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Ni a las 8 de la mañana ni a las 3 de la tarde: ésta es la mejor hora para aprobar un examen, según la ciencia

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Cada año, miles de estudiantes se enfrentan a exámenes que pueden marcar el rumbo de su futuro. Y aunque muchos se preparan con disciplina, duermen bien la noche anterior y repasan hasta el último minuto, no siempre obtienen los resultados esperados. ¿El motivo? Podría estar en algo tan simple como el momento día en el que hacen el examen. Sí, ese detalle que a menudo se ignora o se considera irrelevante puede estar jugando un papel crucial en el rendimiento académico. ¿Cuál es la mejor hora para hacer un examen?

Un estudio reciente sugiere que el momento del día en el que se realiza una prueba influye de manera directa en las probabilidades de éxito, incluso si se eliminan factores como la dificultad del examen o la preparación del estudiante. De acuerdo con estos hallazgos, hay una ventana horaria en la que el cerebro está más despierto, la concentración es óptima y tanto estudiantes como profesores están más receptivos. Esta conclusión, basada en un análisis de más de 100.000 exámenes, abre nuevas preguntas sobre cómo se estructuran los procesos educativos.

¿Cuál es la mejor hora para hacer un examen?

Durante años se ha debatido sobre los factores que afectan el rendimiento académico: calidad del sueño, dieta, motivación, ansiedad, técnicas de estudio… Pero ahora la ciencia añade un nuevo protagonista: el reloj. Investigadores liderados por el neurocientífico Carmelo Mario Vicario han descubierto que el rendimiento en los exámenes no es igual a cualquier hora del día, y que existe un momento óptimo en el que las probabilidades de aprobar aumentan de forma significativa.

El estudio, publicado en Frontiers in Psychology, se basó en un análisis estadístico detallado de más de 100.000 exámenes realizados en la Universidad de Messina, en Italia. El equipo tuvo acceso a una base de datos que incluía la hora exacta, la fecha, el resultado obtenido, el curso evaluado, el número de créditos asignados (como medida indirecta de dificultad) y la identidad del examinador. Así lograron aislar variables y centrarse en un único aspecto: la influencia del momento del día sobre la probabilidad de éxito.

Los datos revelaron un patrón contundente. Las tasas de aprobados no eran uniformes a lo largo del día, sino que seguían una curva en forma de campana. Es decir, las probabilidades de aprobar eran más altas entre las 11:00 y las 13:00 horas, mientras que bajaban notablemente a primera hora de la mañana (de 08:00 a 09:00 horas) y volvían a descender al final de la jornada (15:00 a 16:00 horas).

Este comportamiento, sorprendente para muchos, tiene una explicación lógica desde el punto de vista de la neurociencia cognitiva. El cerebro humano sigue ciertos ritmos biológicos que determinan su nivel de energía, concentración y rendimiento mental. A media mañana, los niveles de atención y alerta suelen alcanzar su punto máximo, lo que coincide con el tramo horario en el que se observaron más aprobados.

Ni el temario ni la dificultad

Uno de los grandes logros de esta investigación fue poder eliminar otros factores que podrían haber distorsionado los resultados. Por ejemplo, se controló la dificultad del examen a través del número de créditos asignados a cada materia. También se tuvo en cuenta la variabilidad entre distintos profesores y se excluyeron elementos como el tipo de evaluación.

El estudio se centró principalmente en exámenes orales, en los que el juicio del evaluador puede influir más que en una prueba tipo test. De este modo, también se pudo observar cómo el estado mental del profesor podría estar afectando al resultado del estudiante. Tal como se sugiere, si la energía mental del examinador también disminuye a lo largo del día, es probable que los criterios de corrección se vuelvan más estrictos sin intención consciente.

¿Por qué justo al mediodía?

Los investigadores señalan que, aunque no se pudo identificar el mecanismo exacto detrás del fenómeno, los resultados coinciden con lo que ya se sabe sobre los ritmos circadianos. Este reloj interno regula funciones vitales como la temperatura corporal, el estado de alerta, la secreción hormonal y la agudeza mental. Para la mayoría de las personas, el rendimiento cognitivo alcanza su punto máximo entre media mañana y el mediodía.

Asimismo, se propone que este efecto también podría estar influenciado por los llamados cronotipos, es decir, la predisposición biológica de cada persona a ser más activa a ciertas horas del día. Los jóvenes, por ejemplo, tienden a ser más nocturnos, mientras que personas mayores suelen tener más energía a primera hora. Esto podría generar un desajuste entre el ritmo natural de los estudiantes (más alerta en horarios tardíos) y la rutina de los profesores (más activos por la mañana).

A menudo se dice que el éxito depende del esfuerzo, la preparación y la constancia, pero ahora este estudio ha determinado cuál es la mejor hora para hacer un examen. No se trata de superstición ni de preferencias personales, sino de ciencia.