Adiós al insomnio: lo que nunca debes hacer antes de dormir en verano


El verano es esa época del año que muchos esperamos con muchas ganas: días largos, ropa ligera, comidas frescas y vacaciones. Sin embargo, también es la estación en la que más nos cuesta dormir. Las altas temperaturas, la humedad, el ruido externo y una rutina que se desordena con facilidad juegan en contra del descanso. Aunque nos esforzamos en crear un ambiente cómodo para conciliar el sueño,muchas veces pasamos por alto ciertos hábitos que parecen inofensivos pero que pueden ser muy perjudiciales.
Uno de los errores más frecuentes es beber mucha agua justo antes de dormir. En verano, la lógica nos dice que debemos mantenernos hidratados, y es verdad. Sin embargo, cuando bebemos demasiada agua en las horas previas a irnos a la cama, el cuerpo lo interpreta como una señal de alerta. El resultado: interrupciones constantes durante la noche para ir al baño, sensación de incomodidad en el estómago y microdespertares que impiden alcanzar las fases más profundas del sueño.
¡No hagas esto si quieres dormir bien en verano!
Las altas temperaturas propias del verano afectan directamente la calidad del sueño. El cuerpo humano necesita disminuir su temperatura interna para entrar en un estado de descanso profundo, y si el entorno es caluroso, esto se complica. Por eso es habitual que en esta época del año demos vueltas en la cama, sudemos más de lo normal y nos despertemos varias veces sin entender por qué.
Beber agua es esencial, especialmente durante la época estival, cuando sudamos más y perdemos líquidos con mayor facilidad. Sin embargo, el error está en pensar que es buena idea hidratarse abundantemente justo antes de dormir. Esa práctica, lejos de ayudarnos, perjudica el descanso.
Por la noche, el cuerpo entra en un estado de reposo donde las funciones se ralentizan, incluyendo la actividad renal. Si llenamos la vejiga antes de acostarnos, obligamos al sistema urinario a seguir trabajando mientras dormimos. El resultado es obvio: nos despertamos una o varias veces para ir al baño, rompiendo el ciclo de sueño profundo, lo que genera fatiga, irritabilidad y falta de concentración al día siguiente.
¿Qué pasa cuando bebemos demasiada agua de noche?
La hidratación excesiva puede generar una sobrecarga en los riñones. Aunque estos órganos filtran constantemente la sangre para eliminar desechos, necesitan también momentos de descanso. Cuando los forzamos a seguir funcionando intensamente durante la noche, su eficiencia puede verse alterada. Además, el aumento en la frecuencia urinaria provoca microdespertares que, aunque no siempre recordamos al día siguiente, afectan la calidad del sueño.
Beber mucha agua también puede generar sensación de pesadez en el abdomen, lo que dificulta la relajación total del cuerpo. Dormir con la vejiga llena genera tensión en la zona baja del vientre, lo cual no solo es incómodo, sino que puede incrementar el riesgo de despertares súbitos.
¿Cuánta agua deberías beber y cuándo?
La clave está en distribuir el consumo de agua a lo largo del día. Es decir, hidratarse en pequeñas cantidades pero de forma constante, evitando los atracones de agua en las horas previas a ir a la cama. Un truco útil es dejar de beber grandes cantidades al menos una hora y media antes de acostarse.
Durante el día, asegúrate de consumir frutas con alto contenido en agua como sandía, melón, pepino o naranjas. Estos alimentos no solo hidratan, sino que aportan vitaminas y minerales esenciales. Si te preocupa sentirte deshidratado por la noche, puedes tomar pequeños sorbos de agua, lo justo para mantener la boca húmeda, pero sin saturar el sistema digestivo y urinario.
El papel de la rutina nocturna en el sueño
Además de regular el consumo de líquidos, establecer una rutina nocturna es fundamental. El cuerpo responde positivamente a los hábitos: si acostumbras a prepararte para dormir de la misma manera cada noche, activas un «modo descanso» que facilita la conciliación del sueño. Prácticas como cenar ligero, evitar pantallas al menos una hora antes de dormir, leer un libro o tomar una ducha templada pueden marcar una gran diferencia.
También es recomendable mantener la habitación fresca, oscura y en silencio. Si vives en una zona ruidosa, los tapones para los oídos o una máquina de ruido blanco pueden ayudarte. Y si el calor es excesivo, optar por un ventilador o aire acondicionado (con un temporizador) puede aliviar el malestar térmico sin interrumpir el descanso.
Alternativas saludables para las noches calurosas
Si sueles tener sed en la noche, una buena alternativa es tomar una infusión fría sin cafeína, como manzanilla o menta. Éstas ayudan a relajar el cuerpo y no generan el mismo efecto diurético que un vaso de agua. También puedes tener un vaso pequeño en la mesita de noche para tomar un sorbo si te despiertas con la boca seca.
El descanso en verano puede parecer un lujo inalcanzable, pero muchas veces depende de pequeños gestos. Beber agua en exceso justo antes de dormir es un hábito que parece inocente, pero puede ser el gran enemigo del sueño reparador.