Economía
Opinión

Afiliación y paro registrado: hay mar de fondo

La cuestión básica del mercado de trabajo sigue siendo la misma que en los últimos meses: su evolución es demasiado buena para el estado general de la economía y las amenazas que penden sobre ella.

En efecto, el número de afiliados creció en diciembre 2,4% interanual y el de parados registrados bajó 8,6%. Es cierto que el incremento del empleo de diciembre, cuando se lo compara con noviembre, fue el menor en 10 años. Es cierto también que el incremento interanual de 2,4% es el más suave en 21 meses. Aun así, es demasiado bueno.

Es demasiado bueno para un contexto, por ejemplo, en que la inflación y los tipos de interés carcomen las rentas familiares y los márgenes empresariales, al mismo tiempo que dificultan la inversión. Más aún cuando sabemos que los tipos de interés seguirán al alza y el Banco Central Europeo (que es el verdadero culpable del desastre inflacionario que sufrimos) admite que la inflación superará su objetivo (2%) al menos hasta 2025. De ahí que lo razonable sea esperar que las familias sigan perdiendo poder de compra, lo que a su vez debería potenciar las dificultades de las empresas.

De momento, los problemas visibles en el empleo se limitan al sector primario (17 meses seguidos destruyendo empleo), el servicio doméstico (13 meses perdiendo ocupados) y Finanzas y seguros (41 meses consecutivos en tal situación; hoy trabaja en ese sector un 15% menos de personas que hace 20 años). Además, el empleo autónomo no ha crecido en 2022.

Pero no podemos olvidar que hay 1,6 millones de subocupados (quieren trabajar más horas, pero no encuentran donde), 525.000 fijos-discontinuos trabajando y 501.400 pluriempleados. Estos tres grupos suman 2,6 millones de personas que, aunque trabajan, puede considerarse que tienen problemas laborales. Si agregamos los 3,5 millones de temporales, superamos los 6 millones.

En el caso del paro, la “definición restringida” que utiliza el gobierno muestra una caída interanual de 8,6%. En diciembre se contaron 2,84 millones de parados, que son 268.300 menos que un año antes. Para tener una idea más precisa de la realidad del paro, habría que sumar, como mínimo a 471.700 personas que tampoco trabajan, pero el gobierno no cuenta como parados porque tienen “disponibilidad limitada”, o bien son parados que cursan FP, entre otras situaciones. Usando esa “definición ampliada”, llegamos a 3,3 millones de parados, con una caída interanual de 8,1%.

Pero hay más: 20.600 asalariados están en ERTE y alrededor de 200.000 fijos-discontinuos no están trabajando (si tuvieran un contrato temporal caducado, contarían como parados; como ahora son “fijos-discontinuos”, se cuentan como “demandantes ocupados”; en eso consiste la “magia” de la reforma laboral para bajar el paro y la temporalidad).

Por lo tanto, llegamos a un total de más de 3,5 millones de personas que no trabajan (un 24% más que la “definición restringida” de paro registrado), por lo que podemos decir que el gobierno “se olvida” de contar a 1 de cada 5 parados.

Si sumamos los ocupados con problemas laborales y los parados que surgen de la “definición amplia”, es evidente que la situación está lejos de ser satisfactoria. Y eso que todavía no se hicieron sentir plenamente los efectos del empeoramiento del contexto económico.

Las cifras globales, entonces, parecen buenas. Un análisis más profundo nos muestra que hay “mar de fondo” en el mercado de trabajo.