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¿Qué santos se celebran hoy, martes 12 de agosto de 2025?

Santa Juana de Chantal es una de las que destacan entre los santos y santas que se celebran en este día

¿Qué santos se celebran hoy, martes 12 de agosto de 2025? En este día, la Iglesia Católica recuerda la vida y el legado de figuras que, con su ejemplo, dejaron huella en la fe y en la historia. Entre ellas, destaca Santa Juana de Chantal, una mujer que supo transformar las tragedias personales en una vida de entrega total a Dios y al servicio de los demás. Pero no es la única. Este día también se honra el martirio de San Aniceto, un oficial romano que defendió su fe hasta el último aliento, y del Beato Antonio Perulles Estívill, un sacerdote  que entregó su vida durante la persecución religiosa en España.

La conmemoración de los santos y beatos del 12 de agosto nos invita a mirar atrás y descubrir vidas que, aunque vividas en épocas muy diferentes, comparten un mismo hilo conductor: el coraje de vivir con fe en medio de la adversidad. Santa Juana de Chantal es uno de esos ejemplos . Nacida en la nobleza francesa del siglo XVI, supo dejar de lado los privilegios para volcarse en el cuidado de los pobres y enfermos, fundando junto a San Francisco de Sales la Orden de la Visitación, que hoy sigue extendiendo su mensaje de humildad y servicio. Su historia, marcada por la pérdida de su esposo y las dificultades de criar a sus hijos en soledad, es la de una mujer que encontró en su fe la fuerza para seguir adelante. Por su parte, San Aniceto de Nicomedia nos recuerda la fuerza de los primeros cristianos. Finalmente, el Beato Antonio Perulles Estívill nos traslada al siglo XX, a los años convulsos de la Guerra Civil Española. De todos ellos conocemos ahora su historia al detalle, además de enumeraros al resto de santos que se celebran en este día.

Santa Juana de Chantal

La vida de Santa Juana de Chantal es la historia de una mujer fuerte, marcada por el amor, la fe y una capacidad inmensa para superar las adversidades. Nació en 1572 en Dijon, Francia, en el seno de la familia noble Frémiot. Su infancia estuvo llena de enseñanzas de bondad y caridad, impartidas por su padre, Benigno Frémiot, un hombre influyente que le transmitió una fe sólida y un corazón generoso. A los veinte años contrajo matrimonio con Cristóbal II, barón de Chantal, con quien formó una familia de seis hijos. Su vida como esposa y madre estuvo guiada por la entrega a los demás: durante la hambruna de 1600 abrió las puertas de su castillo para dar pan y cobijo a los pobres, un gesto que no todos comprendieron en su tiempo.

La tragedia llegó cuando tenía solo 29 años, al perder a su marido en un accidente de caza. Su viudez fue una etapa dura, pues además de criar sola a sus hijos, tuvo que enfrentar la presión de su suegro y la hostilidad en el entorno donde vivía. Sin embargo, en medio del dolor, empezó a germinar en su corazón un deseo profundo de dedicarse por completo a Dios. Fue entonces cuando conoció a San Francisco de Sales, obispo de Ginebra, con quien inició una relación de guía espiritual que marcaría su destino. Bajo su orientación, Juana encontró el camino para canalizar su fe y su entrega.

En 1610, ambos fundaron la Orden de la Visitación de Santa María, pensada como un espacio de oración y servicio para mujeres, incluso para aquellas que, por su edad o fragilidad, no podían entrar en otras órdenes. Juana, que tomó el nombre de Hermana Francisca, lideró con humildad pero también con una determinación férrea, logrando que su proyecto se expandiera rápidamente por Saboya y Francia. Durante años, viajó incansablemente para fundar nuevas casas de la Visitación, transmitiendo su ejemplo de fe viva y de servicio desinteresado.

Cuando Francisco de Sales falleció en 1622, Juana continuó su labor sin descanso. Su legado es enorme: para el momento de su muerte en 1641, en la ciudad de Moulins, ya existían 86 monasterios de la Visitación, casi todos fundados por ella. Hoy se la recuerda como una mujer que supo transformar su dolor en compasión, y su viudez en una vida entregada por completo a Dios y a los demás. Su memoria se celebra cada 12 de agosto, como una luz que sigue brillando en la historia de la Iglesia.

San Aniceto

San Aniceto de Nicomedia fue un oficial romano que, en los tiempos más duros de la persecución de Diocleciano, decidió mantenerse fiel a su fe cristiana a pesar de las amenazas y torturas. Apenas se conocen datos sobre su vida antes del martirio, pero la tradición lo recuerda como un hombre firme y decidido, dispuesto a perderlo todo antes que renegar de Cristo. Su historia se hizo célebre porque, cuando fue arrojado al circo para ser devorado por las fieras, los animales no le hicieron daño. Incluso se dice que un león, lejos de atacarlo, se acercó a él con mansedumbre y le secó el sudor del rostro. Este suceso, considerado milagroso, aumentó el desconcierto de sus verdugos y el respeto de los cristianos hacia su figura.

Junto a él sufrió martirio San Focio, su hermano o sobrino, quien no dudó en enfrentarse al emperador para denunciar la injusticia de las ejecuciones contra los cristianos. Ambos fueron finalmente condenados a morir en la hoguera en el año 304 o 305, en el puerto cercano al mar de Mármara. Su valentía y su fe se convirtieron en símbolo de esperanza para los primeros creyentes. Hoy, su memoria litúrgica se celebra el 12 de agosto, y su nombre se menciona en los ritos bizantinos de bendición del agua y en las oraciones de bautismo y extremaunción, recordando su entrega hasta el final.

Beato Antonio Perulles Estívill

Nació en Cornudella (Tarragona) el 5 de mayo de 1892. Durante su formación sacerdotal en el Colegio de San José de Tortosa, al finalizar el cuarto año ingresó en la Hermandad y trabajó pastoralmente en el colegio vocacional de Burgos, donde fue ordenado sacerdote. En 1932 fue trasladado al Seminario de Orihuela, donde en 1933 fue nombrado rector, cargo que aún ocupaba cuando fue fusilado cerca de Marsá (Tarragona), en la carretera de El Molar, el 12 de agosto de 1936, a la edad de 44 años.

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