Champions: Olympiacos-Real Madrid

Mbappé deshace la cama

Un espectacular póker de Mbappé da una victoria sufridísima al Real Madrid ante un Olympiacos que nunca se rindió

Xabi Alonso dispuso un once de circunstancias lleno de bajas en defensa y los blancos acabaron pidiendo la hora

olympiacos real madrid
El Real Madrid se impuso 3-4 a Olympiacos.

Mbappé vio que la cama para Xabi Alonso estaba lista. Tenía el embozo hecho, el nórdico por debajo, los almohadones ahuecados y una mantita doblada a los pies. A Kylian no le gustó lo que vio, así que llegó y la deshizo con tres goles en menos de siete minutos que remontaron un partido que al Real Madrid se le había puesto en japonés. Marcó primero Olympiacos nada más empezar, lo mismo que haría tras el descanso para acortar distancias. Pero otra vez Mbappé levantó la mano para hacer el cuarto y sentenciar el duelo. Sufrió el Madrid en los minutos finales después de que Olympiacos lograra el 3-4 pero los blancos resistieron y se llevaron una victoria trabajada y, para su entrenador, balsámica.

Damocles recibió a Xabi Alonso en Grecia. No estábamos en Siracusa sino en Atenas pero la espada que pendía sobre la cabeza del entrenador del Real Madrid era la misma que tuvo que soportar el cortesano de Darío II. Fin de la lección de historia. Vamos al fútbol. Llegaban los blancos al Georgios Karaiskakis, estadio de Olympiacos con menos defensa que Mazón la tarde de El Ventorro. Faltaban Courtois, Carvajal, Militao, Huijsen y Militao a quienes se unió a última hora Bellingham con una sobrecarga para sumar otra pulga al perro flaco de Xabi.

Al entrenador del Real Madrid no le quedaba más que improvisar para componer una alineación, sobre todo en la defensa. A Lunin, que se estrenaba en la era Xabi, le escoltaba un cuarteto que perfectamente podría ser El escuadrón suicida: Trent, Asencio, Carreras y Mendy. Sí, Mendy que, como Teruel, también existe, aunque lleve más de siete meses sin jugar un partido. Por delante la cosa tampoco mejoraba demasiado con Tchouaméni y Camavinga. Luego se iba aclarando el panorama con las tres mediapuntas: Fede Valverde, dispuesto a que no le adelantara el árbitro en el repliegue, Güler, un turco en Grecia, y Vinicius, otra vez titular. Arriba, claro está, Mbappé.

Enfrente el Olympiacos de Mendilibar, anfitrión ateniense en un país donde jamás había ganado el Real Madrid. Víctima propiciatoria y pescador en río revuelto. Esta vez los jugadores de Xabi Alonso saltaron al césped con la bragueta subida. Y bien pudo Vinicius abrir el marcador a los dos minutos pero su galopada individual (con orejeras) la abortó el meta Tzolakis con una buena parada a mano cambiada.

Mbappé remonta el susto

Fue un espejismo porque el Real Madrid era un perro flaco. Flaquísimo. El Mario Vaquerizo de los perros. Famélico. Tanto que tres jugadores de Olympiacos trazaron en la frontal del área una jugada de paredes a un toque que ni el Brasil del 70. La finalizó Chiquinho con un disparo seco, violento y raso ante el que Lunin, que reaccionó un pelín tarde, no pudo hacer nada. El Karaiskakis, que bullía desde el inicio, estalló con el 1-0.

Y la cosa pudo haberse puesto peor para el Real Madrid porque Camavinga tuvo un despiste de esos que tiene cada cuarto de hora para dejar solito a Chiquinho ante Lunin, que respondió con una buena mano. Menos mal para estas cosas que se suele cumplir la ley del fútbol. Camavinga para Vinicius, que filtró un buen pase de exterior para Mbappé, que tocó su primer balón en el partido, aceleró, esquivó a dos defensas y batió por bajo a Tzolakis para igualar el duelo.

Y dos minutos (bueno, 121 segundos) después cayó el segundo. Esta vez la jugada fue por la derecha y la cocinaron entre Trent y Güler, que levantó la cabeza y centró al área como si fuera Beckham. Allí emergió Mbappé para suspenderse en el área, girar la cabeza y hacer el segundo como si fuera Cristiano Ronaldo. Siete goles en cinco partidos.

