EL CUADERNO DE PEDRO PAN

El Principal brilla con la gala de los V Premios Ópera XXI

Los recorridos de escenario fueron diseñados por la escenógrafa gallega María Pazos y el electrizante relato recayó en la pluma del catalán Marc Rosich

La ópera ‘L’Arxiduc’, una propuesta en permanente riesgo

Principa Ópera XXI
Foto de los premiados en la gala Ópera XXI.

Pippo, el criado de Fabrizzio en La gazza ladra, de Rossini, se mimetizará con Papageno, el pajarero de La flauta mágica, de Mozart, y así sucedió en todo el recorrido de la gala de los V Premios Ópera XXI que tuvo lugar el martes 18 de marzo en el Teatre Principal de Palma. Una gala que en pocas palabras cabe describir como amena, imaginativa y asimismo con clase.

En ello no hay nada de particular porque los recorridos de escenario venían diseñados por la escenógrafa gallega María Pazos y dejando el electrizante relato en la pluma del catalán Marc Rosich. Lo de pluma (de escritor) es literal, pero también hay una componente simbólica, puesto que de plumas iba el asunto; plumas de pájaros más bien, porque el leitmotiv de esta gala era el hermanamiento del canto de los pájaros con trinos de las cantantes de ópera. Para visualizarlo, allí estaban convertidas en presentadoras sopranos de la talla de María Hinojosa y Mariola Cantarero, complementadas con el actor Ángel Ruiz en su doble función de criado y pajarero.

Marc Rosich, que es referente de la dramaturgia elaborada en la Sala Beckett de Barcelona, complementaba a la perfección el carácter vanguardista de los trabajos de Pazos, por lo general resueltos en colores vivos, de manera que se sublimaba la retórica encarnada en el hecho de presentar para crear en su lugar una sucesión de gags que inyectaban un agradecido dinamismo a la gala. Primera conclusión: lo visto en el Teatre Principal de Palma había superado, con creces, la ceremonia del año anterior en el Teatro Cervantes de Málaga. Las cosas como son. Antes de seguir, algunas consideraciones.

Lamentar ausencias tan significativas, como los premiados Carles Pachón, Gustavo Gimeno y Calixto Bieito. Es decir, premio al joven cantante, así como el doblete a la dirección musical y artística, de El Ángel de fuego, una producción del Teatro Real de Madrid. ¿Se habrían ausentado de ser el equivalente a los Oscar de Hollywood? ¡Por supuesto que no! Sin embargo, lo eran, en el ámbito de la lírica española. Esta circunstancia honra el hecho de asistir a la gala la soprano lituana Ausrine Stundyte, asimismo una de las voces principales de El Ángel de fuego de Prokofiev.

También es lícito reivindicar que no era de recibo, en esta gala, la ausencia de referencia alguna a un hecho histórico ocurrido en nuestro suelo: estreno absoluto de la ópera L’Arxiduc, con libreto de Carme Riera, y partitura de Antoni Parera Fons, ambos mallorquines, los dos Premio Nacional en sus respectivas categorías. Más si cabe teniendo en cuenta que críticos de ópera son parte destacada del jurado (tres de ellos entregaron la Ó del galardón en la gala de Palma), que invitados el pasado noviembre a asistir al estreno, en el Teatre Principal de Palma, excusaron su asistencia. No es de recibo.

Por cierto, casualmente me tocó sentarme junto a Isamay Benavente, que es la presidenta de Ópera XXI, y de la segunda de a bordo en el INAEM, o sea que estuve levantándome una y otra vez por exigencias del guion (ellas tenían que subir al escenario para entregar premios), rogando a los dioses que no hubiera cañón de foco alguno que me confundiera con premiados, como sí tuve que padecer en el estreno absoluto de Bearn en el Auditórium, allá por 1983, con tantos flashes y focos señalándome, hasta que alguien dijo la verdad: «¡No es Jaime Chávarri!». Y de nuevo se hizo la discreta oscuridad.

Volviendo a la gala de los V Premios Ópera XXI, impecable desarrollo de acontecimientos, al tiempo que sucediéndose los gags, con determinación.

El coro del Teatre Principal se mantuvo, siempre discreto, en la exhibición de sus evoluciones al servicio del tándem Rosich-Pazos; resultando óptimo, por otra parte, el jugo sacado al duelo de trinos de las sopranos al simularse siendo ellas rikishi en un combate de sumo o la ceremonia de nuevo ellas al embarcarse en una parodia de Las cuatro Estaciones de Antonio Vivaldi.

Interesantes las licencias permitidas en el guion, como por ejemplo aludir a Los pájaros, de Hitchcock, magnífica y cómicamente acertada la soprano Mariola Cantarero, así como la inesperada alusión a Gavilán o paloma, el éxito setentero de Pablo Abraira en la voz del actor Ángel Ruiz hasta llegar a la culminación de la gala con el dueto mozartiano de los papagenos, él y ella en el desenlace de la búsqueda de la Ó perdida, anuncio supongo, de la próxima edición. Todo bien y sujeto a los 90 minutos del showbiz.

Me olvidaré del falsario discurso de Catalina Cladera, que pasaba por allí.

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