Felipe Perrone: «Marcar en la final y ganar el oro mundial el día de mi retirada ha sido de película»
El capitán de la selección española de waterpolo se ha retirado tras ganar el oro mundial y marcar en la final
Cuelga el bañador a los 39 años tras tres décadas sumergido en la élite del waterpolo
Deja un legado para la eternidad y se va como el jugador con más mundiales de natación disputados
El fueron felices y comieron perdices de los cuentos no alcanza para definir el desenlace de Felipe Perrone (Río de Janeiro, 1986) con el waterpolo. El patriarca del waterpolo español colgó el bañador con un final de película. Su último día en el agua se saldó con el oro mundial en su cuello tras haber marcado el último gol en la final a la todopoderosa Hungría. Se va de la piscina con todas las medallas imaginables en mundiales y europeos a excepción de la olímpica y dejando una sonrisa y un legado para la eternidad.
Es complicado dibujar un epílogo mejor. Porque resulta que, tras 30 años dedicados a esto del waterpolo, tras tres décadas en las que ha vivido partidos de todos los colores, el que mejor guion guardaba fue el último. Cosas del destino. «El gol final fue una liberación. Dejé que me entraran todas las emociones que llevaba meses controlando y gestionando. Marcar el último gol y ganar el oro el día de mi retirada fue como de película», analiza el brasileño durante su conversación con OKDIARIO.
Felipe Perrone, de naturaleza sonriente y optimista, hace encaje de bolillos para atender la llamada de este medio. Pausa momentáneamente sus vacaciones en los Balcanes para hacer un viaje por su trayectoria de la mano de este periódico. Se ha retirado con 39 años tras 30 sumergido en la élite, pero su voz se sigue escuchando con la misma ilusión que cuando el rey era peón y entró en el tablero del waterpolo con la llegada de la televisión por cable a Brasil.
Los noventa enfilaban el último lustro cuando España se alzó con el oro olímpico en Atlanta 96. Coincidió en tiempo y forma con la llegada de la televisión por cable al país sudamericano. Sólo se veía TVE y Felipe Perrone quedó maravillado con la actuación Manel Estiarte en aquellos Juegos. «Pensé ‘yo también puedo hacerlo». Y la inocencia de ese niño de diez años que desconocía el riesgo acabó desembocando en un legado transversal para las próximas generaciones de waterpolistas nacionales. «Me voy con la sensación de haberlo dado todo». El adiós más grande jamás contado.
Pregunta. Enhorabuena por su trayectoria. Iniciemos por el final. ¿Cómo recuerda del gol en la final del Mundial?
Respuesta. Recuerdo que fue un momento en el que pensé ‘hemos ganado el Mundial’. Dejé que me entraran emociones que llevaba meses controlando y gestionando como parte del deportes que es. En ese momento piensas en uno mismo, pero venía todo el equipo a decirme cada uno algo más bonito que el anterior. Fue un momento de decir ‘ahora sí voy a disfrutar y a sentir lo que supone ser campeón del mundo y el final de mi carrera.
P. ¿Cómo fueron esos meses que menciona? ¿Cómo logró mantener las emociones bajo control?
R. Fue muy difícil porque por un lado no se pueden ignorar, porque lo sientes, pero por otro eres totalmente consciente de que hay que gestionar porque era muy grande lo que buscábamos. Y no ayudaba mucho estar viviéndolo como ‘es mi último partido o es mi último entrenamiento.
P. ¿No lo fue hablando con los compañeros a medida que avanzaba el Mundial?
R. Alguna vez algún compañero sí hizo alguna broma y tal, pero intentábamos no entrar mucho en el tema porque si no se nos iba el campeonato. Lo hablábamos con alguna bromas. Me decían ‘es tu último día en el gimnasio’ y les respondía ‘ya os veré estando tranquilito en la playa. Bromas así, sanas. Llevamos a la broma lo que en realidad suponía mucho para mí y para ellos también.
P. ¿Ha sido más difícil saber irse o mantenerse tanto años en la élite?
R. Es complicado saber qué es más difícil. Es difícil llegar a la élite y encontrar la manera de hacer las cosas. Mantenerse es muy complicado porque se van acumulando los años de presión, expectativas y retos cada vez más alto. Y despedirse… Hay de todo. Hay deportistas que se dicen adiós por una lesión, pero yo lo hago por una sensación de que lo he dado todo y me toca dejar el camino a otros. Es una decisión muy difícil porque son 30 años con objetivos en waterpolo, amistades en waterpolo… La vida es otra totalmente. No sólo para mí, mi familia también. Nosotros montábamos vacaciones mirando el calendario de waterpolo. Es un giro brutal.
P. ¿En qué momento fue consciente y tuvo claro que debía retirarse?
R. Si soy sincero, muchos años ante ya me pasaba por la cabeza ese pensamiento de ‘¿Habrá sido mi última vez?’ Porque es un deporte de equipo y no todo está en mi mano. Si te convoca el entrenador… Especialmente después de los ciclos olímpicos, cuando no sabes si vas a construir el siguiente ciclo olímpico. El año pasado, antes de los Juegos, pensaba que sería mi último torneo, pero me dio mucho medio tener que vivir los Juegos pensando que era mi último partido. Así que me di un año más para disfrutar, pero desde que comenzó el año ya tenía bastante claro que era el último.
