Andalucía
La pesadilla de una niña en Almería

Pesadilla en Almería: una niña de 13 años fue violada reiteradamente por su padre hasta quedar embarazada

El TSJA impone 14 años de cárcel al padre y 100 primeros confirmada por abusos a su hija

La menor detalló en instrucción cómo su padre usó su corpulencia para doblegarla

Una niña de 13 años vivió una auténtica pesadilla en su propio hogar, sometida a agresiones sexuales reiteradas por parte de su padre, una tragedia que salió a la luz cuando quedó embarazada y acudió a abortar en las navidades de 2022. El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ha confirmado recientemente una condena de 14 años de prisión para el agresor, pero más allá de la sentencia, el foco recae en el calvario que esta menor soportó en silencio durante años, marcada por el miedo, la intimidación y el abuso de quien debía protegerla.

Todo comenzó en 2020, cuando la niña, que entonces tenía 11 años, se mudó a vivir con su padre tras la marcha de la pareja de este del domicilio familiar en Almería. Desde ese momento, su dormitorio se convirtió en el escenario de un tormento indescriptible. Según relató en su declaración durante la fase de instrucción, las agresiones se sucedieron en un número indeterminado de noches, perpetradas por un hombre que, valiéndose de su «corpulencia» y constitución «robusta», doblegaba su resistencia. La menor describió con detalle cómo su padre empleaba la fuerza y la intimidación para imponerse, aprovechándose de su autoridad como progenitor y de la vulnerabilidad de una niña que no encontraba escapatoria.

El horror que vivía permaneció oculto hasta que el embarazo de la menor, ya con 13 años, reveló la magnitud de los hechos. La necesidad de interrumpir ese embarazo en diciembre de 2022 destapó una realidad que ella había enfrentado en soledad, bajo el peso de un agresor que no sólo era su padre, sino también una figura de poder físico y emocional en su vida. La Sala de Apelación del TSJA destacó en su fallo que los actos intimidatorios fueron evidentes, lo que agrava la naturaleza de los abusos sufridos por la víctima, quien se vio atrapada en una dinámica de sometimiento constante.

La declaración de la niña, prestada en la fase inicial del proceso, fue clave para reconstruir su calvario. En ella expuso cómo su voluntad fue sistemáticamente anulada, enfrentándose a un hombre que no dudó en usar su superioridad física para perpetrar los ataques en el lugar donde ella debía sentirse más segura: su propia habitación. El tribunal subrayó el vínculo de parentesco como un factor que intensificó el daño, evidenciando la traición de una relación que debería haber sido de cuidado y protección.

Aunque la sentencia impone al acusado, además de la prisión, una prohibición de acercarse o comunicarse con la menor durante 16 años, 20 años de inhabilitación para trabajar con menores y una indemnización de 100.000 euros por daños morales, el relato de la víctima trasciende las medidas judiciales.