes, de crecimiento, de cuota de mercado, de productos… Las cifras cantan: al cierre del primer semestre, Unicaja había perdido 17.500 millones de activo, que se dice pronto, respecto a junio de 2022.
Por el contrario, la CEO de Bankinter, María Dolores Dancausa, sí se explayó largo y tendido el jueves sobre clientes, captación de ahorro, nuevo crédito, nuevos productos, etc. Con este enfoque, no es de extrañar que la ratio de eficiencia (lo que un banco tiene que gastar para ganar 100 euros, cuanto más baja mejor) de Bankinter sea del 31% y la de Unicaja, del 48%. De nuevo, las cifras no engañan.
Control político
Y tampoco es de extrañar que, con tamañas pérdidas en la deuda pública, el Sabadell haya preferido dejar pasar la oportunidad de comprar Unicaja. Porque en una fusión sí que hay que aflorar esas pérdidas latentes, que se comen el capital. Tampoco la cúpula de la entidad malagueña quería la operación, pero no por los números (ya sería raro), sino por mantener el control político sobre la entidad en Andalucía y por no sufrir el coste social el ERE que habría que acometer (y que será inevitable tarde o temprano aunque siga en solitario).
Hablando de control político, ¿se acuerdan del famoso MoU (memorándum de entendimiento) que nos hizo firmar la UE para el rescate financiero? Tras el derrumbe de las cajas de ahorros, las obligaba a convertirse en bancos y a que las fundaciones que los controlan fueran minoritarias en el capital para evitar el control político. Pues ahí tenemos a Unicaja. O peor aún, a Kutxabank, el cortijo del PNV y, quizá, en el futuro de Bildu.
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