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Es una sensación que todo el mundo hemos tenido. Son las tres de la madrugada y nuestro estómago se activa pidiéndonos comida para calmarlo. ¿A qué se debe tener hambre por la noche? Los estudios científicos que se han desarrollado en este aspecto concluyen en su mayoría que el estrés y la falta de sueño pueden ser motivos por los que nuestro organismo requiere comer en las horas que deberían ser propicias para descansar.
Este impulso irrefrenable de devorar comida, casi siempre con grasa y que llene lo máximo posible, puede generar a la larga fatiga y desequilibrios en nuestro organismo convirtiéndose en una práctica nada saludable para nuestro cuerpo.
El descanso, la clave
Este hambre por la noche podríamos definirlo como un incremento repentino del apetito que está más ligado a cuestiones psicológicas que físicas. La sensación de hambre nocturna puede generarse a pesar de que hayamos cenado bien, incluso comida rica en grasas que siempre suelen saciar de manera más contundente nuestro apetito nocturno.
En estudios llevados a cabo por la Universidad de Columbia, han llegado a la conclusión de que este apetito de la noche está íntimamente relacionado con la falta de sueño. Cuanto menos descanso tengamos, más ganas de comer nos darán por la noche de madrugada.
Esta afección no hará otra cosa que aumentar nuestra voracidad, consiguiendo que tengamos hambre casi a todas horas, y con ello, nuestro sobrepreso. Esto se debe a que nuestro cuerpo intenta paliar esas horas de sueño que nos faltan con comida debido a un descenso de lepatina y un aumento proporcional de los niveles de grelina y cortisol.
Almacenar grasa
En estos estudios desarrollados en la Universidad de Columbia, muestran que el hambre por la noche es una estrategia de nuestro propio cuerpo para almacenar grasas durante el verano, a modo de reserva para las épocas de más frío.
Nuestro cuerpo interpreta que, al tener menos horas de descanso, es necesaria la ingesta de mayores cantidades de alimentos, ricos en grasas, con el único objetivo de reponer energías, a pesar de que estemos en la cama descansando.
En este sentido, los investigadores también apuntan a otro factor determinante para que este hambre sea dueño de nuestros actos en la noche: el estrés. La combinación de sueño-estrés es propicia para que el hambre aparezca a cualquier hora del día, por lo que el cuerpo está preparado para comer las 24 horas.
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