Gran Premio de Australia

Verstappen triunfa en el caos y Alonso se queda a vivir en el podio

Verstappen Alonso
Podio del Gran Premio de Australia. (Getty)
Guillermo Sáez

Max Verstappen es más líder del Mundial de Fórmula 1 tras apuntarse la victoria en el caótico Gran Premio de Australia por delante de Lewis Hamilton y Fernando Alonso. Tercer podio del piloto español en tres carreras con Aston Martin y ya van 101 en su carrera. Impresionante. Justo por detrás debía finalizar Carlos Sainz, pero la FIA le castigó con dureza, le sacó de la zona de puntos y confirmó el descalabro total de Ferrari. Desenlace de contrastes para los españoles tras una carrera enloquecida con cuatro salidas distintas y dos horas y media de frenética actividad.

Todas las batallas vividas durante 56 vueltas en Melbourne Park quedaron en papel mojado por una bandera roja que provocó una carrera final de tan solo dos giros. Quedaban 16 supervivientes saliendo en parado por tercera vez. Asomó el drama cuando Sainz echó de pista a Alonso, pero la salida fue anulada y eso salvó el podio del asturiano. La cruz fue para el madrileño, que fue sancionado con cinco segundos y se descalabró en la clasificación final, ya que todos los pilotos llegaron lógicamente agrupados. Duodécimo y último.

El inicio de la carrera ya fue caótico, un sálvese quien pueda que dejó bajas ilustres y convirtió la jornada en un ejercicio marcial de resistencia. Después de siete vueltas ya se habían visto dos coches de seguridad y una bandera roja. Casi nada. El primero en despedirse fue Leclerc, que se fue a la grava después de tocarse con Stroll. Vaya añito lleva el monegasco y lo de echar balones fuera ya no va a colar en Maranello

Por delante, los Mercedes se tiraron a la yugular de Verstappen, sorprendido en la salida. Russell y Hamilton al frente en las primeras vueltas y en Mercedes revivieron sus años más dorados, aunque solo fuera un pequeño espejismo. Casi enano. Albon se estrelló contra las protecciones en la vuelta 7 y provocó una bandera roja fatal para Russell y Sainz, que cayeron a las posiciones séptima y undécima por pura mala suerte, ya que entraron a cambiar neumáticos antes que sus rivales.

Festival de banderas rojas

Todos los coches a ‘boxes’ y carrera nueva. 50 vueltas de pura gestión de neumáticos, ya que todos montaron duros con la intención de llegar hasta la bandera de cuadros sin volver a parar. Del caos se pasaba al puro cálculo. Hamilton empezaba al frente, pero enseguida le pasó el Red Bull de Verstappen en modo avión. Allá se fue el holandés, intocable, hacia una nueva victoria. Es una pena que su coche sea tan superior porque la pelea está preciosa entre el resto de escuderías.

En la vuelta 18, Russell confirmó que le había mirado una pandilla de tuertos y su Mercedes se incendió. El salto de su coche era muy grande y lo pagó con la fiabilidad, la moneda de cambio habitual en estos casos, y un aviso importante para Hamilton, que seguía segundo por delante de Alonso y Sainz. El madrileño venía con el cuchillo entre los dientes y su Ferrari por fin brillaba.

A falta de 20 vueltas, y con Verstappen fuera de la ecuación, la batalla real era por las otras dos posiciones del podio y los españoles cotizaban fuerte, ya que iban pisándole los talones a Hamilton, pero es que Gasly y Stroll también venían pegados. Tremendo trenecito, que viva el DRS. Todos mejoraban sus tiempos a la vez, la batalla ya era a tumba abierta y los neumáticos eran las grandes víctimas potenciales. Se instaló una calma tensa antes de la pelea final. Y qué pelea…

Máximo suspense

En cuanto sonó la campana, Alonso se lanzó a por Hamilton. Tenía 10 vueltas por delante para superar a su viejo rival, que apenas le sacaba un segundo de ventaja. El asturiano tenía el podio casi en la mano, pero quería más. Es un lobo que ha pasado infinidad de penurias y de repente vuelve a ver el campo lleno de presas, pero delante tenía otro animal de su misma especie que no vendería cara su piel.

El último golpe a la coctelera lo provocó Kevin Magnussen con la avería de su Haas, la consecuente bandera amarilla… ¡y otra bandera roja! Todo lo hecho hasta el momento daba exactamente igual: se disputaría una mini carrera final de ¡dos vueltas! Locura máxima, inconcebible ni en el sueño más húmedo de Liberty Media… El orden de salida era: Verstappen, Hamilton, Alonso, Sainz, Gasly, Stroll y Pérez.

Y claro, se desató el apocalipsis. Sainz echó fuera a Alonso, los Alpine se estrellaron entre ellos, más pilotos clavados sobre la grava… Solo Verstappen y Hamilton salieron indemnes de la escabechina. Otra vez bandera roja y, al no haberse completado el primer sector del circuito, la FIA anunció que se relanzaba la carrera por cuarta vez, pero esta vez con coche de seguridad. Sainz fue el gran damnificado. Ya no hubo más sustos en una de las carreras más increíbles que se recuerdan en la Fórmula 1.

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