Los científicos no dan crédito: descubren lagos ocultos en el Sahara que reescriben la historia de las civilizaciones
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Una serie de lagos ocultos en el Sahara se pasaron a ser el tema central dentro de la investigación científica sobre el pasado climático de la región. La atención de arqueólogos, geólogos y climatólogos se concentra en explicar cómo este territorio pudo haber ofrecido condiciones muy distintas a las que hoy conocemos.
El interés radica en que estos descubrimientos no sólo obligan a repensar la geografía del Holoceno, sino también los movimientos de las comunidades humanas que transitaron por este espacio. La posibilidad de que existieran enclaves hídricos duraderos dentro de un entorno en proceso de desertificación abre así un debate de gran relevancia histórica y científica.
¿Cómo han descubierto que hubo lagos ocultos en el Sahara?
Una investigación publicada en Nature Communications por un equipo de la Freie Universität Berlin y el Instituto Max Planck de Meteorología demuestra que los cráteres volcánicos del macizo del Tibesti, situados en pleno Sahara, albergaron profundos lagos durante miles de años.
Esto no es para menos, debido a que este hallazgo ofrecería así una nueva explicación sobre el clima en el Holoceno medio y plantea hipótesis sobre rutas de migración humana hacia el valle del Nilo.
Durante el llamado Periodo Húmedo Africano, entre hace 11.500 y 5.000 años, el desierto se transformó en sabana. Grandes extensiones de vegetación, fauna diversa y comunidades humanas ocupaban la región.
En este contexto, los lagos de montaña del Tibesti, como el Trou au Natron, se mantuvieron en pie cuando otros oasis desaparecían, gracias a un régimen de lluvias persistente y localizado.
¿Por qué este fue un fenómeno atmosférico inesperado?
Los análisis de sedimentos, modelado climático y teledetección han mostrado que estas precipitaciones no llegaron desde el sur, como sostenía la teoría tradicional del monzón africano. El agua provenía del norte: masas húmedas transportadas desde el Mediterráneo por corrientes de aire en altura.
La orografía del Tibesti actuaba como barrera natural, obligando a las nubes a descargar lluvias intensas sobre los cráteres.
El resultado fue la formación y permanencia de lagos de gran profundidad, incluso cuando el resto del Sahara avanzaba hacia la desertificación. Este hallazgo cuestiona los modelos climáticos de baja resolución, incapaces de registrar los efectos de la topografía en fenómenos locales.
¿Qué simbolizan estos lagos ocultos en el Sahara para la historia de civilizaciones pasadas?
El Trou au Natron pudo albergar un lago de hasta 330 metros de profundidad durante milenios. La existencia de agua en estas condiciones convierte a los lagos ocultos en el Sahara en posibles focos de atracción para comunidades humanas en busca de refugio y recursos.
Aunque todavía no se han identificado asentamientos permanentes en las orillas de estos lagos, no se descarta su existencia.
Algunas teorías apuntan a que grupos humanos aprovecharon estos enclaves antes de desplazarse hacia el valle del Nilo. Si se confirma, los cráteres del Tibesti habrían sido puntos estratégicos en la transición hacia las primeras sociedades agrícolas en Egipto.
Repercusiones actuales y proyección futura de este hallazgo en el Sahara
El estudio tiene implicaciones que trascienden lo arqueológico. El cambio climático actual está modificando patrones de lluvia y sequía a escala global, y la investigación sobre los lagos ocultos en el Sahara recuerda que los modelos climáticos suelen infravalorar el impacto de la orografía.
Comprender cómo se formaron y persistieron estos lagos en un entorno árido permite anticipar fenómenos como inundaciones repentinas, la aparición de nuevos oasis o migraciones forzadas por la falta de agua.
El caso del Tibesti demuestra que incluso los territorios considerados más inhóspitos pueden contener claves decisivas para el futuro de la climatología y la historia humana.
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