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Primera entrevista tras el incidente en el Parlament

Gabriel Le Senne (Vox): «La izquierda me llamó ‘¡puto nazi!’ pero para ellos eso no es delito de odio»

El presidente del Parlamento balear, Gabriel Le Senne (Palma de Mallorca, 1977), lleva meses abriendo las portadas de los periódicos de Baleares desde aquel pasado 18 de junio en el que arrancara y destrozara en un pleno la foto de Aurora Picornell, una joven estalinista fusilada en 1937, considerada La Pasionaria balear y a quien la izquierda venera como el gran icono de la represión franquista en Mallorca. A partir de ese momento, el diputado de Vox, abogado e hijo de un ingeniero y director general de Obras Públicas del primer Gobierno autonómico de Gabriel Cañellas, se convirtió en el enemigo público a batir por el PSOE.

La oposición pidió su expulsión y la prensa de izquierdas, casi toda en Baleares, emprendió una cacería implacable retratándolo como un Belcebú fascista, xenófobo, negacionista y ¡acólito de Milei! Le Senne salvó su cabeza el pasado martes con la abstención del PP de Marga Prohens tras un pleno extraordinario en el que se debatió su destitución pero tendrá que ir a declarar ante el juez el próximo 27 de septiembre investigado por un delito de odio.

Le Senne recibe en exclusiva a OKDIARIO en el majestuoso edificio del Parlamento balear construido a mediados del siglo XIX por la sociedad Círculo Mallorquín y custodiado por un imponente cuadro de Jaume I el Conquistador, de Ricard Anckermann. El abogado echa la vista atrás y lamenta haber arrancado la foto de Picornell, aunque aclara que fue un acto «inintencionado» y que su enfado no fue con la «pobre chica de 23 años ejecutada en esa guerra tan tremenda» sino con la socialista Mercedes Garrido por saltarse a la torera la neutralidad de la Mesa que exige el reglamento de la Cámara.

Le Senne, vestido con un impoluto traje azul, de aspecto tímido, voz sosegada y un lenguaje gestual casi espartano, también recuerda cómo hubo diputados de la izquierda plantados a las puertas del Parlament que dos días después del incidente le llamaron «¡puto nazi!», algo fuera del espectro penal de delito de odio cuando les salpica a ellos.

PREGUNTA.- Le tengo que decir, señor Le Senne, que estoy un poco decepcionado.

RESPUESTA.- ¿Por qué?

P.- Porque yo he entrado aquí en su despacho y esperaba ver un retrato de Franco, un póster de la Falange con el yugo y las flechas… Porque yo he leído la prensa de Baleares antes de venir aquí y usted era según ellos lo más parecido al demonio. Y resulta que me encuentro con todo lo contrario, un retrato de Felipe VI y libros de Mises y Hayek, los economistas liberales de la Escuela Austriaca.

R.- Bueno, funciona así. Como dije en el discurso del pasado martes en el pleno, ellos llaman fascista a todo el que se les opone. Pero realmente estoy muy lejos del fascismo porque defiendo todo lo contrario, un Estado pequeño y reducido.

P.- Pero la izquierda ha hecho una caricatura de usted después del incidente que hubo en el Parlamento con esa foto de Aurora Picornell, una estalinista fusilada durante los años de la Guerra Civil o en el franquismo, ahí ya me falla la memoria.

R.- Guerra Civil, creo yo.

P.- Guerra Civil. Pues esa foto la expusieron las diputadas socialistas y miembros de la Mesa del Parlament Mercedes Garrido y Pilar Costa. Usted se la arranca y a partir de ahí la izquierda en bloque exige su destitución.

R.- Lo primero que querría decir es que no tengo nada en contra de la señora Aurora Picornell. Sólo faltaría. Digo esto porque es un tema muy sensible y lo que han manejado contra mí. Picornell fue una pobre chica de 23 años que fue ejecutada en esa guerra tan tremenda. Ellos [la izquierda] mutilan los hechos, cogen sólo los cinco segundos en los que yo me enfado y termino haciendo eso. Omiten los 45 minutos anteriores donde yo voy hablando con la señora Mercedes Garrido. Le expliqué que esa foto, que también exhiben los diputados de la izquierda, rompe la neutralidad de la Mesa del Parlament. Les intento convencer de que la retiren de manera voluntaria y me llegan a decir que lo harán después de la intervención de un diputado de Vox. Finalmente opto por decirles públicamente que la retiren, pero se niegan y les llamo al orden. El presidente tiene la obligación de mantener la neutralidad en una sala de plenos. Al final, la expulso por esa actitud rebelde. Le cierro el ordenador a Garrido, pero ella, en lugar de irse, lo vuelve a abrir. En ese momento decido tirar de la foto con la desgracia de que se rompe. Fue un acto inintencionado.

