Pablo Herrán de Viu, el mallorquín que desmonta todos los tópicos
El mallorquín Pablo Herrán de Viu, nacido en 1986, es un caso especial. Si me leen verán por qué razón, si soy capaz de explicarme como Dios manda. Utilizar el nombre del Señor no es ninguna estupidez y menos en este caso que nos ocupa, pues Pablo nació en una familia ligada a la Iglesia, al conocido y frecuentemente cuestionado Opus Dei y, sin embargo, esta misma familia parece demostrar que en cuanto a tolerancia está mucho más preparada que otras que cuestionan a diario a los del bando contrario sólo por el hecho de estarlo, potenciando tópicos que se alejan de la realidad en cuanto uno descubre un poco lo que hay detrás de las barreras que surgen por la falta de información real.
De padres cultivados es la familia que ha aceptado con normalidad todas las decisiones de sus hijos, absolutamente todas, defendiendo de esta manera la unidad familiar como concepto basado sólo en el amor, el respeto, la ayuda y, sobre todo, la aceptación de la individualidad y la igualdad. Fueron precisamente sus padres los que inculcaron siendo niño el amor por la cultura y concretamente por el cine, por el buen cine, así que ese niño, en cuanto creció, no tuvo dudas respecto a lo que iba a estudiar y ser.
Recién licenciado en Comunicación Audiovisual, se trasladó a Nueva York para estudiar Realización de Cine. Un privilegio que supo valorar desde que comenzó sus estudios. En la capital del mundo, al menos lo era por entonces, vivió ocho increíbles años aprendiendo todo lo cool que se puede aprender en un lugar que ofrece todas las oportunidades de ser lo que uno quiera si se esfuerza lo suficiente. En ese Nueva York tocado todavía por la cercanía de los atentados de las Torres Gemelas, Pablo se transformó en un hombre libre capaz de tomar decisiones exitosas que le llevaron a vivir experiencias que algunos sólo se atreven a soñar desde sus lugares de confort, pero jamás a realizar, sea por desidia o por miedo.
Pablo, convertido en un atractivo joven de Brooklyn, cuya vecina, una anciana dama trans, le inspiró muchas de sus acciones vitales, trabajó más que nadie ejerciendo como guionista, director y editor, lo más grande que uno puede lograr en un lugar donde solo llegan los que son capaces de sobrevivir en la mayor selva de la competencia que existe. Todavía muy joven fundó el Screen Loud Film Festival, un festival de cine centrado en la temática de la inmigración, que el español conocía bien puesto que él mismo era uno de esos miles de inmigrantes que año tras año llegan a la ciudad para buscarse un futuro o simplemente para sobrevivir.
Durante su larga estancia conoció y trató con gente de todo el mundo, se interesó por todo, bebió y comió todas las manzanas que pudo, entenderán que es una metáfora, el caso es que se puso en forma y luchó por su sueño, estableciendo todas las relaciones necesarias para no estar solo en la lucha.
El español marqués de Cazaza en África, Íñigo Ramírez de Haro, entonces agregado cultural del consulado de España, en manos del valenciano Fernando Villalonga, que abandonó su maravilloso puesto para ponerse al lado de Ana Botella como alcaldesa de la ciudad de Madrid, no dudó en darle su apoyo, al igual que otros españoles como Cristina Macaya Jr., la hija fotógrafa de la gran Cristina, la que todos conocían como la gran anfitriona de Mallorca, cuando más que eso era una embajadora de su isla elegida para fundar su reino, tolerante y abierto y con más glamour que ningún otro.
No era fácil, incluso con todas estas relaciones tan importantes, poder permanecer en los Estados Unidos con los permisos en orden, lo que le llevó a regresar a sus raíces, en un acto de madurez e inteligencia, donde no abandonaba todo lo aprendido hasta entonces, al contrario, se lo traía consigo, sin desvincularse jamás de amigos tan queridos como su vecina en Brooklyn, de la que les hablaré más delante de nuevo.
Ya de regreso en España, publicó su primera novela en 2017, parece mentira como pasa el tiempo, titulada Manuel Bergman (Editorial Dos Bigotes), novela inspirada en sus vivencias y, como no, en su vecina de Nueva York. Un año más tarde fue seleccionado por la AECID entre los diez autores más representativos de la nueva literatura española, en el programa 10 de 30 de 2019. Participó en la antología Asalto a Oz (Editorial Dos Bigotes) con el relato Asunto vacío. Mientras pudimos (Altamarea Ediciones) es su segunda novela. Recuerdo que mi amiga, la editora de Alfabia, Diana Zaforteza, leyó sus primeros textos y quedó fascinada. Del cine a la literatura sin dejar nada atrás y sin renunciar tampoco a nada.
De familia bien, un pijo que dirían despectivamente los que no conocen el significado de la palabra, que trabajaba incasablemente como camarero para costearse los sueños que desde niño había perseguido. Se ha convertido, casi a sus 40 esplendoroso años, en toda una personalidad. Sigue residiendo en Barcelona, desde donde trabaja como guionista, es colaborador en revistas literarias y profesor de escritura creativa. Y es feliz.
Anoto, para acabar, que no estaría mal ver a personajes como Pablo posando para las revistas de sociedad como reflejo de la realidad española que muchos jóvenes elegantes han creado con enorme esfuerzo.
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