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¿Vale la pena contratar un seguro de salud familiar?

Vemos bajo qué condiciones resultaría beneficioso suscribir pólizas que cubran a la totalidad de miembros de la familia.

Contar con un seguro de salud familiar puede ser una solución muy recomendable, siempre que se cumplan una serie de requisitos, que empezarían por la obtención en una sola póliza de las máximas coberturas para todos los asegurados incluidos.

Obviamente, el precio por mes habrá de ser económico, considerando que en el mercado se pueden encontrar seguros familiares de este tipo por menos de 50 euros mensuales. Con descuentos adicionales en función del número de asegurados cubiertos.

 Y también, idealmente, tampoco debería haber copagos, salvo que hablemos de las suscripciones a pólizas más básicas de importe más reducido. En cualquier caso, estos habrán de estar claros desde el principio, sin que haya zonas grises de cobertura que generen malentendidos y fricciones posteriores.

Las coberturas que debe incluir un buen seguro de salud familiar

Para que una póliza de salud de este tipo merezca la pena tiene que incluir:

Dentro de la cobertura de mínimos también debería entrar la telemedicina, una modalidad de consulta que han hecho factiblr los avances tecnológicos, para propiciar que los pacientes puedan realizar videollamadas con los médicos, y recibir así asistencia por esta vía online cuando no hay necesidad de desplazarse al centro de salud.

Asimismo, aunque supongan desembolsar un pequeño plus adicional, otras coberturas muy útiles serían segunda opinión médica, eventualmente incluso internacional, acceso a cuadro médico Vip y por último, pero no menos importante, la opción de seguro dental, con la cobertura de los mayores servicios gratuitos que sea posible e importantes descuentos para aquellos que queden fuera.

Seguros familiares con periodos cortos de carencia

Todos los seguros de salud, sean familiares o no, conllevan un periodo de carencia, esto es un intervalo de tiempo desde que se suscribe la póliza hasta que se puede acceder a un determinado servicio abarcado en la cobertura. Algo perfectamente lógico, valorando que un usuario podría contratar el seguro únicamente para acceder a un tratamiento costoso y luego darse de baja, lo que pondría en riesgo la sostenibilidad del sistema, a menos que se establezcan permanencias, una cortapisa a evitar siempre.

Pero una cosa es que hayan periodos de carencia y otra bien distinta que sean excesivos. Actualmente, podemos encontrar seguros de familia que los reducen al mínimo, modulándolos además según el servicio médico que se trate:

Para finalizar nuestro ‘retrato robot’ del buen seguro de salud familiar, cuyos trazos están cogidos de pólizas reales existentes en el mercado, tendríamos un aspecto básico como una edad máxima de contratación que resulte muy elevada, idealmente de más de 65 años. Sin olvidar tampoco la inexistencia de permanencias que referíamos, y la posibilidad de obtener descuentos suplementarios progresivos en pagos trimestrales y anuales, acumulables, puestos a pedir, a los que veíamos a mayor número de familiares incluidos.