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Cabezas de cerdo

Se va por fin. «Bon vent i barca nova», president, que dicen en mi tierra. El equivalente elegante de este lírico refrán sería «A enemigo que huye, puente de plata». Pero a mí me satisface más un «que le vayan dando, president», porque se ha ido insultándonos a todos y llamándonos «enemigos» (él, que junto a los suyos ha destruido Cataluña).

Por suerte, el Tribunal Supremo decidió por unanimidad ratificar la sentencia de un año y medio de inhabilitación a la que Joaquín Torra fue condenado por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) por desobediencia al no haber «descolgado a tiempo» (¡si no tenía la intención!) la pancarta con un lazo amarillo y la proclama «Libertad presos políticos» durante la campaña electoral del 28-A.

Yo no le deseo una barca nueva ni un puente de plata. Sé que con los privilegios vitalicios que le otorga la ex Presidencia no le va a faltar de nada. Ni una barca. Le quedará un salario el doble del que tiene el presidente del Gobierno de España. Será un cienmileurista, pues la legislación catalana permite a los ex presidents continuar recibiendo un 80% de su sueldo durante la mitad del tiempo que han permanecido en el cargo, y un 60% como pensión vitalicia cuando se jubilan a los 65 años. Nada mal, pues Torra es, de largo, el presidente autonómico y cargo político mejor pagado de toda España, con un salario anual de 153.235,50 euros en 2019. Recordemos que el Govern independentista descartó reducir los sueldos y pensiones de sus dirigentes ante la grave crisis económica y social causada por la pandemia de coronavirus. Sin compasión.

Sí le diría: «Tanta paz te lleves como descanso dejas», otro refrán. Pero no sería verdad porque, conociendo el percal, sabemos que no nos va a dejar en paz de ninguna de las maneras. Y quedan demasiados de su cuerda para que podamos hablar de descanso, reposo o quietud (otro sinónimo es ‘oasis’. Y, no, ese sí que no).

Pero, descorchemos la ratafía como le he visto hacer al director de e-notícies. La ratafía es un sacrificio soportable por la alegría que nos produce que sea destituido. Sólo por la satisfacción de que tenga que levantar sus posaderas de iluminado presuntuoso del trono de la Generalitat ya nos llevamos algo. Porque acomodarlo en otro sitio le fastidia extraordinariamente. Tanto, que su sustituto interino, el vicepresidente Pere Aragonés, no podrá, entre otras prohibiciones, sentarse en su silla en la reunión semanal del Ejecutivo y continuará operando desde la sede de la Vicepresidencia, en el distrito obrero del Poblenou. Eso sí, todos los enchufados continuarán cobrando su sueldo público, pese a que prácticamente no tengan funciones. Esa es la ‘clase extractiva’ de Cataluña, modelo en el mundo entero, sólo comparable al Consejo de Ministros del Gobierno de Pedro Sánchez formado por 23 miembros, con cuatro vicepresidencias y 18 ministros.

Se han organizado algaradas, pero de momento, ninguna a la altura de las anteriores. Los antifascistas superfascistas han derribado vallas ante el Parlament y otras heroicidades. Pero ninguna como el lanzamiento de cabezas de cerdo, una interesante novedad. Tanto, que les ha salido un poco el tiro por la culata pues ya están apareciendo memes con un careto entre el cerdito favorito de Looney Tunes y el protagonista inhabilitado y cesante de este Thats all folks del prucés.

Como dice mi amigo el periodista Josep María Albert de Paco: «Cataluña: un presidente fugado, otro inhabilitado, un tercero ‘en la sombra’ (y a la sombra) y, desde hoy, uno en funciones».  Aunque esta historia no se ha acabado, sí hemos derribado a un peón, y decimos a coro: «¡Eso… Eso… Eso es todo, amigos!».