P.- La izquierda dice que «si hubiese sido una foto de Franco no la hubiera quitado».

R.- Es que en el improbable caso de que eso pasara y yo les ordenara que la retiraran, esos diputados la hubieran retirado. Yo es que creo que nunca se había dado el caso de que un diputado se negara a acatar una instrucción del presidente en el ejercicio de sus competencias.

P.- Echando la vista atrás, ¿qué es lo que no volvería a hacer en cualquier caso?

R.- No volvería a cerrar el ordenador ni a tirar de la foto. Lo que tendría que haber hecho es cerrarle el micrófono a Mercedes Garrido. Tendría que haber cortado el micro. Y si se negaba a retirar esa foto, haberle pedido a los servicios de la Cámara que la retiraran.

P.- A partir de ahí empieza toda una marejada impresionante. La presidenta balear, Marga Prohens, dijo que usted debería haber dimitido. Finalmente, el PP se abstuvo. ¿Cuál es la lectura política de lo que ha pasado del martes hasta aquí?

R.- Se ha impuesto el sentido común, todo era una exageración. Durante este tiempo han estado diciendo que yo arranqué y destrocé la foto como si hubiera sido algo intencionado. Como he dicho, lo hice por sucesivos incumplimientos del reglamento. Pedí disculpas al día siguiente sin que nadie me lo exigiera. Y como acabamos de comentar, yo creo que visto ahora con perspectiva, tenía que habérselo pedido a los servicios de la Cámara y no haberlo hecho yo personalmente, porque no es apropiado. Aunque el reglamento dice que yo puedo adoptar las medidas que estime pertinentes para mantener el orden. Soy cristiano, y cuando cuando hago algo mal no tengo ningún problema en reconocerlo y pedir perdón. Les llegué a proponer [a las diputadas del PSOE] pedir disculpas juntos y rebajar la tensión, pero no quisieron. No quisieron porque consideran que no hicieron nada mal. Espero que ahora podamos pasar página porque fue in crescendo el enfrentamiento, y a mí no me gustó.

P.- ¿Usted cree que hay una doble moral en este tipo de episodios? El PSOE no se indigna cuando sus socios de gobierno aparecen con pancartas de etarras y de asesinos…

R.- Hay un doble rasero muy claro. Cuando a ellos les interesa, son muy estrictos, y cuando no, son muy laxos. Por ejemplo, el presidente del Gobierno tiene investigados a su mujer y a su hermano y ahí son laxos. O Francina Armengol también se ha visto implicada en el caso de las mascarillas, o en su día se saltó las restricciones que nos impuso a todos
los demás ciudadanos del confinamiento. Encuentro que son casos más graves que el mío. O también cuando los propios diputados de izquierdas, el día 20 de junio, o sea, dos días después del suceso de la foto, montaron una manifestación en las puertas del Parlament donde gritaron «¡Gabriel Le Senne, puto nazi»! Estuvieron ahí coreándolo con la intención de que se les oyera dentro del recinto. Eso me parece un delito de odio. Pero yo no les he puesto una denuncia porque eso sí es judicializar la política. Más allá de ello, insisto en que no he querido ofender a nadie y he pedido disculpas. Pero como ya dije mi problema no fue con Picornell sino con Mercedes Garrido por incumplir el Reglamento.

Los conflictos internos de Vox en Baleares

P.- ¿Se sintió respaldado por la dirigencia de su partido?

R.- Totalmente. También lo dije en el discurso: tengo la suerte de pertenecer a un partido que tiene por lema «Sin miedo a nada ni a nadie». Y eso, en situaciones así, te da mucha seguridad.

P.- ¿Habló con Abascal sobre este episodio?

R.- No, no hablé con él directamente. Sí puso un tuit apoyándome. Hablé con el secretario general y con muchos otros que sí que me dieron todo su apoyo. En ese sentido, me he sentido muy respaldado.

