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Ni Mérida ni Segovia: el desconocido acueducto andaluz que deja boquiabiertos a todos los turistas

La presencia de acueductos en la península Ibérica remite casi de inmediato a Segovia o a Mérida, símbolos de la herencia romana en España. Sin embargo, no todos los ejemplos conservados responden a épocas clásicas, ni todos se ubican en los lugares citados por las guías. Por ejemplo, en la Axarquía malagueña, existe un acueducto andaluz que parece ser infravalorado.

Se trata de una obra que no responde al legado romano, sino al auge de la caña de azúcar en el siglo XIX y al desarrollo de las fábricas que dependían de un suministro constante de agua.

¿Cuál es el acueducto andaluz que deja boquiabiertos a todos los turistas?

El Acueducto del Águila, conocido también como Puente del Águila, se levantó entre 1879 y 1880 para abastecer de agua a la Fábrica de Azúcar de San Joaquín, en el pago de Las Mercedes, dentro del municipio de Nerja. El proyecto fue obra del maestro local Francisco Cantarero Martín, cuya autoría quedó reflejada en una inscripción en el templete central del acueducto.

En 1930, la fábrica original pasó a manos de la Azucarera Larios, y décadas más tarde, en 2005, la infraestructura fue cedida al Ayuntamiento de Nerja, quedando bajo titularidad pública.

Entre 2010 y 2012, el monumento se sometió a un proceso de restauración que permitió devolverle parte de su aspecto original, con la recuperación de policromías y detalles ornamentales. A su vez, se recuperaron inscripciones como la del piso central, donde se puede leer «Pura y limpia concepción».

Características del Acueducto del Águila

El Acueducto del Águila alcanza 52 metros de altura y cerca de 100 metros de longitud. Se compone de cuatro niveles de arcos superpuestos, un total de 36, construidos en ladrillo y organizados en diferentes alturas para salvar el desnivel del barranco de la Coladilla.

En la parte superior destaca un templete coronado por una veleta en forma de águila bicéfala, emblema que da nombre al monumento. La cara norte es la más ornamentada: cuenta con arcos ciegos de herradura apuntados, bolas de terracota y un friso con hasta 70 arcos decorativos.

Estos elementos muestran la influencia mudéjar, un estilo que fusiona tradiciones islámicas con referencias renacentistas.

Su diseño no fue únicamente funcional. Aunque la misión principal era transportar el agua del río Maro hacia la azucarera, también se concibió como un elemento visible en el paisaje, especialmente desde el antiguo camino entre Nerja y Almuñécar.

La relación de este acueducto andaluz con la industria azucarera

La razón de ser de este acueducto andaluz se encuentra en el cultivo de la caña de azúcar, introducida por los musulmanes en la península y explotada durante siglos en el litoral de Málaga y Granada. La zona de la Axarquía fue un centro relevante de este cultivo, con ingenios y fábricas que dependían de infraestructuras hidráulicas.

El Acueducto del Águila refleja esa etapa en la que la producción de azúcar generó riqueza y transformó el paisaje agrícola de la región. Otras huellas de este pasado aún se conservan, como el Museo Preindustrial del Azúcar en Torrox o la Fábrica de Motril, en Granada.

Aunque hoy la industria azucarera ya no tiene el mismo peso, el acueducto sigue cumpliendo una función práctica: conducir agua para labores de regadío en los alrededores.

¿Cómo se llega al Acueducto del Águila?

El monumento se encuentra junto a la antigua carretera N-340, a la altura del kilómetro 294,9, cerca de Maro y la Cueva de Nerja. Desde la vía se han habilitado zonas de estacionamiento para contemplar la estructura de forma segura.

Existe además un itinerario de senderismo que conecta diferentes puntos de interés: la ermita Ventorrillo Santo Cristo, el cruce hacia la Cala del Barranco de Maro y diversos paisajes agrícolas y mediterráneos. El sendero avanza entre pistas asfaltadas y de tierra, curvas cerradas y pequeños cauces, hasta alcanzar el entorno del acueducto.

El tramo final ofrece una perspectiva cercana de la construcción, en un enclave donde se mezclan la arquitectura civil del siglo XIX y el entorno natural de los acantilados de Maro.