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Adiós a Quino Salvo, un mito del baloncesto español

Trasladémonos en el tiempo a febrero de 2016 al pabellón de Pisuerga de Valladolid. Pabellón de un equipo histórico, el C.B Valladolid, pabellón de un equipo que albergó partidos de jugadores internacionales como Arvydas Sabonis, Óscar Schmidt, y nacionales como Lalo García o Quino Salvo. Este último, tristemente fallecido hoy a los 58 años, pisó este pabellón por última vez para ser homenajeado por su público.

Valladolid actualmente paga los excesos del pasado y tiene un equipo en tercera división con probabilidades de descender. Esa semana la ilusión vintage haría llenar más ese pabellón, tocaba homenajear al maestro, un líder que recordaba a tiempos mejores, Quino Salvo, el cual pasaba una mala etapa en la lucha contra el cáncer. En el descanso del equipo local con el Aceitunas Fragata Morón se haría el silencio.

Unánimemente los vallisoletanos se levantaron y empezaron a aplaudir a su antiguo jugador. No fueron los únicos, equipos como el Obradoiro o el CB Sevilla, y leyendas del baloncesto como Juan Antonio Corbalán, Alfonso Reyes o Josep María Margall se quisieron unir este día a la ciudad vallisoletana. Este aplauso se alargará en la conciencia de la familia hasta el que se dio en la Copa del Rey de este año dónde en un descanso del partido entre Bilbao Basket y Gran Canaria la competición española le rindió homenaje.

La unanimidad en estos homenajes, en el cariño en ciudades como Vigo, dónde nació hace 58 años, en Torrelavega, dónde llevó a un equipo recién ascendido de ACB a ganar la Copa del Príncipe en 1997, o Zaragoza, dónde empezó a entrenar al baloncesto, refleja su carácter y su personalidad. Posiblemente no era el jugador más ortodoxo ni el más talentoso, pero su intensidad en la defensa le hizo guardar un sentido en el corazón en muchas ciudades de España dónde jugo.

A Quino Salvo se le llamaba el toro, en una época en la que su físico no era el común, lo suplía con pundonor, un golpe que robaba balones y hacía sufrir a estrellas, iconos mundiales como Petrovic. Además de Valladolid se enfundó camisetas como la de Zaragoza, la de Obradoiro, la del Atlético de Madrid o la de Caja San Fernando. Este histórico no vestiría la camiseta de la selección debido a que sería contemporáneo de la generación de Epi, Sibilio, Margall o Villacampa. A pesar de ello sería bronce continental con la selección júnior en el 76, en Santiago. De entrenador pasó por clubes como Cantabria Lobos, Ciudad de Huelva y dos equipos gallegos.

El entrenador Quino Salvo traería su carácter de jugador al banco. Los jugadores a los que entrenó recordarían sus enérgicas instrucciones desde el banquillo, sus “déjate de hostias” para alejar las distracciones del juego. Estos jugadores le recuerdan como un padre de época, duro, férreo, que transmitía esa fortaleza diaria a sus jugadores, como por ejemplo, Marc Jackson, que pasaría de su vestuario al cinco titular de los Golden State Warrios en la NBA.