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Llevas toda la vida haciéndolo mal: ésta es la parte de la lavadora donde tienes que poner el detergente

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

En plena era digital, donde hasta las bombillas tienen conexión WiFi, muchas lavadoras vienen equipadas con más botones que una consola y más programas que un mando de televisión. Sin embargo, entre tanta innovación, hay algo que se mantiene igual que siempre: el cajetín. Ese compartimento dividido en tres espacios, llenos de símbolos que parecen jeroglíficos, sigue siendo una gran incógnita. ¿Dónde va el detergente de la lavadora? ¿El suavizante? ¿Qué pasa si me equivoco?

Estas preguntas, aparentemente simples, esconden una realidad: usar mal el cajetín puede provocar desde que la ropa quede mal lavada hasta daños internos en la lavadora.  Uno de los principales inconvenientes al utilizar el cajetín de la lavadora es que no siempre cuenta con instrucciones claras. Sin embargo, la mayoría de modelos comparte una simbología bastante común que puede servir como referencia: el compartimento marcado con «I» o «A» corresponde al prelavado, una función que sólo se utiliza cuando la ropa está muy sucia; el espacio señalado con «II» o «B» es el destinado al detergente del lavado principal, que es el que más se usa; y por último, el compartimento con el símbolo de una flor, una estrella o una espiga está reservado para el suavizante.

¿Dónde hay que echar el detergente en la lavadora?

La mayoría de las lavadoras domésticas cuentan con un cajetín dividido en tres espacios. Cada uno está diseñado para liberar el producto correspondiente en el momento justo del ciclo de lavado. Aunque puede variar ligeramente según la marca o el modelo, en líneas generales su distribución es la siguiente:

Aunque a simple vista pueda parecer un detalle sin importancia, echar mal los productos en el cajetín puede tener consecuencias inesperadas tanto para la eficacia del lavado como para la lavadora. Uno de los fallos más habituales es poner en el detergente en el espacio destinado al suavizante. En ese caso, el detergente podría activarse demasiado tarde o no hacerlo de forma adecuada, lo que dejaría la ropa sucia o con residuos de jabón.

También hay quienes colocan el suavizante en el compartimento del prelavado, especialmente cuando no se distingue bien cuál es cuál. Esto puede hacer que el suavizante nunca llegue a mezclarse con el agua o se libere en una fase incorrecta del ciclo, perdiendo por completo su efecto. Además, dejarlo ahí puede hacer que se acumule, se estropee o genere malos olores.

Limpieza del cajetín

El cajetín de la lavadora es una de esas partes a la que no solemos prestar atención, pero que acumula más suciedad de la que imaginamos. Con el uso de detergente, suavizante y otros productos de limpieza, es normal que con el tiempo se formen residuos pegajosos y hasta moho. Este ambiente húmedo y cerrado es ideal para que proliferen bacterias y malos olores.

Por eso, una limpieza periódica del cajetín no sólo es recomendable, sino necesaria. Lo ideal es sacarlo completamente una vez al mes para limpiarlo a fondo. La mayoría de los modelos permiten sacar el cajetín con facilidad, simplemente tirando con cuidado o presionando una pestaña.

Una vez fuera, se puede lavar con agua caliente, jabón y un cepillo pequeño (como un cepillo de dientes viejo) para llegar a todos los rincones. Si hay restos muy pegados o mal olor, una mezcla de vinagre blanco y bicarbonato es una solución natural muy eficaz.

También es importante revisar el hueco donde va encajado el cajetín, ya que ahí también se acumulan residuos. Un trapo húmedo o un bastoncillo de algodón pueden ayudarte a limpiar esas zonas más difíciles. Dejar secar bien el cajetín antes de volver a colocarlo evitará la humedad constante y, con ella, la aparición de moho.

En definitiva, saber identificar cada compartimento y utilizarlo correctamente puede marcar la diferencia entre una colada impecable y una llena de manchas o malos olores. No se trata de una cuestión técnica, sino un conocimiento básico que todos deberíamos dominar. Porque, al final del día, la ropa limpia no depende tanto del modelo de lavadora, sino del buen uso que hagamos de sus componentes más simples.