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Insomnio

Los somníferos actúan en tu cerebro mientras duermes

Los somníferos actúan en el cerebro de maneras complejas mientras dormimos, promoviendo el sueño, pero también alterando su calidad y estructura.

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  • Francisco María
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El sueño es uno de los pilares de la buena salud. Cuando se ve alterado, tiene repercusiones importantes en la calidad de vida de cualquier persona. Es habitual que cuando existen problemas para conciliar el sueño, se acuda a los somníferos para resolver la situación.

Los somníferos son medicamentos específicamente diseñados para ayudar a conciliar el sueño. Aunque estos fármacos ayudan a dormir, también actúan directamente en el cerebro durante el descanso. Es cierto que constituyen una solución rápida y accesible, pero es muy importante utilizarlos con precaución.

La mayoría de los somníferos comunes, como las benzodiazepinas y los medicamentos no benzodiazepínicos, funcionan al aumentar la actividad del neurotransmisor GABA (ácido gamma-aminobutírico). El GABA tiene un efecto inhibidor en el cerebro, lo que significa que reduce la actividad neuronal y promueve la relajación y el sueño.

Durante la fase de sueño, los somníferos pueden influir en varias etapas del ciclo del sueño. Por lo general, el sueño se divide en varias fases, incluyendo el sueño ligero, el sueño profundo y el sueño REM (movimiento ocular rápido). Los somníferos pueden facilitar la transición hacia el sueño profundo, que es esencial para la recuperación física y mental.

Los somníferos y el cerebro

Los somníferos también son conocidos como fármacos hipnóticos. Actúan sobre el sistema nervioso central, específicamente en los receptores del cerebro que regulan el sueño. Su mecanismo de acción se basa en aumentar la actividad del neurotransmisor GABA (ácido gamma-aminobutírico), que tiene un efecto inhibitorio sobre la actividad neuronal.

En otras palabras, el GABA “calma” el cerebro, pues reduce la excitación y promueve la relajación y el sueño. Existen diferentes tipos de somníferos, como las benzodiazepinas (por ejemplo, el lorazepam) y los hipnóticos no benzodiazepínicos (como el zolpidem). En todos los casos, estos medicamentos provocan efectos secundarios, algunas veces de importancia.

Los hipnóticos no benzodiazepínicos son más selectivos en su acción y por eso tienen menos efectos secundarios, pero no están exentos de riesgos. También se utilizan como somníferos otros fármacos, como los antidepresivos sedantes y los antihistamínicos, aunque estos últimos suelen tener efectos secundarios más pronunciados.

Impacto de los somníferos

El sueño se divide en varias fases y los somníferos alteran la arquitectura natural del sueño. Por un lado, reducen la duración de la fase REM (movimiento ocular rápido), que es fundamental para la consolidación de la memoria y el procesamiento emocional.

Por otro lado, aumentan el tiempo de sueño ligero (fase NREM). Esto da la sensación de haber dormido más, pero no necesariamente de con mayor calidad.

Así mismo, el impacto de los somníferos en la función cerebral no es del todo positivo. Algunos estudios han demostrado que su uso prolongado afecta negativamente la memoria, la concentración y la capacidad de aprendizaje. En general, alteran la plasticidad cerebral, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y reorganizarse en respuesta a nuevas experiencias.

Así mismo, los somníferos pueden interferir con el sistema glinfático. Este es un mecanismo de limpieza cerebral que se activa durante el sueño profundo. Este sistema elimina toxinas y desechos metabólicos, como la proteína beta-amiloide, asociada con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Por lo tanto, aumenta el riesgo de problemas cognitivos a largo plazo.

Efectos secundarios

Uno de los principales riesgos de los somníferos es la dependencia y la tolerancia. Con el tiempo, el cuerpo se acostumbra a estos fármacos y exige dosis más altas para lograr el mismo efecto. Esto lleva a un círculo vicioso de uso continuo y, en algunos casos, a la adicción.

Los efectos secundarios comunes incluyen somnolencia diurna, mareos, confusión y disminución de la coordinación motora. Estos síntomas afectan la capacidad para realizar actividades cotidianas, como conducir o trabajar.

Así mismo, algunos usuarios reportan la presencia de cambios de humor, irritabilidad o mayor ansiedad. Al final del día, esto empeora los problemas emocionales que ya podrían estar contribuyendo al insomnio.

Alternativas

Los expertos recomiendan limitar el uso de somníferos solo a cortos lapsos y siempre bajo supervisión médica. Es preferible elegir opciones no farmacológicas para mejorar la calidad del sueño.

Una de las estrategias más efectivas es la higiene del sueño. Esta incluye mantener un horario regular de descanso, evitar el uso de dispositivos electrónicos antes de dormir y crear un ambiente propicio para el sueño (como una habitación oscura y tranquila).

También se recomienda practicar técnicas de relajación, como la meditación o la respiración profunda, para reducir el estrés y la ansiedad que interfieren con el sueño. Así mismo, la terapia cognitivo-conductual para el insomnio (TCC-I) es una opción bastante eficaz.

En resumen, Si bien pueden ser una solución a corto plazo para problemas de sueño, es fundamental abordar las causas subyacentes y considerar enfoques más sostenibles para mejorar la calidad del sueño. Es fundamental que cualquier persona que considere usar somníferos lo haga bajo la supervisión de un profesional de la salud. La educación sobre los efectos de estos medicamentos y la búsqueda de alternativas no farmacológicas, como la terapia cognitivo-conductual para el insomnio (TCC-I), pueden ser opciones efectivas y más seguras.

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