Una empleada de un crucero cuenta el mayor secreto de los barcos: «Lo que más me duele»
Trabajar en un crucero puede sonar como un sueño hecho realidad para muchas personas: viajar por todo el mundo, conocer diferentes culturas, hacer amigos de diferentes países y, encima, tener alojamiento y comida incluidos. Es una oportunidad que a menudo se presenta como una experiencia transformadora y enriquecedora. Sin embargo, tras esa apariencia idílica, existe una realidad que pocos conocen, una cara menos visible pero que la empleada de un crucero ha decidido contar con con honestidad.
Porque la vida en altamar, por más fascinante que sea, también implica renuncias, sacrificios y momentos muy intensos a nivel emocional. Aldana López, una joven argentina que trabaja como instructora deportiva a bordo de un crucero, se ha hecho viral en redes sociales al compartir con sinceridad los aspectos más duros de su vida como tripulante.
El relato viral de la empleada de un crucero
@aldilo.11 Respuesta a @soy.adeen 3 Cosas MALAS de trabajar en un crucero 🫠🛳 No todo eTrabajar en un crucero puede sonar como un sueño hecho realidad para muchas personas: viajar por el mundo, conocer diferentes culturas, hacer amigos de todas partes y, encima, tener alojamiento y comida incluidos. Es una oportunidad que a menudo se presenta como una experiencia transformadora, enriquecedora y hasta glamorosa. Sin embargo, tras esa apariencia idílica, existe una realidad que pocos conocen, una cara menos visible pero igual de importante que es necesario contar con honestidad. Porque la vida en altamar, por más fascinante que sea, también implica renuncias, sacrificios y momentos emocionalmente intensos que marcan a quienes viven esa experiencia.s color rosa. Trabajar en crucero es lindo, te abre la posibilidad de vivir muchas cosas hermosas pero es verdad que también hay que sacrificar otras. Y hoy les vengo a comentar un poco ese lado de la vida de tripulante ❤️🩹⚓️ Si tienen alguna duda o quieren que hablen de algún tema díganme en comentarios 💕 #cruceros #tripulante #vidaencrucero #crewlife #workandtravel ♬ sonido original – Aldi
La primera gran dificultad que destaca Aldi, como se la conoce en TikTok (@aldilo.11), es la falta de privacidad. En muchos puestos del barco, los trabajadores deben compartir cabina, y no siempre con personas que conocen o con quienes tengan afinidad. «Nunca sabes con quién te va a tocar compartir habitación. A veces te toca alguien de otra cultura, otra rutina, otra manera de vivir», explica. Las habitaciones son pequeñas, sin ventanas y con apenas espacio para las camas y un par de armarios.
Esta «convivencia forzada» puede resultar agobiante y convertirse en un factor de estrés constante. Aldi confiesa haber tenido experiencias muy negativas en ese sentido. «Es complicado cuando tu espacio personal ya de por sí es limitado y encima tienes que adaptarte a alguien con quien no tienes nada en común», señala.
Otro punto que esta empleada de un crucero considera especialmente complicado es la falta de días libres. A diferencia de la mayoría de trabajos en tierra firme, en los barcos se trabaja todos los días. «Algunos días son más tranquilos, con menos tareas, pero no existe el concepto de «fin de semana» o de «descanso semanal!» como tal», explica. Esto provoca un agotamiento físico y mental que se acumula con el tiempo. «Puede que un día tengas solo unas horas de actividad, pero sigues sin poder desconectar por completo porque estás en el mismo lugar donde trabajas, vives y comes.»
En el caso de enfermedad, sí es posible tomarse un día de descanso. Sin embargo, «no es como en tierra firme donde tienes baja por enfermedad. Aquí, si no trabajas, no cobras. Y si tienes un contrato de siete meses como yo, se hace muy duro», relata. Esa presión constante por rendir, incluso si uno no está al 100%, puede generar una gran ansiedad y frustración.
Pero de todas las dificultades que Aldi enumera, hay una que destaca por encima del resto y que ella define como «la más dolorosa»: el desapego emocional. «Extrañas mucho», admite con sinceridad. Aunque sabe que su familia y amigos seguirán allí cuando regrese, el vínculo constante con sus compañeros de barco crea una dinámica emocional muy intensa. «Compartes todo con ellos: trabajo, comidas, salidas a puerto. Incluso te enamoras».
Esta intensidad emocional se vuelve especialmente dura cuando, de la noche a la mañana, esos vínculos se cortan. El final de un contrato o un cambio de barco puede significar despedirse para siempre de personas con quienes se ha creado una conexión muy fuerte. «Es como una burbuja. Todo pasa muy rápido, muy intenso. Y luego, de repente, ya no están. Y puede que nunca los vuelvas a ver», dice Aldi con una mezcla de nostalgia y resignación. «Es algo que sólo quienes lo vivimos podemos entender».
La experiencia laboral en un crucero, según su relato, está llena de contrastes: aventuras inolvidables, paisajes increíbles y un crecimiento personal profundo, pero también soledad, cansancio y despedidas dolorosas.
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