Llevas tiempo haciendo las cosas mal: la prueba que confirma que no te duchas correctamente
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Todos damos por hecho que sabemos ducharnos como es debido porque es algo que llevamos haciendo toda la vida. Sin embargo, tal y como alertan los dermatólogos, hay una prueba que confirma que no nos duchamos correctamente: la sequedad cutánea, e incluso la aparición de dermatitis, irritación e inflamación de la piel.
¿A qué se debe esto? Al agua muy caliente. Aunque no hay nada más reconfortante que darse una ducha con agua muy caliente durante los meses de invierno, esta práctica puede ser dañina para nuestro organismo, y la piel y el cabello son los principales perjudicados. La temperatura recomendada es de 30 grados, teniendo en cuenta que el agua muy fría también puede ser perjudicial, sobre todo en pieles sensibles.
Consejos para darle la ducha perfecta
La recomendación de los expertos es mantener la temperatura del agua de la ducha en torno a los 30 grados. Una ducha templada aumenta el contenido de agua en la piel, lo que provoca cambios beneficiosos en la barrera cutánea al incrementar su permeabilidad. Esto facilita la absorción de las cremas corporales aplicadas después de la ducha. Además, estas cremas actúan como una barrera externa adicional, ayudando a retener la humedad en las capas de la piel.
Tiempo
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha emitido una recomendación con respecto al tiempo de las duchas diarias, sugiriendo que no excedan los 5 minutos. Asimismo, ha advertido sobre el impacto ambiental del excesivo consumo de agua durante la ducha. Se estima que tener el grifo abierto durante 10 minutos puede llegar a consumir hasta 200 litros de agua.
Frecuencia
En cuanto a la frecuencia de las duchas, existe cierta flexibilidad según la actividad física, el clima y la edad, aunque la recomendación general es ducharse todos los días para la mayoría de las personas. Sin embargo, esta frecuencia puede variar; por ejemplo, los niños generan menos sebo en la piel que los adultos, por lo que en invierno, cuando no sudan tanto, pueden no necesitar bañarse diariamente. En el caso de los bebés, ducharse cada dos días puede ser suficiente, aunque no hay problema si se realiza a diario siempre que su piel esté sana. Lo que se desaconseja es ducharse varias veces al día de forma sistemática, ya que puede causar desequilibrios en la piel.
Jabón
Cuando se trata de qué lavar y con qué tipo de jabón, es crucial enfocarse en las áreas del cuerpo con una mayor concentración de glándulas sudoríparas. Esto incluye los genitales, los pies, las axilas y las manos, donde la higiene es especialmente importante. Se recomienda el uso de jabones que mantengan el pH de la piel, que naturalmente es ligeramente ácido, alrededor de 5,5. Esto ayuda a preservar el manto lipídico de la piel y a evitar alteraciones.
Es esencial elegir jabones que sean suaves y que no contengan demasiadas sustancias químicas alergénicas o irritantes. La formulación del jabón debe ser lo más natural posible para evitar cualquier reacción adversa en la piel. Buscar opciones con ingredientes que no solo limpien, sino que también nutran y protejan la piel es una práctica recomendada para mantener una higiene óptima sin comprometer la salud cutánea.
Esponja
El uso de esponjas puede ser perjudicial, especialmente para personas propensas a infecciones. La acumulación de bacterias en las esponjas puede exacerbar tales problemas, por lo que se aconseja evitarlas, especialmente para aquellos con piel sensible o condiciones como la dermatitis atópica.
Por su parte, la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) subraya la importancia de la limpieza suave para mantener la salud de la piel. El exceso de fricción durante la ducha puede causar erosión y daño en la piel, dejándola vulnerable a infecciones e irritaciones.
Paso a paso
- El agua demasiado caliente tiene el efecto de eliminar los aceites naturales de la piel, dejándola seca y susceptible. Se recomienda optar por una temperatura templada al ducharse, de unos 30 grados.
- Comienza lavándote la cara. La ducha proporciona un entorno perfecto para limpiar el rostro, especialmente si utilizas un limpiador especial. El agua templada abrirá los poros, facilitando la limpieza.
- Sigue un orden de arriba abajo al lavar tu cuerpo. Empieza lavándote el pelo y luego procede a limpiar el resto del cuerpo de arriba a abajo.
- La ducha es un buen momento para afeitarte o depilarte, ya que el vello estará húmedo y los poros abiertos, lo que facilitará el proceso. Asegúrate de secar tu cuchilla después de cada uso.
- No olvides lavar tus pies. El agua con jabón que pasa por el plato de la ducha no es suficiente para limpiarlos adecuadamente. Los pies necesitan un frotado igual que el resto del cuerpo para eliminar la suciedad, las bacterias y la piel muerta.
- Una vez que hayas terminado, utiliza una toalla para secarte, pero sé delicado con tu piel. Si es necesario, aplica una crema o loción corporal para hidratar la piel mientras los poros están abiertos.
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