‘Spotlight’, la imprescindible labor del periodismo de investigación en la sociedad
José María García, maestro de maestros en el periodismo español, decía la pasada semana durante la presentación de su biografía que «el periodismo necesario es el de investigación y denuncia». Con una sociedad global preocupada por la corrupción y el comportamiento de sus representantes públicos, el periodismo vuelve a cobrar el sentido que tuvo hace casi medio siglo, cuando los medios de comunicación convertían casi en axioma de fe las informaciones que publicaban. Textos que servían para servir a su vez a los ciudadanos, que cambiaban Gobiernos y convertían —o eso intentaban— la sociedad en un lugar mejor donde vivir.
En esa línea de denuncia periodística se ha basado el argumento de la mejor película de los Oscars 2016. La cinta dirigida por Thomas McCarthy cuenta cómo el equipo de investigación del Boston Globe destapó los abusos a menores cometidos durante décadas por los sacerdotes de Massachussets. Hechos que supusieron una sacudida para la Iglesia Católica y que despiertan la esencia verdadera de lo que debería de ser el periodismo: la búsqueda de la verdad y la denuncia social para cambiar aquello que no funciona.
Un fondo argumental de lucha contra el poder establecido —en este caso contra la archidiócesis de Boston— que recuerda a aquella película de 1976 llamada ‘Todos los hombres del presidente’ (Alan J. Pakula) en la que dos jóvenes del Washington Post descubrieron la corrupción política del ‘caso Watergate’, escándalo que a la postre le costaría el cargo al presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon.
Entre ambas obras hay 40 años y un Oscar a la mejor película de diferencia, ya que ‘Todos los hombres del presidente’ no lo ganó en esa categoría. No obstante, sí comparten ese aroma tan periodístico que sólo otorga la exclusiva y el impulso por averiguar lo que se esconde bajo las alfombras. Aspectos que se han ido perdiendo en el desempeño actual de la profesión en favor de la inmediatez y el conformismo ministerial de ciertos entornos.
Sin embargo, recuerdos como la película de Pakula o realidades como la de McCarthy hacen pensar lo necesario que es el periodismo para desatascar las cañerías que recorren de arriba a abajo el Estado de cualquier país.
Películas como éstas muestran cómo debería de ser el periodismo. Una actividad que funcionara a modo de voz para los oprimidos que carecen de ella. Como escáner contra los corruptos y sus corruptelas. Una profesión de inconformistas, como los chicos del Boston Globe a comienzos de 2002 o del mismo modo que los célebres Carl Bernstein y Bob Woodward con el ‘Watergate’ en la década de los 70.
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