Deportes
Final Copa del Rey: Athletic Club 0-1 Real Sociedad

Su Alteza Real

La Real Sociedad conquistó la Copa del Rey, después de imponerse al Athletic Club (0-1) en un encuentro de mínimos en el que un penalti de Oyarzabal decantó la balanza del lado txuriurdin. 34 años después, la Real recupera la corona en una cita para la historia

  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

La Real Sociedad conquistó la Copa del Rey 2020 en una final que sobrepasa los límites de la rivalidad extrema con el Athletic Club de Bilbao y que da un golpe extraordinario en el balance entre ambos. Tras una sequía de décadas por ambas partes, el conjunto txuriurdin se llevó el gato al agua en un partido justo de fútbol y en el que un penalti de Oyarzabal llevó a la gloria a los donostiarras. 34 años después, la Real recupera la corona y lo hace con merecimiento y ante el eterno rival, en una función de inmejorable desenlace.

La final de la Copa del Rey 2019-2020 se jugaba en 2021 por circunstancias extraordinarias que ya todos conocemos. La pandemia del coronavirus ha marcado nuestras vidas e hizo lo propio con el partido por el título en el torneo del K.O., hasta solaparlo con el del año siguiente. Meses después de sellar su pase, Athletic –que juega las dos finales– y Real Sociedad dibujaban un escenario de difícil igualdad en el panorama nacional. No sólo era un derbi, sino también la oportunidad de recordar lo que es ganar un título para dos clubes poco acostumbrados a ello en la historia reciente.

Las alineaciones para el partido, por ende, iban a marcar el devenir del mismo. El choque de estilos de sus entrenadores, también. El pragmatismo de Marcelino, que tan buenos resultados le ha dado con diferentes equipos, dotaba del clásico 4-4-2 a un Athletic que destacaba por su dupla atacante, formada por Williams y Raúl García, y la de centrales, con Yeray e Íñigo Martínez sabedores de que tendrían que achicar durante varias fases del encuentro.

Por su parte, la Real de Imanol Alguacil maneja un libreto más creativo, guiado por las pinceladas de un excelso artista como David Silva, el recorrido de Mikel Merino y lo punzante de su dúo dinámico, Alexander Isak y Mikel Oyarzabal, que tratarían de decantar la balanza del lado txuriurdin. Sin público en el escenario, La Cartuja de Sevilla, tampoco hubo polémicas con el himno y el recibimiento a su majestad Felipe VI, presente en el palco de autoridades como es tradición en ‘su’ torneo.

El derbi vasco era ya lo suficientemente picante como para añadir otro ingrediente a la ecuación. La igualdad máxima iba a venir dotada de una dosis extra de épica, merced al aguacero que cayó en La Cartuja desde los primeros minutos de partido. Los jugadores no sabían si achicar su área de balones o del agua del que tenían incluso que desquitarse cada pocos segundos para seguir con su trabajo. El resultado de ello, unido al lógico tanteo inicial, fue mucho ruido –y gotas– y pocas nueces, con Remiro y Unai Simón inéditos en lo que se refiere a acciones de importancia.

La Real buscaba combinaciones por el medio, pero el Athletic, con menor posesión, trataba de verticalizar al máximo y ser punzante en cada llegada. En lo que empataban, como podía preverse, era en el coraje al que acudía cada jugador a cada duelo, en una batalla guerrera elevada a la máxima expresión y en la que las consignas de los entrenadores eran muy similares. Antes de ganar, lo primordial era no perder la final.

Sin errores y aciertos contados, el duelo fue sumando minutos hasta dejarlo todo para la segunda parte. Ni Real ni Athletic parecían incómodos en unas tablas que sí lo eran mucho más para el espectador. La expectación era extraordinaria, pero los primeros 45 minutos habían dejado poco que resaltar más allá de los ajustes de Marcelino e Imanol en pos de no ceder ni un ápice en sus posicionamientos hacia la victoria.

Una reanudación de penalti y VAR

Nada de nada en la primera mitad, pero todo esperaba para la segunda, al menos en cuanto a la polémica se refiere, y con un claro protagonista. Íñigo Martínez cortaba un centro al área de Oyarzabal y, de forma involuntaria, era su brazo el que impedía que el esférico continuara su camino. Falta y nada más… hasta la revisión del VAR. Dos minutos de incertidumbre y cálculos milimétricos desde la sala VOR no derivaban, de milagro, en un penalti favorable a la Real.

Se libraba Íñigo a la primera pero no a la segunda, y aun así, tenía que darse con un canto en los dientes. Un pase estratosférico de Mikel Merino a Portu era interceptado, en clara falta, por el central del Athletic, que se marchaba expulsado y sin protestar demasiado una acción en la que es último hombre. Sin embargo, el VAR volvía a llamar a la puerta y en esta ocasión para llamar a Estrada Fernández. El penalti estaba perfectamente señalado, pero la roja debía sustituirse por amarilla. Premio menor para el Athletic, que veía como Oyarzabal, sin saltito previo y desafiando a su reciente maldición, convertía por toda la escuadra el penalti para poner el 0-1.

El Athletic tenía media hora para remontar, en un 11 contra 11 que pudo no ser tal y haber complicado la afrenta a los de Marcelino. Para ello, debían aparecer de una vez activos como Muniain o Williams, prácticamente inéditos hasta el momento, y un físico que permitiera a los rojiblancos arrollar al eterno rival.

La gloria es Real

Con el marcador a favor, la Real se mantenía cómoda y el Athletic pagaba el peaje de la tensión. Sin ideas y cada vez con menos minutos por jugarse, los de Marcelino necesitaban arriesgar y lo hacían con la entrada del Búfalo Villalibre, que debía ser el trompetero que guiara la resurrección express de los rojiblancos si no querían perder la Copa.

El partido estaba prácticamente exento de acciones elaboradas, y el barro volvía a dominar con puño de hierro en una suma de minutos, hacia el final del partido, que sólo favorecía a la Real Sociedad. Menos de diez por disputarse –más el descuento– y la desesperación del Athletic le llevaba, de forma voluntaria pero inconsciente, a asomarse al área rival gracias también al clásico repliegue del vencedor parcial. La Real achicaba con los once y la táctica ya pasaba a un lugar secundario para el Athletic, pero su bagaje ofensivo impedía cualquier atisbo de empate.

Los minutos de descuento, hasta ocho, lejos de parecer un mundo fueron un baile de celebración para la Real Sociedad, de nuevo más cómoda en un duelo de casi nada del que pudieron sacar absolutamente todo, en forma de título que cambia la historia y da sentido a un proyecto hasta el momento más bello que efectivo, pero que desde el 3 de abril de 2021 llega a su cénit.