Rotundo e incontestable triunfo de Ginés Marín en su regreso a Cuenca
El diestro Ginés Marín volvía hoy lunes a Cuenca tras el rotundo triunfo del pasado sábado con la corrida de Pallarés sustituyendo al lesionado Fandi, y volvió a exhibir su gran momento de forma con otro triunfo incontestable y una nueva Puerta Grande del coso de Chicuelo II.
Lo grande de su actuación llegó frente a un tercero de corrida encastado y con mucho que torear. El jerezano -aunque extremeño de adopción- anduvo muy entregado con él y haciendo un toreo hondo y por abajo, ralentizando, además, las exigentes acometidas del animal, que acabó dominado por completo.
Faena importante de Ginés, de mucho sabor por momentos y coronada con alardes en la distancia corta que gustaron también, y mucho, a unos tendidos totalmente rendidos con él. La estocada final fue el perfecto corolario de una labor premiada con las dos orejas.
El sexto fue un toro muy desabrido que se agarró al piso y no quiso nunca tirar para adelante. Marín quiso mucho con él, metiéndose, incluso, en la distancia corta, al menos justificarse y volver a dejar su impronta en una feria de la que sale todavía más relanzado.
Ponce quedó prácticamente inédito con un «parte plaza» tan blando como descastado, con el que el valenciano apenas dejó cuatro cositas aisladas antes de tener que desistir ante la imposibilidad de sacar algo medianamente lucido.
El cuarto tuvo algo más de fondo, lo que permitió a Ponce desquitarse, en parte, de lo anterior, para llevar a cabo una faena compuestita y elegante, aunque sin demasiadas apreturas. Pero a la gente le gustó la puesta en escena del valenciano, que de no fallar con la espada a buen seguro hubiera tocado pelo.
Perera le cortó una oreja a su blandito y medido primero de su lote, segundo de corrida, por una faena de mucha suavidad en la que los muletazos salieron limpios y ligados, muy bien compactados a pesar de la condición del de Sorando, al que despachó de manera eficaz con la tizona.
No pudo redondear Perera con el noble y descastado quinto, un toro que se agotó en un suspiro. El torero de La Puebla de Prior rayó a buen nivel lo poco que duró el de Román Sorando, con el que acabó atascándose con la espada.
Ficha del festejo
Seis toros de Román Sorando, desiguales de presentación y juego. Descastado y sin fuerzas, el imposible primero; noble y blandito, el segundo; el tercer fue un gran toro, encastado y con duración; de poquito fondo, el cuarto; el quinto duró un suspiro; y apagado y sin romper, el sexto.
Enrique Ponce, silencio y ovación.
Miguel Ángel Perera, oreja y silencio.
Ginés Marín, que sustituía a David Fandila «El Fandi», dos orejas y ovación.
En cuadrillas, Javier Ambel y Jesús Arruga saludaron montera en mano tras banderillear al quinto.
La plaza registró tres cuartos de entrada en los tendidos, en la tercera de la feria de San Julián.
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