¿Por qué nos fatigamos tanto al comienzo del entrenamiento?
Resulta bastante frecuente que al comienzo de una actividad física nos cansemos en exceso y que la sensación de fatiga vaya en aumento aunque llevemos de entrenamiento apenas unos minutos. Con el paso del tiempo comprobarás como ese agotamiento va desapareciendo poco a poco. ¿Por qué nos fatigamos tanto al comienzo del entrenamiento? Todo tiene su explicación fisiológica. En lugar de rendirte tan fácil y dejar la sesión a medias, lo que debemos hacer es entrenar lo máximo que se pueda para que nuestro cuerpo se adapte lo mejor posible a este hecho.
Una de las explicaciones
Cuando iniciamos un esfuerzo nuestro organismo emplea adenosín trifosfato, también conocido como ATP, como arranque, conservándolo durante los primeros tres minutos mediante la vía anaeróbica. A continuación cambiará a la vía aeróbica que continuará generando ATP con otras reacciones metabólicas totalmente diferentes a las primeras. El cansancio y la sensación de fatiga que sufrimos al comienzo del entrenamiento encuentra aquí su razón, durante el cambio de una vía a otra en esos primeros minutos de la sesión.
En el paso de una vía a otra se produce una deuda de oxígeno que se paga con la estabilización de la vía aeróbica, conseguida a través del oxígenos para el sistema glucolítico. Notaremos como se incrementa de manera considerable la respiración para satisfacer nuestras necesidades de oxígeno y mantener la vía aeróbica. Una vez conseguido esto el músculo tiene la capacidad de contraerse durante varias horas.
La mejor manera de evitar estos problemas
Todo el mundo cuando comienza una actividad notará esa sensación de agobio porque no puede ir tan rápido como le gustaría a la hora de correr o simplemente porque se fatiga con demasiada facilidad. Hay una manera de evitar este estado o al menos de prevenirlo. Será suficiente con un buen calentamiento. Esta fase del entrenamiento nos la solemos saltar con bastante frecuencia porque consideramos que no es importante o simplemente por falta de tiempo, pero cometemos un grave error.
Basta con dedicar algo más de diez minutos, que pueden ser una serie de movimientos progresivos sin una gran intensidad, ya que de esta manera se facilita la transición explicada con anterioridad. El calentamiento es una parte más de la sesión, que debemos incluirla a diario, al igual que ocurre con los estiramientos de después de ejercicio. Todo ello permitirá que el riesgo de lesión se minimice y respondamos mucho mejor en los siguientes entrenamientos. En función del tipo de deporte que vayamos a desarrollar, haremos un calentamiento más o menos intenso. Eso lo decidirá cada uno en función de sus necesidades.
Seguro que ahora que sabes que todo el mundo pasa por el mismo problema que tú, no le concedes tanta importancia a los primeros minutos del ejercicio. Ya no se te harán tan cuesta arriba. Una vez que superes esos diez minutos esenciales el resto será más sencillo para ti. Tómatelo como una simple transición en aquellos entrenamientos que duren más allá de los diez minutos, como puede ser el ciclismo o el running.
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