P.- Y a nivel interno, porque Vox aquí tiene también muchos líos. ¿Cómo ha sido el episodio de la foto de Picornell en relación con el resto de sus compañeros de partido?

R.- Me han respaldado todos desde el primer momento y ninguna queja. Y de hecho el otro día, el pasado martes, vinieron todos a darme su apoyo. O sea, vinieron del Ayuntamiento, vinieron del Consell muchos compañeros a apoyarme.

P.- ¿Y en las votaciones?

R.- En las votaciones me han apoyado todos. Sólo Xisco Cardona, que estaba en nuestro grupo y ahora es no adscrito, se abstuvo como el PP.

La relación de Vox con el PP

P.- Le quiero preguntar, aprovechando que estamos hablando de esto, sobre los díscolos de Vox en Baleares. ¿En qué situación está el partido? Ahí están Idoia Ribas y Sergio Rodríguez. Si estos dos deciden romper con el partido y salirse de la disciplina, a partir de ahí el Partido Popular ya no necesitaría del apoyo de Vox. ¿Me equivoco?

R.- Si ellos salieran, que yo espero que no salgan, quedaríamos cuatro dentro y cuatro fuera. Y le podrían bastar al PP. Pero yo creo que incluso en ese escenario que, insisto, espero que no se produzca, incluso en ese escenario el PP preferiría apoyarse en Vox que no en una serie de diputados no adscritos o tránsfugas. Las relaciones con el PP a nivel local no son malas, nunca han sido malas. Es verdad que el escenario nacional es complicado y esa ruptura de los gobiernos y de nuestro acuerdo de investidura, pues obliga a recolocar las piezas. Y yo creo que hay que ver cómo se recolocan, pero estamos obligados a recolocarlas porque la aritmética es la que es y creo que los ciudadanos no han votado el acuerdo específico que firmamos, porque eso ya lo hicimos los grupos, pero sí que nos han votado para que colaboremos y que saquemos medidas como hemos hecho en cierta medida. Espero que podamos sacar muchas más en beneficio de todos los baleares y especialmente de nuestros votantes.

P.- Hay una gran pregunta de aquí al futuro y van a ser el tema de los Presupuestos. ¿Usted ve a Vox apoyando los Presupuestos de Marga Prohens? Porque eso sí que sería determinante para el futuro legislativo de este Gobierno autonómico.

R.- Creo que es una de las leyes que habrá que pactar. Yo confío en que a los grupos, porque yo ahora como presidente tengo que distanciarme un poco de los grupos, les corresponde a ellos negociar, pero yo confío en que se pondrán de acuerdo, porque creo que nos conviene a todos.

P.- Quiero volver al tema de la remoción de ese pleno, porque también hubo un momento muy significativo y tiene que ver con esto de las relaciones entre PP y Vox, porque Sebastián Sagreras, el portavoz del PP, le echó en cara que usted tenía que dimitir. ¿Cómo lo encajó?

R.- En el momento en que Vox, siguiendo el incumplimiento previo del Partido Popular, dio por rotos los acuerdos en las autonomías, el mismo día siguiente el Partido Popular salió a decir que consideraba que a consecuencia de esa ruptura, pues que yo debía dimitir. Nosotros como partido dijimos desde el primer momento que eso no lo veíamos razonable, porque por el mismo acuerdo que se me nombró a mí, se nombró a la señora Prohens. De hecho, se me nombró a mí antes porque se elige antes a la Mesa del Parlament y después se inviste a la presidenta. Yo creo que ese argumento no se sostiene y de hecho, mis compañeros presidentes de las Cortes de Aragón, de Castilla y León y de Valencia van a seguir. Siguen de presidentes y no se les ha cuestionado su continuidad. Entonces, yo creo que no tiene que ver una cosa con la otra. Tampoco le hemos pedido nosotros a la señora Prohens que dimita, que su investidura fue consecuencia de ese pacto. Yo, como he dicho, creo que los dos grupos deben entenderse, quedan tres años de legislatura y los ciudadanos esperan que colaboremos. Entonces espero que las piezas se recoloquen como sea razonable y que podamos hacer muchas cosas en beneficio de los ciudadanos.

P.- Usted, en algún momento, desde el plano ya personal, ¿llegó a plantearse dimitir? ¿Ofreció su dimisión?