Digo ocho. Porque en el 28 Mbappé aprovechó un buen pase filtrado por Camavinga para desmarcarse, esquivar el fuera de juego por media pierna (esta vez a su favor) y batir con suavidad y sutileza al portero de Olympiacos en su media salida. El tercero desató al Real Madrid, que se puso a presionar y a tocar. Y así llegó el cuarto. Mbappé se asoció con Vinicius, que se la jugó en solitario en el pico del área para hacer un golazo. Lo marcó pero el VAR se lo arrebató por un fuera de juego milimétrico de Kylian en el origen de la jugada.

Se gusta el Madrid

El partido ya no era un suplicio para el Real Madrid. Camavinga y Vinicius habían crecido muchísimo, igual que Tchouaméni que tuvo el cuarto en el 35. Se interpuso el larguero en su disparo bombeado desde la frontal. Sólo Trent y Fede Valverde seguían planos y grises como las aceras de La Castellana. Olympiacos dejaba el mar Egeo a la espalda de su defensa y eso era una bendición para que navegaran Vinicius y Mbappé como dos planeadoras.

Al filo del descanso tuvo Vini el cuarto pero su vaselina final lamió por fuera el larguero. También Lunin tuvo su protagonismo con un paradón a un cabezazo de El Kaabi al filo del descanso. Al que nos fuimos con la victoria del Real Madrid por 1-3 después del gol inicial del Olympiacos. Del que regresamos con un cambio realizado por Xabi Alonso en el descanso: Ceballos por el amonestado Camavinga. Con el utrerano al comando, el Madrid comenzó a tener más balón. Y más ocasiones, como la que se le escapó a Vinicius por centímetros en el 47.

Eso sí, como la defensa del Real Madrid tenía más fugas que una cárcel sin vallas pues Olympiacos acortó distancias en el 52. El gol reflejó la endeblez defensiva del equipo de Xabi Alonso. Centró solito Hezze y remató más solo todavía Taremi para hacer el 2-3. El Madrid esta vez no se encogió sino que se fue arriba. Pudo haber logrado Vinicius en 2-4 tras una buena maniobra individual que abortó Tzolakis con una buena salida a los pies.

Xabi Alonso llamó a filas al sobrecargado Bellingham, que entró por Güler. Pero Vinicius, que acaba de avisar, volvió a galopar en el xx, sentó al rival a campo abierto y la puso al área donde emergió entre los centrales Mbappé para meter la punterita y con ella el cuarto. El cuarto suyo y el cuarto del Real Madrid. Era la primera vez en su carrera que Kylian marcaba cuatro goles en un partido de Champions.

Angustia final

Al Real Madrid le tocaba guardar la ropa. Xabi Alonso metió a Brahim por Asencio en un cambio que mandaba a Tchouaméni al centro de la defensa y a Bellingham con Ceballos al mediocentro. A Mbappé se le ponía el partido de cara para lograr el quinto gol, algo que nadie había hecho en la Copa de Europa con la camiseta del Madrid, pero estaba más generoso que nunca.

Y lo que acabaría llegando fue el tercero de Olympiacos. Otra charlotada de la defensa del Real Madrid, especialmente de Trent, que ni bajó y obligó a todos a descolocarse. Lo acabó marcando de cabeza El Kaabi para volver a poner el partido en el alambre. Los de Mendilibar comenzaron a apretar con el enfervorizado Karaiskakis otra vez bullendo.

Los minutos finales fueron un suplicio para el Real Madrid. Los blancos, sin Tchouaméni, perdieron la batalla del centro del campo y cualquier pelota al área helaba el corazón del madridismo. Strefezza en el 86 disparó desde lejos y su lanzamiento lamió por fuera el palo derecho de Lunin. El sufrimiento del equipo de Xabi Alonso fue infinito. Se fue Vinicius, entró Fran García, apretó la grada, resistió el Madrid, pasaron lentísimos los minutos y los blancos, lastrados por las bajas atrás, abrocharon una victoria sufridísima gracias a la colosal actuación Mbappé, que dio el triunfo a su equipo y, de paso, permitió dormir tranquilo a su entrenador. Pero en su cama, no en la que alguno le había preparado.

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