El paciente, en el centro del sistema sanitario
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Cualquier balance de lo acontecido recientemente en el ámbito de la salud ha de partir del reconocimiento al esfuerzo que todos y cada uno de nuestros centros y profesionales han hecho por cuidar y proteger la salud y atención de las personas, en una coyuntura de crisis sanitaria sin precedentes. Un agradecimiento extensible también a los que desde los medios de comunicación especializados, como el recién llegado OK Salud, os encargáis de transmitir a la sociedad la realidad del sector sanitario.
Aunque urge mirar hacia adelante, es preciso mencionar el periodo de enormes dificultades que hemos atravesado, un duro ejercicio de resiliencia en el que desde el sector de la provisión sanitaria se ha priorizado la calidad del servicio asistencial y el tratar, con todos nuestros recursos, de atender a todos aquellos pacientes que, al margen de la pandemia, seguían pendientes de una operación, de una prueba diagnóstica o de una consulta especializada. Pese al contexto, se han incrementado plantillas y mantenido las inversiones en investigación sanitaria. Todo con un mismo objetivo: aprender del impacto sufrido por el coronavirus y seguir trabajando en la mejora constante.
Por ello es importante poner en valor y dimensionar el papel del tejido empresarial sanitario como parte imprescindible del Sistema Nacional de Salud. Porque reforzar la complementariedad, de probada eficacia, es lo único que garantiza un modelo que sitúe al paciente en el núcleo del sistema, por delante de cualquier otro interés o ideología. Al mismo tiempo, necesitamos reformas estructurales para avanzar en el fortalecimiento de la colaboración público-privada y favorecer así la optimización de la gestión sanitaria.
El aumento de la esperanza de vida, que se traducirá en un aumento de las enfermedades crónicas (representan más del 80% del gasto sanitario actual); el alarmante incremento de las listas de espera acentuado por la pandemia y la escasez de profesionales son los principales riesgos que atenazan la sanidad en España. El SNS necesita dotarse de todas las capacidades y recursos sanitarios y sociales a disposición para tratar de resolver la carencia de profesionales médicos y de enfermería y favorecer a su vez un especial soporte a la dependencia.
Tenemos que lograr un equilibrio asistencial y de disposición de medios, humanos y técnicos, que evite la desprogramación de intervenciones, el agravamiento de otras patologías por demora en los diagnósticos y tratamientos, así como esa inasumible congestión de las listas de espera.
Prestar una asistencia sanitaria de calidad y esforzarnos por mejorarla debe ser la prioridad absoluta de cualquier país y jamás debería estar condicionado por la titularidad, pública o privada, de un centro sanitario. La relación sustancial se produce entre pacientes y personal sanitario en aras de la prevención y la atención asistencial. En este sentido, convendría exigir datos rigurosos e informes de viabilidad a aquellos que, movidos solo por la ideología, abogan por el enfrentamiento constante entre el sistema sanitario público y el privado, pasando por alto derechos como la libertad de elección de las personas que ha de garantizar cualquier estado democrático.
Desde ASPE seguiremos abogando por una actitud constructiva, que reconozca la capacidad de nuestra provisión sanitaria como aliado flexible y recurso estratégico del Sistema Nacional de Salud. Porque nuestra meta es fortalecer la sanidad española y avanzar en la colaboración público-privada en beneficio del paciente.
Presidente de ASPE (Alianza de la Sanidad Privada Española) y de la comisión de Sanidad de la CEOE