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¿Qué santos se celebran hoy, jueves 31 de octubre de 2024?

San Alonso Rodríguez es uno de los santos que se conmemoran en este día

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¿Qué santos se celebran hoy, jueves 31 de octubre de 2024? En este día, la Iglesia Católica celebra la festividad de varios santos que, a lo largo de los siglos, han dejado una huella significativa en la historia cristiana. Entre ellos, destaca la figura de San Alonso Rodríguez, un hombre conocido por su vida humilde y su profunda espiritualidad, cuyo legado ha perdurado hasta nuestros días. Su nombre, además, sigue siendo popular en España, ya que según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), existen 17.372 personas que llevan el nombre de Alonso.

El nombre Alonso tiene un origen germánico, derivado de «Adelfonsus», que significa «noble y dispuesto». A lo largo de la historia, este nombre ha estado asociado con personalidades de carácter fuerte y protector, una representación fiel de la vida de San Alonso Rodríguez. Su significado refleja los valores de quienes han llevado este nombre, destacando por su valentía y generosidad, cualidades que San Alonso personificó con creces. Pero además de él, este día también se recuerda a otros santos notables, como San Quintín de Vermand y San Wolfgango de Ratisbona, figuras importantes dentro del calendario litúrgico católico de las que os contamos sus vidas a continuación, además de enumeraros al resto de santos que se conmemoran en este día.

San Alonso Rodríguez

San Alonso Rodríguez nació en España en 1533 y, aunque su vida comenzó en el seno de una familia acomodada, no estuvo exenta de dificultades. Desde joven, sufrió la pérdida de varios familiares cercanos, incluido su padre, lo que le llevó a tomar las riendas del negocio familiar. Sin embargo, tras una serie de reveses económicos y la muerte de su esposa e hijos, decidió consagrar su vida a Dios. A los 40 años, se unió a la Compañía de Jesús (Jesuitas), no como sacerdote, sino como hermano laico, un rol que desempeñó con humildad y entrega.

Durante más de 40 años, San Alonso sirvió como portero en el Colegio de Montesión en Palma de Mallorca. Este trabajo, aparentemente sencillo, fue el escenario de su profunda vida espiritual. Era conocido por su amabilidad y su disposición a escuchar a los demás, y poco a poco ganó fama por su sabiduría y sus visiones místicas. Aunque su trabajo era modesto, su influencia espiritual fue inmensa, y su santidad fue reconocida por aquellos que lo rodeaban. En 1888 fue canonizado por el Papa León XIII, y desde entonces se le recuerda como un ejemplo de humildad y devoción a Dios.

San Quintín de Vermand

San Quintín de Vermand es otro de los santos que se conmemoran en este día. Nacido en el siglo III, fue un ciudadano romano que, tras convertirse al cristianismo, decidió predicar la fe en las tierras del norte de la Galia (lo que hoy es Francia). Su dedicación a la evangelización y su firmeza en la fe lo convirtieron en una figura destacada, pero también en un blanco de persecución.

Durante el mandato del emperador Maximiano, fue arrestado y sometido a torturas por su fe. Finalmente, San Quintín fue martirizado en la ciudad que ahora lleva su nombre, Saint-Quentin, en el norte de Francia. Su testimonio de fe y su disposición a sufrir por Cristo lo han convertido en un símbolo de fortaleza para los cristianos, y su legado sigue vivo en la región, donde muchas iglesias y comunidades llevan su nombre.

San Wolfgango de Ratisbona

La vida de San Wolfgango comenzó en el año 937 en la región de Suabia, Alemania. Desde una edad temprana, se destacó por su carácter noble y su inteligencia, cualidades que lo acompañarían en su carrera eclesiástica. Falleció el 31 de octubre del 994 en Peppingen, Austria, dejando un legado de profunda espiritualidad y reformas dentro de la Iglesia.

Inició su carrera como maestro, una ocupación noble que apreciaba, pero pronto sintió que este trabajo, aunque honorable, no satisfacía plenamente su espíritu. Anhelaba una vida más cercana a Dios y a la misión evangelizadora. Con ese deseo en mente, decidió ingresar a la Orden de los Benedictinos, buscando una vida de mayor entrega y disciplina espiritual.

Wolfgango, en sus años jóvenes, soñaba con convertirse en misionero en Hungría, un territorio que en aquel entonces vivía momentos difíciles tras su derrota frente a las tropas alemanas. Sin embargo, a pesar de las circunstancias adversas, no se desalentó en su deseo de llevar la palabra de Dios a esas tierras. Aunque su misión en Hungría no prosperó del todo, su determinación fue reconocida y apreciada.

A su regreso a Alemania, fue nombrado obispo de Ratisbona en el año 972. Desde el primer momento, asumió su cargo con gran celo apostólico, preocupado no solo por las necesidades espirituales de sus fieles, sino también por reformar la estructura de la diócesis y mejorar la formación del clero. Su vida era un ejemplo vivo de santidad, lo que inspiraba a quienes lo rodeaban a seguir su ejemplo. Wolfgango no solo lideraba con palabras, sino con acciones concretas que reflejaban un amor sin límites por sus fieles y por Dios.

Su impacto en la diócesis fue inmediato. Con su ejemplo de vida austera y humilde, logró transformar no solo la actitud de los clérigos, sino también la fe de los fieles, quienes encontraron en él un guía espiritual sólido y confiable. No era un obispo distante, sino uno que encontraba tiempo para todas sus responsabilidades, desde la administración de la diócesis hasta la educación de futuras generaciones. Entre sus alumnos se encontraba el futuro emperador San Enrique II, a quien Wolfgango formó con gran dedicación.

Amable e indulgente con todos, Wolfgango era conocido por su empatía, especialmente hacia aquellos que más necesitaban de su comprensión. Su personalidad carismática lo convirtió en una figura muy querida entre el pueblo, quienes no solo lo respetaban como líder, sino que lo admiraban por su bondad y paciencia.

En sus últimos días, mientras realizaba una visita pastoral en Peppingen, cerca de Linz, cayó gravemente enfermo. Aunque su estado empeoraba, pidió ser llevado al altar para recibir la Unción de los Enfermos, rodeado de fieles que acudieron en masa para despedirse de él. El clero intentó mantener a la multitud a raya, pero Wolfgango, con su característica humildad, dijo: «Dejad que me vean morir, y que Dios nos dé a todos su misericordia». Su muerte fue un momento de gran conmoción, pero también de profunda paz para quienes lo acompañaron en sus últimos instantes.

Otros santos que se celebran el 31 de octubre

Además de San Alonso Rodríguez, San Quintín y San Wolfgango, la Iglesia Católica celebra a otros santos en este día, cuyas vidas, aunque menos conocidas, también han dejado un impacto espiritual en la historia del cristianismo. Cada uno de ellos representa un ejemplo de fe, dedicación y sacrificio que continúa inspirando a los fieles en todo el mundo. Os los enumeramos a continuación: