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La «batalla de las superficies», el choque más original entre Nadal y Federer

Mallorquín y suizo se enfrentaron en el Palma Arena en una pista mitad césped mitad tierra

Despertó una enorme expectación y fue un éxito: ganó Nadal, que tenía más ventaja

La exhibición se disputó en mayo de 2007, poco antes de que Rafa le gana a Roger la final de Roland Garros

Fue una idea del ex-presidente del Govern Balear Jaume Matas y costó 1.63 millones

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La rivalidad deportiva entre Rafa Nadal y Roger Federer no tenía nada que ver con su relación personal. El suizo y el mallorquín eran y son íntimos amigos y Federer lo ha demostrado visitándole en su Academia y protagonizando uno de los duelos más originales de la historia del tenis, la «batalla de las superficies», un partido de exhibición ideado por el ex-presidente del Govern Balear Jaume Matas que se disputó el 2 de mayo de 2007 en el recién inaugurado Palma Arena, en el que se habilitó una cancha de tenis dividida: por una parte Nadal sobre tierra batida, por la otra Federer sobre césped. El acontecimiento fue un completo éxito, se retransmitió por televisión a nivel internacional y las 7.000 entradas disponibles se agotaron casi de inmediato. Nadal ganó 7–5, 4–6, 7–6 (12–10).

Rafa Nadal y Roger Federer llegaron a la «batalla de las superficies» en pleno apogeo, con 21 y 26 años. El mallorquín acababa de ganar al suizo la final de Montecarlo y acumulaba 72 victorias consecutivas sobre tierra, mientras que su rival sumaba 48 triunfos seguidos en césped para presentar un currículo de cuatro años invicto en los que había levantado cuatro veces la copa de ganador de Wimbledon. Rafa llevaba en 2007 dos Roland Garros y estaba a un solo mes de lograr la tercera Copa de los Mosqueteros, precisamente ante Federer, al que dominaba 7-3 en enfrentamientos personales.

«¡Será divertido descubrir quién es mejor en un pista con ambas superficies! Y también será interesante ver quien escoge la mejor táctica», dijo antes del partido un muy cercano Federer, que se alojó en el Hotel Valparaíso junto a la que entonces era todavía su novia, la ex-tenista eslovaca Mirka Vavrinec. Ambos aprovecharon su primera visita a la isla para admirar la Capilla del Santísimo del artista felanitxter Miquel Barceló en la Catedral de Palma.

19 días se tardó en construir la pista, que costó 1.63 millones de dólares y que no estuvo exenta de problemas porque el césped se levantaba. La organización tuvo que sustituir los paneles a última hora, pero la desventaja de Federer en esa superficie era evidente ante un Rafa que, sobre tierra batida, disponía de mucho más tiempo para preparar los golpes y defenderse desde el fondo. Durante el partido, ambos jugadores tuvieron que usar dos pares distintos de zapatillas. Uno para la parte de hierba y el otro para la tierra batida.

Desde aquel día Federer y su familia volvieron en muchas más ocasiones a la isla. La última vez que se hizo pública la visita del suizo fue en octubre de 2016, en la inauguración de la Academia de Rafa Nadal en Manacor. Federer fue el gran protagonista del acto central junto al presidente ejecutivo de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, y el propio tenista mallorquín. «Es una gran idea, yo no tengo una Academia como ésta», dijo sonriendo Roger Federer, un verdadero caballero dentro y fuera de las canchas de tenis.