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Eurobasket 2025

Mumbrú se marcha a Barcelona sin celebrar el Eurobasket para operarse de su pancreatitis

Venció este lunes el Eurobasket tras vencer a Turquía

Alemania conquistó el título por segunda vez en su historia

El porcentaje de tiros libres que delata a una España prisionera de sus propios errores

Álex Mumbrú apenas ha tenido tiempo de saborear el hito de conquistar el Eurobasket. Poco después de que Alemania venciese a Turquía (83-88), el entrenador catalán no acudió con su equipo para celebrar el título en Frankfurt. La razón es que viajó directamente desde Letonia rumbo a Barcelona para tratarse de su pancreatitis aguda.

Al exjugador de baloncesto de 46 años le diagnosticaron la enfermedad antes de empezar el campeonato y, aun así, decidió aguantar hasta la semana pasada cuando se vio obligado a apartarse del banquillo. Se quedó con el equipo hasta el final y eso ha derivado que los médicos hayan decidido su hospitalización nada más volver a España. La idea es que Mumbrú esté ingresado las dos próximas semanas antes de su operación en la que se extirpará la vesícula.

Previamente, había sido ingresado cuando la selección germana afrontaba la primera fase en Finlandia, aunque poco después se reincorporó a la segunda a pesar de los problemas que le estaba dando la pancreatitis. Es por ello que su ayudante, Alan Ibrahimagic, tomó los mandos de dar las indicaciones mientras Álex observaba desde el banquillo.

Mumbrú hace historia con Alemania

Alemania conquistó por segunda vez en su historia el Eurobasket, subida a una ola de éxito que ya dura varios años y que demuestra que en un baloncesto europeo donde las estrellas individuales brillan más que nunca, aún hay espacio para el triunfo del colectivo.

El cuadro germano, que dominó el mundo en el año 2023, tiene grandes nombres, pero no quizás los mejores o uno sobre el que levantar todo un proyecto. Tampoco lo ha necesitado para instaurar una idea de juego que trasciende entrenadores -Álex Mumbrú se estrenaba en detrimento de Gordon Herbert- y le permite controlar los partidos y ser capaz de sobrevivir a cualquier tipo de escenario o de ‘superhéroe’ que se les ponga delante.

Suyo es ahora mismo el continente, un laurel prestado que amenazan con arrebatárselo dentro de cuatro años países como Turquía, que con su puesto en la final ha demostrado estar en un ciclo ganador liderado por una mente brillante como la de Ergin Ataman; España, que será anfitriona de la fase final e inicia andadura mirando de reojo a los campeones del mundo sub-19; Francia, que quizás para entonces cuente con un Víctor Wembanyama y las joyas que le han seguido en los drafts sucesivos con un talento más maduro; Italia, que vuelve a producir jóvenes muy interesantes, o candidatos perennes por tradición y calidad de sus jugadores como Serbia, Grecia o Lituania.