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¿Qué santos se celebran hoy, lunes 4 de agosto de 2025?

Juan María Vianney es uno de los santos que se celebran en este día

¿Qué santos se celebran hoy, lunes 4 de agosto de 2025?  Cada fecha del calendario de la Iglesia Católica es una oportunidad para recordar la vida de quienes, a lo largo de los siglos, han encarnado con profundidad la fe, el sacrificio y la entrega total a los demás. El 4 de agosto no es una excepción, y trae consigo la conmemoración de figuras relevantes para la Iglesia y el corazón creyente, como san Juan María Vianney, patrono de los sacerdotes, el fiel Aristarco de Tesalónica, discípulo de san Pablo, y San Rubén, el primogénito de Jacob, recordado por su lugar en la historia bíblica.

Detrás de sus nombres, a veces apenas conocidos, hay vidas marcadas por la humildad, el dolor, las decisiones difíciles y la fe inquebrantable. Algunos cambiaron el curso de comunidades enteras; otros dejaron huella en pequeños gestos, invisibles al mundo, pero imborrables en los corazones de quienes los conocieron. Hoy los evocamos para conocer bien sus vidas, por lo que continuación, te contamos al detalle todo lo que hicieron y porqué se convirtieron en santos y además, te enumeramos al resto de santos que conmemoramos en este día.

San Juan María Vianney

Hablar de san Juan María Vianney es evocar una de las figuras más comprometidas de la Iglesia católica. Nacido en 1786 en Dardilly, un pequeño pueblo al norte de Lyon, su historia estuvo marcada desde el principio por la dificultad y el sacrificio. A pesar de tener grandes limitaciones académicas, especialmente con el latín (obstáculo fundamental para la formación sacerdotal), su vocación fue tan profunda que encontró el apoyo de mentores que vieron más allá de su torpeza con los libros. Su ordenación, en 1815, no fue un reconocimiento a sus méritos intelectuales, sino a su corazón de pastor.

Fue destinado a Ars, una aldea casi olvidada, y allí comenzó una revolución silenciosa. En una casa sencilla y con una vida austera al extremo, el cura de Ars empezó a transformar corazones con su testimonio. Dormía sobre una tabla, ayunaba, rezaba sin descanso y, sobre todo, confesaba. Durante más de una década, pasó entre dieciséis y dieciocho horas diarias en el confesonario, haciendo de la penitencia un camino de redención para miles de personas que llegaban desde todas partes de Francia, y más allá. Su carisma, su mirada que parecía penetrar las conciencias, y su capacidad de escucha marcaron un antes y un después en la vida espiritual de muchos.

Pese al reconocimiento que recibió en vida, Vianney nunca dejó de considerarse indigno. Su humildad fue tal que no se sentía merecedor de ningún honor, ni siquiera del sacerdocio. Rechazó sistemáticamente cualquier distinción, incluida la Legión de Honor, que sólo  se le vio puesta cuando yacía en su ataúd. Murió el 4 de agosto de 1859, dejando un legado imborrable y siendo hoy el patrono de todos los sacerdotes que trabajan en parroquias, ejemplo de entrega silenciosa y santidad cotidiana.

San Aristarco de Tesalónica

A diferencia de Vianney, cuya vida está documentada con detalle, de san Aristarco de Tesalónica sabemos poco, pero lo suficiente como para comprender el lugar que ocupó en los primeros tiempos del cristianismo. Su nombre aparece en varios pasajes del Nuevo Testamento, siempre ligado a san Pablo, con quien compartió no solo viajes misioneros, sino también persecuciones y cárcel. En la Epístola a Filemón es nombrado directamente como colaborador, un término que en boca de Pablo no era decorativo, sino profundamente significativo.

Se cree que Aristarco fue testigo y protagonista de momentos clave en la expansión del cristianismo. Estuvo con Pablo durante la revuelta de los plateros en Éfeso, fue arrestado junto a él y más tarde embarcó rumbo a Roma mientras el apóstol viajaba como prisionero. También se le menciona como uno de los “compañeros de prisión”, lo que indica que compartió con Pablo no solo la misión, sino también el sufrimiento. La tradición señala que fue finalmente martirizado en Roma, posiblemente decapitado junto al propio Pablo durante la persecución de Nerón.

Más allá de su breve mención en las Escrituras, la figura de Aristarco representa la fidelidad discreta. No fue el predicador más famoso, ni el escritor de cartas, ni el protagonista de grandes gestas. Fue, simplemente, un colaborador fiel, una figura de apoyo que caminó al lado del apóstol y soportó con él los momentos más difíciles. Por eso, la Iglesia lo recuerda hoy como ejemplo de constancia, lealtad y coraje humilde.

San Rubén

El tercer nombre que brilla el 4 de agosto en el calendario litúrgico es el de san Rubén, el primogénito de Jacob y Lea, figura del Antiguo Testamento con una historia compleja, marcada por la tensión entre la responsabilidad, la culpa y la búsqueda de redención. Su nombre, que en hebreo significa “Ved, un hijo”, refleja el anhelo de su madre por ser amada a través de la maternidad. Pero la historia de Rubén no fue sencilla. Aunque tenía por nacimiento el derecho de liderazgo entre los hijos de Jacob, una falta grave (haber profanado el lecho de su padre acostándose con Bilha, la concubina de Jacob) lo despojó de esos privilegios.

No obstante, los relatos bíblicos también muestran una faceta más noble de Rubén. Cuando sus hermanos planeaban matar a José, fue él quien intentó salvarlo, sugiriendo que lo arrojaran a una cisterna en lugar de matarlo, con la esperanza de rescatarlo más tarde. No llegó a tiempo, y esa ausencia lo dejó profundamente marcado. Años después, se ofreció como garante de la vida de Benjamín ante Jacob, e incluso puso en juego la vida de sus propios hijos si no lograba devolverlo sano y salvo.

En la literatura rabínica, Rubén aparece como el primer penitente: ayunó, se disciplinó, y lamentó profundamente su pecado. Murió a los 125 años, y su tumba, según la tradición, fue llevada junto al pueblo de Israel durante el éxodo. Su historia nos habla de errores graves, pero también de arrepentimiento sincero y del intento de redimirse a través de las acciones posteriores, algo que lo hace especialmente humano y cercano.

Otros santos que se celebran el 3 de agosto

Junto a los mencionados, en este día se celebra también a estos otros santos: