Ligirofobia, el miedo a los ruidos fuertes
El miedo a los ruidos fuertes puede convertirse en un problema psicológico grave
La ligirofobia o fonofobia es un trastorno de la ansiedad que provoca un miedo intenso e irracional a los ruidos fuertes o sonidos muy agudos. Esta es una fobia que comúnmente sufren los niños, pero en ocasiones también la padecen los adultos.
Su causa puede ser psicológica, pero no en todos los casos. Tampoco requiere de un tratamiento específico si el temor no genera una respuesta de ansiedad exagerada. No obstante, existen algunas técnicas que ayudan a reducir el miedo patológico al ruido o los sonidos.
Etimológicamente, ligirofobia significa miedo a los sonidos agudos. Proviene del griego “ligir” que significa agudo y de “fobos” que significa miedo. También se le conoce como fonofobia, una palabra que deriva de “fono”, cuyo significado es sonido.
¿Qué es la ligirofobia?
La ligirofobia es una fobia caracterizada por un miedo intenso a los sonidos fuertes o muy agudos, pero también puede presentarse ante el miedo de que exista el sonido fuerte, es decir, anticipando el estímulo sonoro.
Esto es muy frecuente en los niños, por ejemplo, cuando en una fiesta donde comúnmente las personas encienden petardos, el pequeño llora porque sabe que explotarán, anticipándose al sonido fuerte al que le teme.
La ligirofobia puede ser el miedo a los petardos, pero también a los sonidos estridentes de los aparatos, dispositivos electrónicos, a los gritos, las voces e incluso a la propia voz.
Esta fobia, en caso de ser persistente, puede o no tener origen psicológico, pues en algunos casos puede ser un síntoma de una patología conocida como hiperacusia, consistente en la reducción de la tolerancia a los sonidos a causa de problemas fisiológicos en el oído.
La ligirofobia es un cuadro de ansiedad donde pueden aparecer diversos síntomas, como sudoración, hiperventilación, disminución de la actividad gastrointestinal, aumento de la frecuencia cardíaca y ataque de pánico.
Muchos de los miedos que tienen los niños no se convierten en fobias en la etapa adulta, sino que desaparecen sin tratamiento.
Por ello, si el miedo a los sonidos fuertes no proporciona respuestas de ansiedad graves puede tratarse mediante técnicas de relajación y otras terapias conductuales como la aproximación sucesiva a los estímulos sonoros, el modelo participante, la técnica de exposición vicaria (modelado simbólico), reprocesamiento por medio de movimientos oculares y las técnicas de imaginación, entre otras.
Si bien la ligirofobia es un miedo muy raro en los adultos, en los niños es muy frecuente. Pero también suele ser pasajero, por lo cual los padres pueden ayudar al niño a superar su miedo, sin necesidad de acudir al médico o ver a un psicólogo, a no ser que el pequeño persista con su miedo a los ruidos.
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