Dos presos magrebíes siembran el caos en la cárcel de Zuera: uno rompió los dientes a un funcionario

• Paula Ciordia @paulaciordia
• Zaragoza
• Periodista y filóloga. Corresponsal en Aragón.
• • 10/02/2025 13:41
  • Actualizado: 10/02/2025 13:43

Sigue escalando el nivel de violencia en el centro penitenciario de Zuera (Zaragoza). Dos jóvenes presos de origen magrebí han protagonizado dos nuevos episodios violentos en esta cárcel aragonesa, considerada una de las más peligrosas de España.

Uno de los presos marroquí agredió a un funcionario de prisiones hasta el punto de romperle la mandíbula y dos dientes. El otro recluso se abalanzó sobre una funcionaria tras haberle censurado en su comportamiento.

Violencia en Zuera y el perfil del agresor

Los hechos sucedieron este fin de semana por parte de dos internos muy agresivos. Los funcionarios de prisiones lamentan que estos episodios son reiterados en el trabajo del día a día y denuncian que «son protagonizados por un nuevo perfil de reclusos de origen magrebí jóvenes muy agresivos».

«Sin estos perfiles, tendríamos prisiones diferentes», señalan desde el sindicato Tu Abandono Me puede Matar (TAMPM) a OKDIARIO. Este sindicato con mayor representatividad en las instituciones penitenciarias,  lleva un año alzando la voz ante una situación laboral «cada vez más difícil». «La gente se extraña, pero muchas veces son los propios reclusos los que nos defienden de este tipo de presos», explican.

Un preso rompe 2 dientes a un trabajador

A primera hora del pasado viernes, en un módulo de alta conflictividad de Zuera, un joven de origen marroquí de 18 años volvió a sufrir un brote psicótico que despertó en él una actitud de extrema violencia. Este joven ya había tenido problemas con los trabajares, y recibió a los funcionarios de su departamento con un palo de escoba.

Según explican los propios trabajadores, el magrebí se atrincheró en su celda golpeándose así mismo, lanzando objetos contra ellos, y profiriendo golpes y patadas a la puerta. Cuando los funcionarios lograron acceder a la celda para intentar contener al recluso, éste les comenzó a atacar, dándoles puñetazos, golpes y patadas, siendo muy dificultoso reducirlo. Hasta el punto de que a uno de los funcionarios recibió un fuerte impacto que le fisuró la mandíbula con el que terminó arrancándole dos dientes.

Desde el sindicato en Zuera alertan que «este recluso volverá a quedar impune, pese a la violencia ejercida a los trabajadores». «Desde la Secretaría General de Instituciones Penitenciaras, no quieren castigar con el régimen cerrado este tipo de agresiones si se deben a un problema mental por parte del preso», explican.

Según manifiestan a OKDIARIO, las consecuencias de no actuar de una manera contundente ante este tipo de agresiones es «un efecto llamada a la violencia»: «Al no ingresar en un módulo cerrado, es muy posible que este agresor vuelva a enfrentarse con el mismo funcionario».

Un magrebí se abalanza sobre una mujer

El segundo episodio de violencia en Zuera sucedió al día siguiente. Este pasado sábado, en uno de los módulos más conflictivos de la prisión, otro joven magrebí volvió a desafiar a una funcionaria negándole a hacer caso a sus indicaciones.

El preso que había sido castigado con la privación de paseo por otro incidente que había protagonizado con anterioridad, se negó a bajar al comedor a la hora de la cena. Una vez ya en el comedor, el recluso se cuela en la fila, y la  funcionaria le censura, exigiéndole que respete el turno.

Lleno de ira el magrebí con actitud machista le grita a la funcionaria «¡vete a tomar por culo!», y le amenaza de muerte, momentos antes de abalanzarse sobre ella. Gracias a la intervención de otros internos presentes en el comedor, el preso fue contenido. «A la mayoría de presos no les parece bien que seamos agredidos, por eso nos defienden», explican desde este sindicado.

En el momento de la agresión, la funcionaria se encontraba sola con los 100 reclusos del módulo, debido a que su otro compañero esta realizando las labores de control de escaleras, patio, gimnasio y otras dependencias.

Más violencia en Zuera, menos personal

Desde el sindicato TAMPM, denuncian las condiciones en las que trabajan con falta de personal: «El perfil de los agresores ha cambiado, y necesitamos refuerzos. Estamos hartos del ambiente del trabajo al que nos enfrentamos. Estamos totalmente indefensos. Las agresiones se multiplican, entre ellos crean bandas, y su comportamiento es como si estuvieran en la calle».

Es por ello que exigen un cambio en la dinámica respecto al régimen cerrado: «El Ministerio de Interior está tratando de eliminar prácticamente el régimen cerrado, pero no todo puede ser refuerzos positivos, cuando las sujeciones, las esposas y los aislamientos se están aplicando al mismo perfil en casi todos los centros penitenciarios».

«Además, sentimos una presión tremenda desde las instituciones, como el Defensor del Pueblo desde donde se ejerce hacia nosotros una presunción de culpa continua. ¿La consecuencia? Una escala de violencia sin precedentes», explican.

Agentes de la autoridad, ¿para cuándo?

Para poder revertir la situación de indefensión en la que se encuentran exigen que, de una vez por todas, sean considerados agentes de la autoridad. «En el caso del funcionario que ha perdido dos dientes, si el recluso se declara insolvente, la Administración no será responsable subsidiario, y el funcionario tendrá que pagarse él la intervención médica, porque no se considera una agresión a un agente de la autoridad», lamentan.

«Desde el sector la desesperación es total», explican desde TAMPM. «El PSOE en la legislatura pasada, prorrogó 35 veces el plazo para poner enmiendas a la reforma legal para ser considerados agentes de autoridad. Ahora esta medida sigue en el Senado, pero nosotros estamos en una situación al límite».

Según explican desde TAMPM, se están produciendo un elevado número de peticiones de funcionarios para ser trasladados a puestos intermedios o mixtos (que antes no eran solicitados), a fin de salir de la vigilancia interior y evitar el contacto directo con los presos: «Ha llegado un punto que preferimos cobrar 400 y 500 euros menos, que seguir en ese ambiente de violencia y vejación».