Los investigadores no dan crédito: descubren que algunas bacterias de este árbol pueden formar nanopartículas de oro
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Un grupo de científicos finlandeses ha encontrado un vínculo sorprendente entre las bacterias que habitan en las agujas de una especie de árbol y la formación de nanopartículas de oro. Este hallazgo, publicado en BMC Microbiology de Springer Nature, redefine la manera en que se entiende la relación entre los árboles, los microbios y los metales del subsuelo.
Además, podría sentar las bases para una nueva etapa en la exploración minera sostenible y en la descontaminación de aguas afectadas por metales.
¿Cuál es el árbol que posee bacterias capaces de formar nanopartículas de oro?
En los bosques boreales del norte de Finlandia, un grupo de investigadores analizó el contenido mineral de las agujas del abeto rojo (Picea abies) y encontró algo inusual: trazas de oro elemental en su interior.
El fenómeno no podía explicarse solo por la absorción pasiva de metales desde el suelo. La presencia de nanopartículas de oro sugería un proceso biológico más complejo que involucraba a los microorganismos que viven dentro de las plantas.
El estudio reveló que las bacterias endófitas, presentes en el tejido vegetal, pueden transformar el oro disuelto en partículas sólidas dentro de microambientes creados por biofilms.
Estas estructuras bacterianas modifican la química interna del árbol y generan condiciones propicias para la formación de nanopartículas de oro, un proceso que podría tener implicaciones significativas en la minería y en la gestión ambiental.
¿Cómo se produce el oro en las agujas del abeto y qué bacterias son las responsables?
Los científicos tomaron muestras de 138 agujas de abeto en el norte de Finlandia, en zonas próximas a yacimientos auríferos. Los análisis mediante microscopía electrónica de barrido revelaron que el 17,4% de los árboles contenía nanopartículas de oro rodeadas por células microbianas encapsuladas en una matriz biológica.
Las bacterias más asociadas a este fenómeno fueron de los géneros Cutibacterium y Corynebacterium, conocidas por su capacidad de modificar la química de su entorno.
Su papel parece ser clave: convierten el oro soluble presente en el agua del suelo en partículas sólidas que quedan retenidas dentro de los tejidos vegetales.
El descubrimiento demuestra que las plantas no solo absorben elementos del subsuelo, sino que reflejan la actividad microbiana que ocurre en su interior. En este caso, las bacterias actúan como mediadoras en la biomineralización del oro, un proceso que hasta ahora se había observado principalmente en ambientes acuáticos o sedimentarios.
El hallazgo de nanopartículas de oro, una vía sostenible para la exploración minera
La exploración biogeoquímica ya se utilizaba para identificar depósitos metálicos mediante el análisis de la vegetación, pero la incorporación de microorganismos como indicadores añade una capa de precisión inédita.
El estudio sugiere que la detección de bacterias asociadas a nanopartículas de oro podría servir para localizar vetas subterráneas sin necesidad de perforaciones agresivas ni maquinaria pesada.
Este enfoque tiene especial relevancia en regiones con regulaciones ambientales estrictas, como Finlandia, donde se encuentra la mina de Kittilä, una de las mayores explotaciones auríferas de Europa.
Allí, la integración de métodos biológicos y geofísicos podría optimizar la búsqueda de metales con menor impacto ecológico.
Según los autores, “las bacterias endófitas podrían actuar como biosensores naturales de metales preciosos”, lo que transformaría la manera de explorar recursos minerales bajo coberturas de sedimentos o en zonas de difícil acceso.
Microbios como aliados en la descontaminación
Más allá de la minería, las implicaciones ambientales del hallazgo son notables. Los mismos procesos que permiten la formación de nanopartículas de oro podrían aplicarse para eliminar metales tóxicos de aguas contaminadas.
En entornos mineros o industriales, las plantas y sus microbios pueden actuar como filtros naturales, acumulando metales pesados y reduciendo su movilidad en el ecosistema. Este mecanismo de biomineralización controlada abre la posibilidad de desarrollar sistemas de depuración ecológicos basados en la interacción entre microorganismos y plantas.
Ya existen proyectos experimentales en Escandinavia que emplean musgos acuáticos y bacterias para absorber arsénico, cadmio o plomo de ríos y lagos afectados. La idea de aprovechar la capacidad biológica de ciertos microbios para fijar metales podría, además de limpiar el agua, recuperar recursos valiosos de manera pasiva.
Este hallazgo podría mejorar la exploración minera ecológica y abrir nuevas vías para la remediación ambiental, usando plantas como indicadores de depósitos minerales subterráneos y agentes activos de descontaminación.
Desafíos y próximos pasos de la investigación finlandesa
A pesar de los avances, los investigadores subrayan que aún quedan interrogantes por resolver. No todos los árboles muestran el mismo comportamiento, incluso en suelos con presencia aurífera. Factores como la ruta del agua, la composición microbiana o la estacionalidad pueden alterar el proceso de formación de nanopartículas de oro.
Las próximas etapas del trabajo se centrarán en rastrear el recorrido del oro desde el suelo hasta los tejidos vegetales, analizando cómo interactúan distintas especies bacterianas con el metal disuelto. También se ampliará la investigación a otras plantas para comprobar si el fenómeno es exclusivo del abeto rojo o si ocurre en más especies.
Si se confirma su reproducibilidad, el oro ya no solo se buscará bajo tierra: también podría encontrarse, literalmente, creciendo en los árboles.