El Barça no zanja el debate
La crisis del Barça empieza a tomar forma. El equipo culé se quedó sin marcar y sin apenas exhibir buen juego ante un Slavia de Praga que hasta se pudo llevar los tres puntos del Camp Nou. Los azulgrana practicaron un fútbol muy ramplón y sus mejores oportunidades llegaron, ver para creer, a la contra.
Los chispazos de Messi, que otras veces sí entran, esta vez se encontraron con la madera. Los resultados no acompañan a un Ernesto Valverde que empieza a estar cuestionado no tanto por los resultados, sino por el juego más feo en los últimos 15 años. Desde la era pre-Rijkaard no se recordaba a unos culés con un fútbol tan espeso.
El Barcelona evidenció que no está para muchos trotes. Cualquier equipo mínimamente organizado, con un buen despliegue físico y descaro con el balón puede meter en un lío a los pupilos de Ernesto Valverde. Da igual que se llame Levante o Slavia de Praga, el equipo culé se ha acostumbrado a unos estándares de calidad difícilmente defendibles en las últimas fechas.
Contra los checos, el conjunto local mostró una versión apática y plana. A la falta de creatividad futbolística se unió la escasa implicación de una delantera en la que ya ni Griezmann vaya a ayudar a la medular. Messi tiene bula porque era el único que creaba algo de peligro, mientras que Dembélé está haciendo que cada día se añore más a Ansu Fati.
El Barça, por su indudable superioridad técnica, gozó de sus oportunidades en la primera mitad. Kollar, el portero visitante, hizo buenas intervenciones ante Semedo a los diez minutos y luego ante Messi en el minuto 42. Previamente el argentino disparó contra el larguero un chispazo de calidad a la contra culé. Que las mejores ocasiones azulgranas apareciesen al contragolpe explica el runrún que hubo en el Camp Nou durante muchas fases del juego.
Por si fuera poco, el Slavia se fue a los vestuarios con un buen sabor de boca con un gol anulado. El equipo visitante dominó la posesión y las sensaciones y si no se adelantó fue por la candidez de delanteros como Olayinka, quien tiene menos gol que Vinicius Jr.
Un cambio insuficiente del Barça
El Barça cambió el semblante al inicio de la segunda mitad. El juego de los chicos de Valverde seguía distando de la brillantez, pero las chispas –ante el riesgo de Slavia sacando el balón– aparecían con los espacios. Dembélé regaló un mano a mano a Sergi Roberto que el canterano desaprovechó a los 12 minutos de la segunda mitad.
Un minuto después, Messi hacía lo propio con Arturo Vidal regalándole un gol de empujarla para dentro. Cuando los dos latinoamericanos lo celebraban se percataron de que el tanto había sido anulado por fuera de juego muy justo del argentino.
Los visitantes, lejos de ponerse nerviosos por las ocasiones, subieron la apuesta metiendo cambios ofensivos y hasta llegando a desarrollar una presión al hombre sobre la salida de balón culé. A los checos lo único que les faltaba era el último pase para adelantarse.
El Barça jugaba con fuego y Valverde tiró de dos apestados en las últimas fechas –Ansu Fati y Rakitic– para intentar cambiar el sino de un encuentro donde no paraban de escucharse pitos y murmuros entre la hinchada azulgrana. Condensar tanto talento trajo ocasiones a los anfitriones con una tremendo conexión de Ansu Fati y Messi en el minuto 77 que sacó Kollar a bocajarro.
El Slavia, que se distingue por ser el equipo que más kilómetros recorre en toda la competición, acusó su tremendo esfuerzo en los últimos 10 minutos. El Barça se volcó, pero a veces los exámenes no se puede sacar a última hora como otras veces Messi hizo. El equipo culé no tuvo fortuna y los visitantes fueron lo suficientemente zorros como para perder todo el tiempo necesario como para no sufrir en exceso. Los pitos al final del encuentro hablan de una crisis que señala a Ernesto Valverde y que nadie es capaz de zanjar.