1996, el Gran Premio de Mónaco más loco de toda la historia
Olivier Panis logró su único triunfo en Fórmula 1
El Gran Premio de Mónaco de 1996 será siempre recordado como el más caótico de la historia. Tan solo tres pilotos acabaron la carrera, en la que triunfó un Olivier Panis que partía desde la 14ª posición de la parrilla. Todos sus rivales fueron cayendo como moscas por diferentes motivos en una prueba marcada por la lluvia. Pero, ¿qué pasó realmente? De todo, anécdotas incluidas.
La jornada de clasificación del sábado nos dejó una muestra más de la grandeza de Michael Schumacher. Con un Ferrari que no daba casi ni para puntuar, el alemán marcó la ‘pole position’ para sorpresa de todos. La vuelta que le valió la misma es para ver una y otra vez. Emocionante es poco. Por desgracia, ya no se ven monoplazas tan imperfectos en los que el piloto flirtee con la salida de pista en cada metro. Sin embargo, todo se fue al garete en la primera vuelta de la carrera. Bajo una intensa lluvia, Schumacher competió un error en la curva posterior a la horquilla de Loews y estampó su Ferrari contra el muro.
El camino quedaba libre para Damon Hill, que a la postre sería el campeón del mundo de aquel año. Sin embargo, los caprichos del destino hicieron que el motor Renault de su Williams dijese basta mediada la prueba a la salida del túnel. El liderato lo heredó Jean Alesi, ya con Panis en segunda plaza. Sin embargo, fue el segundo de los franceses el que se llevaría la gloria tras el fallo en la suspensión del Benetton cuando quedaban pocas vueltas para el final. El podio lo completaron David Coulthard y Johnny Herbert.
La gran anécdota de la carrera la protagonizó precisamente David Coulthard, entonces en McLaren. Si os fijáis en las fotos que circulan por Internet del GP de Mónaco de 1996, veréis como uno de los pilotos de los coches rojos y blancos portaba el casco de Michael Schumacher. Y no, no era El Kaiser, por mucho que Ron Dennis tratase de ficharle en más de una ocasión. El casco de Coulthard tenía bastantes problemas de empañamiento de la visera, con lo que el escocés tuvo que tomar prestado el casco de su rival, pues era de los pocos que tenía el mismo patrocinio que el suyo. Las otras opciones eran las de llevar el de su compañero Hakkinen o el de Eddie Irvine, pero no, eligió el del alemán. Lo dicho, una carrera para recordar.
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