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Baile de millones por 15 euros

Después de pagar tres millones y medio por Van der Heyden y más de siete por Larín, la capacidad negociadora de Pablo Ortells entra en solfa. Las más recientes cesiones, Chiquinho y Valery, tampoco invitan a la absolución. Pero no acostumbramos valorar ningún fichaje sin haber visto al futbolista en cuestión al menos diez partidos. Alguno de los mencionados desde luego no los ha disputado, lo que equivale a su inmediata descalificación.

Ayer no era San Ricard, ni el aniversario del más famoso, «Corazón de León», pero tocaba almuerzo con dos de los grandes, Pla y Cabot. Entre los tres no supimos hallar a cinco jugadores, los dedos de una mano, de primera división en la plantilla actual del Mallorca, gravada y agravada por su altísima media de edad. Otro debe en el balance de la dirección deportiva. Dani Luna y Javi Llabrés, dos de las antiguas promesas, no fueron requeridos por equipos punteros, ni siquiera medianos, de segunda división. Cartagena y Eldense, ambos descendidos. Tampoco habían brillado en el «pre» Mirandés en campañas precedentes.

A no más tardar antes de Navidad sabremos si Pablo Torre, al parecer el gran objetivo, vale lo que cuesta, cinco millones. Tal vez una tasa excesiva para un futbolista de 22 años aunque sea internacional sub 21 y venga de C’an Barça. Nos podríamos preguntar si también hubiera sido llamado por Santi Denia de jugar en otro equipo. Su edad es un aval y su polivalencia, centrocampista ofensivo o extremo izquierdo, también. Pero las apariencias en tales cuestiones son malas consejeras y en el mercado del fútbol se habla de millones como si fueran churros o las antiguas liras italianas.

El resto de la comida nos lo pasamos hablando de cine y viejas batallas. Hoy tampoco hay cinco actores de primera división, ni narradores tan malos como Juan Carlos Rivero. A 15 euros el menú tampoco se puede pedir más.