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Gran Premio de España

La batalla de Montmeló: Verstappen contra los danzantes de la lluvia

Pocos saben que la Virgen de la Cueva existe oficialmente, e incluso que cuenta con un santuario consagrado a su culto en pleno corazón de Asturias, pero sí son muchos los que se acuerdan de ella cuando aprieta la sequía. La patrona de la lluvia contará con muchos fieles de nuevo cuño en el Gran Premio de España, unos pocos vestidos con mono de piloto y muchos más sentados en las gradas del Circuito de Cataluña. Es la única manera de inquietar a Max Verstappen, el dictador de la Fórmula 1.

Las previsiones climatológicas vuelven a barruntar tormenta en Montmeló durante la franja matinal de este domingo. Concretamente, la probabilidad de que caiga agua se sitúa en torno al 50% entre las 11.00 y las 16.00 horas. La carrera empezará a las 15.00, por lo que el terreno está abonado para todo tipo de escenarios: carrera en seco, en mojado e incluso en mojado con progresivo paso a seco. El infierno para los cerebritos encargados de diseñar las estrategias de las escuderías.

Hay favorables y contrarios a la lluvia, y un vistazo a la parrilla de salida indica quién pertenece a cada bando. El líder de los primeros es Fernando Alonso, que parte desde la octava posición tras cometer un error en la clasificación que dañó su coche. A pesar de que el Aston Martin tiene poderío para llevarlo hacia adelante sin necesidad de agua, ya está saciado de podios este año y la victoria es el único alimento que puede saciar su hambre.

Otros danzantes

«Quiero lluvia, si hay caos igual podemos pescar», dice el asturiano, que comparte tierra de origen con la Virgen de la Cueva. Engrosan su bando de danzantes de la lluvia Sergio Pérez, George Russell y Charles Leclerc, que también salen retrasados respecto a la potencia de sus coches, sobre todo el monegasco, penúltimo. Glups.

Por contra, Verstappen, el martillo pilón de la Fórmula 1, es el mayor defensor de que el sol brille con fuerza este domingo en el Circuito de Cataluña, igual que Lando Norris o Lewis Hamilton, los inquilinos de la segunda línea de la parrilla, ambos detrás de Carlos Sainz. ¿Y qué quiere el madrileño?

«Si tiene que llover, que llueva», proclama ecuánime, sin inclinarse por ningún bando. Es normal. Sabe que una carrera sin sobresaltos puede elevarle a su primer podio del año. Pero claro, si Verstappen se queda fuera por un patinazo… La respuesta vendrá del cielo, el último reducto incontrolable para los cerebritos de la Fórmula 1. Bendito sea el firmamento y que viva la Virgen de la Cueva.