R.- No, yo no. El partido sabe que siempre he estado a su disposición. Yo sé que los ciudadanos no me han votado a mí, sino que han votado a Vox. Pero vamos, el partido creo que está hasta donde yo sé muy contento con mi labor y no se ha planteado en ningún momento mi dimisión.

Inmigración ilegal y libertad lingüística

P.- ¿Qué medidas le gustaría que los dos partidos aprobasen antes de que terminara el mandato de Prohens?

R.- Eso lo tienen que decidir los grupos. Yo creo que hemos sacado algunas cosas muy positivas. Rebajas de impuestos, libre elección de lengua en la primera enseñanza, que es algo que incluso estaba previsto en la normativa en vigor pero que no se aplicaba…

P.- El pacto lingüístico de PP y Vox es muy flojo.

R.- Se ha hecho un primer paso. Es un tema muy, muy sensible. Bueno, ya le digo, estaba previsto en la Ley de Normalización Lingüística y ni eso se aplicaba. Entonces creo que es indiscutible que se ha dado un primer paso y que a lo mejor sería conveniente avanzar más, en mi opinión. Decididamente, habría que avanzar más. Estas son cuestiones de negociación entre los grupos en las que yo no debo entrar, pero confío en que se llegue a algún punto razonable. Ahora, por ejemplo, uno de los proyectos que está sobre la mesa es una Ley de Simplificación Administrativa. También la memoria histórica o una pequeña reforma para las corridas de toros. Hay cosas que están sobre la mesa y que lo lógico es llevarlas adelante. Todo lo que vaya en la línea de reducir el peso del Estado, facilitar la vida a los ciudadanos, defender la libertad, la igualdad ante la ley, el cumplimiento de la ley… Porque estamos, por desgracia, en una situación en la que muchas veces no se cumple la ley. Lo dije también en mi discurso del pasado martes. Estamos viendo que no se cumple la ley. Por ejemplo, en las fronteras.

P.- Eso le iba a preguntar. ¿Coinciden PP y Vox en las políticas para contener la inmigración ilegal o tienen también diferencias en esto?

R.- Se sabe que nosotros proponemos una política más contundente, digamos, de cumplimiento de la ley, porque eso genera muchos problemas y no es en absoluto una postura xenófoba, sino de cumplimiento de la ley y de defensa de la seguridad ciudadana, porque aquí hay una cierta alarma social, porque hemos tenido ya varios casos de, por ejemplo, argelinos que plantean problemas.

P.- ¿Ha aumentado la inseguridad en las islas?

R.- Sí, sí. Y es que hemos tenido varios escándalos en barrios donde los propios vecinos han montado manifestaciones y han expulsado a la fuerza a algunas personas que habían ocupado viviendas o instalaciones. Este fue el motivo de la ruptura de los acuerdos a nivel nacional. Nosotros proponemos una política más contundente. Es verdad que en buena parte la responsabilidad es nacional, es del Gobierno nacional, pero las autonomías tienen posibilidad de presionar y de utilizar ciertas palancas para presionar al Gobierno. Este es un tema que preocupa a la ciudadanía.

Juicio por delito de odio

P.- En el horizonte próximo hay una cita que es el próximo día 27 de septiembre. Usted tiene que ir a declarar por la denuncia de delito de odio por el episodio de la foto de Aurora Picornell. ¿Qué cree que puede pasar y qué consecuencias puede tener para su futuro político?

R.- Si me condenaran, eso sería la reafirmación más contundente de que esas leyes de memoria no se sostienen desde el punto de vista de la libertad de expresión. Ese intento de imponer desde el poder una visión de nuestra historia, que es una historia controvertida, una historia que en buena medida se había pacificado, porque son hechos de hace 80 años y no hay por qué resucitarlos. Nosotros estamos a favor de que todo el mundo tenga una sepultura digna. Por supuesto, faltaría más. Pero no ese intento de decir un bando bueno, un bando malo. Todos tenemos familiares en ambos bandos y no hay ninguna necesidad de resucitar aquello, sino al contrario. Hay que dejar libertad a los historiadores y libertad a los ciudadanos para expresarse sobre ese asunto. Esas leyes de memoria no pueden imponer una historia. Y esos nuevos delitos, como el delito de odio, están conduciendo a la censura de unos discursos ideológicos en un determinado sentido y eso no puede ser. Los ciudadanos tenemos que defender nuestra libertad de expresión.