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¿Qué hacer en caso de placenta previa?

La placenta es previa cuando la placenta del embarazo se coloca baja, es decir, cerca del cuello uterino. Esta eventualidad requiere exámenes cuidadosos y controles constantes por parte del ginecólogo. Esto es lo que debe hacer si tienes placenta previa en tu embarazo.

¿Qué hacer en caso de placenta previa?

El buen funcionamiento de la placenta, el órgano que conecta al feto con la madre para proporcionarle alimento y oxígeno, es una condición prioritaria para el normal desarrollo de la gestación y para evitar problemas de «sufrimiento fetal». En algunos casos, sin embargo, pueden presentarse problemas que la involucren y estos incluyen la llamada “placenta previa” o baja. Esto es lo que debe hacer en caso de placenta previa.

¿Por qué se produce la placenta previa?

De esta manera, se define como placenta previa a la placenta que se desarrolla demasiado baja dentro del útero (más propiamente a nivel del «segmento uterino inferior») para cubrir el cuello, en parte o en su totalidad.

A diferencia de la parte media superior de la cavidad uterina (o cuerpo del útero), donde se suele colocar la placenta, el segmento uterino inferior tiende a expandirse progresivamente durante el tercer trimestre del embarazo y, en particular, durante el parto. En el caso de la placenta previa, esta se asocia al desprendimiento progresivo de su zona de inserción lo que conduce a la pérdida de sangre .

¿Cómo se descubre la placenta previa?

El sangrado es el único síntoma de este trastorno y suele presentarse a partir de la semana 20 de gestación, durante el último trimestre de espera y/o durante el parto. El sangrado se caracteriza por un color rojo brillante y no está asociado con dolor.

Su extensión es variable según el tipo de placenta previa y puede ser bastante leve o corresponder a verdaderas hemorragias. Más precisamente, se distinguen tres tipos diferentes del trastorno:

¿Qué se debe hacer?

El ginecólogo puede verificar claramente la presencia de placenta previa a través de la ecografía: en particular, la sospecha tiende a surgir durante la segunda ecografía (morfológica) y la confirmación se obtiene mediante la realización de una ecografía transvaginal.

En cuanto al tratamiento, tras el primer episodio de sangrado vaginal, y la hospitalización, se debe tratar con reposo forzado (en particular, se debe evitar cualquier actividad que aumente la presión intraabdominal y la posición más recomendada es tumbada) y la abstinencia de relaciones sexuales, que podrían causar más pérdida de sangre provocando el inicio de las contracciones o provocando un traumatismo directo.

Si el sangrado se detiene, por lo general, puedes irte a casa: si ocurre un segundo episodio de sangrado, la futura madre será hospitalizada nuevamente y se mantendrá en observación hasta el parto.