Alejandro Aravena, premio Pritzker por la construcción de viviendas sociales en Chile
A Alejandro Aravena, la construcción de viviendas sociales le ha valido el premio de arquitectura con mayor relevancia a nivel mundial: el Pritzker. Forjado, como muchos otros arquitectos chilenos, por el terremoto de 2010, Aravena, 48 años, diseñó la reconstrucción de Constitución, una ciudad costera devorada por las olas de seis metros del tsunami que siguió al temblor.
«Cuando empezamos a trabajar en vivienda social, en el año 2000, no se nos ocurrió que fuera por una cuestión ética o moral. Nosotros jamas tocamos la tecla de la superioridad moral, de que esto era una responsabilidad de la arquitectura que había sido abandonada», explica Aravena.
Licenciado en la Universidad Católica de Chile y profesor de Harvard, fundó en 2001 en Santiago el estudio de arquitectura Elemental y este año ejerce el cargo de comisario de la Bienal de Venecia, que fue presentada ayer en Londres.
Los grandes arquitectos temen a la vivienda social
Aravena ha diseñado viviendas sociales en las localidades chilenas de Iquique, Temuco o Santiago, y en Monterrey, México. El jurado del premio Pritzker lo galardonó porque su trabajo «muestra cómo la mejor arquitectura puede mejorar la vida de la gente»
«No nos considerábamos particularmente buenas personas», explica el chileno, «sino buenos profesionales. Y lo que tiene la vivienda social es que es una pregunta difícil, y si algo tienen las preguntas difíciles es que requieren calidad, más que caridad profesional». Él mismo cree que los grandes nombres del gremio no se dedican a este campo de la arquitectura porque la temen.
«Si algo tiene la vivienda social es que es una pregunta difícil. Una de las dificultades es que controlas muy pocas de las variables que hay en juego», sostiene Aravena.
Además, cree que se paga menos por este tipo de proyectos. «Se tiende a esperar que porque se trabaja en vivenda social de pocos recursos, se ha de trabajar pro bono o de voluntariado».
«Cuando el 80% de una ciudad esta destruída es cuando hay que cambiar las cosas, algo imposible en circunstancias normales»
La destrucción del terremoto de 2010 y del tsunami que le siguió, permitió corregir cosas y descubrir las ventajas de la participación ciudadana en la reconstrucción, estimó Aravena.
«Aunque sea un cliché, toda crisis es una ventana de oportunidades que uno no querría perder. En ciudades, en particular, los cambios significativos no ocurren en circunstancias normales. Cuando hay una ciudad destruida en un 80%, es el momento de preguntarse si no habría ciertas cosas que cambiar, que es algo imposible en circunstancias normales», sostuvo.
«De cada terremoto en Chile hemos ido aprendiendo algo que nos ha llevado hasta ahí. Lo que no sabíamos es que se hace con el tsunami. Al terremoto se responde a escala de edificio, al tsunami a escala de ciudad», narró, y puso como ejemplo la construcción de un bosque al borde del mar en Constitución para disipar la energía del mar.
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