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El trucazo para rallar el queso y no morir en el intento

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

El queso es uno de los alimentos que más utilizamos en la cocina por su amplio abanico de beneficios para la salud y su versatilidad. Si necesitamos queso rallado para, por ejemplo, añadir a la pasta, es muchísimo mejor comprar una cuña de queso y rayarla nosotros mismos en lugar de comprar el queso ya rallado.

Tal y como advirtió la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en el año 2014, “no todos los quesos rallados están elaborados únicamente a partir de queso.Hay productos elaborados a partir de una mezcla de queso natural con otros ingredientes como la mantequilla, las proteínas de leche, las sales fundentes, los conservantes o los almidones”.

Ahora bien, hay determinados quesos que por su textura es complicado rallarlos. Ocurre con los quesos blandos, como el brie o la mozzarella. Pues bien, para rallar este tipo de quesos, existe un truco muy sencillo que podemos poner en práctica. Consiste simplemente en poner el queso en el congelador media hora antes para que así tenga una textura más manejable.

Otro truco relacionado con el queso que es de especial interés conocer tiene que ver con la corteza dura. Cuando cortamos el queso, normalmente tiramos la corteza, pero podemos congelarla y utilizarla para potenciar el sabor de un caldo o de un estofado de verduras, por ejemplo. Una vez lista la preparación, retirarlas es fácil porque la corteza seguirá entera.

¿Cómo conservar el queso?

En líneas generales, los quesos blandos se conservan menos tiempo que los duros. La razón es que los primeros contienen un mayor porcentaje de agua, lo que favorece la proliferación de bacterias y otros microorganismos. Un queso blando puede aguantar entre 15 y 20 días, mientras que un queso duro se puede conservar en perfecto estado durante varios meses.

Uno de los aspectos más importantes es la temperatura. Cuando dejamos un queso a temperatura ambiente, tiende a sudar, perdiendo grasa y cambiando su textura y sabor. Para mantener sus propiedades, lo más recomendable es mantenerlo en la nevera a una temperatura de entre 4 y 8 grados.

Uno de los mejores métodos para conservar el queso es envolverlo en papel film, de tal manera que quede muy ajustado. Así evitamos que se forme una cámara de aire entre el queso y el film que puede favorecer la proliferación de microorganismos.

Otra alternativa son los recipientes herméticos. En el caso de los quesos blandos, debemos tener especial cuidado porque pueden fermentar debido a la falta de oxígeno.