P. ¿Tiene alguna espinita clavada por su carrera pese a todas las medallas ganadas?
R. Sinceramente, no sé si es mi manera de ver, yo respeto la de cada uno, pero yo no he ganado nada. Lo han ganado los equipos donde yo he estado. Si hubiera estado en otro equipo seguramente no hubiera ganado todo lo que he ganado. He tenido mucha suerte. No habré ganado una medalla olímpica… Pero de donde vengo nunca me hubiera imaginado ganar todo lo que he ganado. Me da vergüenza decir que me ha faltado una medalla olímpica porque han sido tantas cosas que hemos logrado que no es normal. Hay cosas que no se han conseguido, pero no pasa nada, es la vida.
P. ¿Cómo recuerda sus inicios 30 años después?
R. Vengo de un club que es bastante clase baja en Brasil. Allí la situación financiera es la de un país no desarrollado y había de todo en el club. Pero como no había socios, la piscina estaba siempre vacía y podía jugar a la pelota con mis amigos. Empezó con mi padre y mi hermano, que jugaban a waterpolo en la piscina. Yo nunca lo tuve como un objetivo, pero me metían ahí en la piscina esperándoles y claro, tiraba la pelota, iba a buscarla, la pasaba… No había móviles y era la única forma de esperar a que terminaran.
P. En esa época España ganó el oro en Atlanta 96. ¿Le inspiró?
R. Es una historia curiosa. En los noventa comenzó a llegar la televisión por cable a Brasil y llega TVE y España consigue la medalla con Estiarte. Y ahí empecé a decir de manera inocente ‘creo que yo también puedo hacer eso’. Pero claro, jamás pensé que iba a pasar todo esto. Fue la primera vez que vi algo así, tenía diez años y España estaba asombrando al mundo. Mi primer Mundial, en 2001, fue con Brasil y España fue campeona. En ese momento hablé con Iván Pérez y expliqué que tenía pasaporte español y quería jugar con España.
P. Jugó mundiales primero con Brasil, luego con España, volvió a Brasil y terminó jugando con España. ¿Cómo afrontó esos cambios?
R. En waterpolo existía una regla que ahora es más dura y complicada, pero en ese momento con estar 12 meses sin haber sido convocado con la selección anterior ya bastaba para ir convocado con la otra si tenías la nacionalidad. Yo tenía la española por mi abuela. Después de la primera etapa en España volvió a Brasil para vivir los Juegos en Río, que es donde yo he nacido. Fue una oportunidad para hacer algo por el país. Desde aquel año han hecho proyectos sociales orientados al waterpolo y muchos niños han mejorado su vida. Jugué esos Juegos con Brasil porque era una oportunidad única de transformar la vida de la gente.
P. ¿Cómo entiende el patriotismo y el arraigo a un país? ¿Varía por las idas y venidas?
R. Hay distintas maneras de ver la realidad. Hay gente más estricta, que cree que hay que escoger una selección y punto. Mi caso fue realmente complicado. ¿Hasta dónde soy yo español? Si alguien lo tiene claro que me ayude (risas). He vivido más años en España que en Brasil. ¿Por qué no? Si había una regla que lo permitía… ¿Qué mal estaba haciendo yo? Es complicado, cada uno tiene su opinión y se respeta. Es muy bonito representar a un país, es muy especial. Un montón de gente se siente identificado contigo. En la sociedad española de hoy en día hay muchos movimientos migratorios y es normal que pueda haber gente no nacida en España. Para mí fue y es un orgullo.
P. ¿Cómo de grande ha sido el peaje que ha pagado para estar 30 años en la élite?
R. Volvería a hacer todo otra vez, pero desde los 15 años salí de Brasil y no he vuelto a vivir con mis padres. Y en esa época la llamada consistía en bajar a la cabina de teléfono a echar una monedita. He estudiado una carrera, pero no he podido vivir la vida universitaria porque era deportista todo el día. Tenía que evitar otros deportes, cuidar el descanso… Y en la última fase, ya con mis hijos, no he podido ir de vacaciones con ellos o escaparme un fin de semana. Son muchos años así. Insisto, haría todo otra vez igual, pero hay partes que no son fáciles.
P. Hablemos de su legado, que va más allá que las medallas. ¿Ve a los jóvenes capaces de heredar su pasión y dedicación?
R. Hay un talento y calidad increíble. Se ha creado una manera de hacer las cosas que me hace muy feliz. Ese es el legado que más contento me pone, el haber construido un equipo en el que hay entrega, pasión, compañerismo y que es una piña. Todos están dispuestos a hacer todo el uno por el otro. Es muy bonito. He coincidido con deportistas que se quejaban de ser deportistas y en realidad somos unos privilegiados y los jóvenes lo tienen muy interiorizado.
P. La última. ¿Seguirá ligado al waterpolo tras su retirada?
R. Como entrenador no, eso sí lo he decidido. Quiero tener los sábados un poco libres (risas). Tengo ganas de vivir una vida diferente. ¿Estaré ligado? Sí, pero todavía no sé exactamente cómo. Seguiré ligado a ello porque es lo que me apasiona, pero será un poco más alejado de la piscina.
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