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Estudio del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia)

Nuevo método para adelantarse 20 años al riesgo cardiovascular

Expertos proponen medir los niveles de proteínas que transportan colesterol

El equilibrio entre transportadoras de colesterol "bueno" y "malo" es clave

El riesgo de desarrollar enfermedades del sistema cardiovascular está muy vinculado al colesterol LDL (el que llamamos «malo»). Ahora, un estudio sobre una población muy amplia, que han llevado a cabo investigadores del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia), muestra que hay dos proteínas que transportan partículas de colesterol en la sangre y pueden servir para avisar con tiempo, y bastante precisión, sobre el riesgo cardiovascular de una persona.

Los investigadores recomiendan que estas dos proteínas se incluyan en las guías médicas que se utilizan para evaluar el riesgo, porque sus resultados, publicados en la revista científica PLOS Medicine, pueden suponer un avance para el tratamiento temprano de estas enfermedades, mejorando las tasas de enfermedad y mortalidad que conllevan. De hecho, la enfermedad cardiovascular es la primera causa de mortalidad en el mundo. Bajo esa denominación se contempla una serie de enfermedades como el ictus (infarto cerebral), el infarto de miocardio y la aterosclerosis que puede afectar a diversos órganos.

La ateroesclerosis consiste en el endurecimiento y engrosamiento de los vasos sanguíneos que llevan oxígeno y nutrientes desde el corazón a todo el cuerpo, las arterias. A veces, esas condiciones hacen que la sangre no llegue debidamente a los tejidos y a los órganos que la necesitan. Cuando una arteria está sana se caracteriza por su flexibilidad. La aterosclerosis implica acumulación de grasas, como el colesterol, dentro de las arterias, sobre sus paredes, en forma de placas. Las placas hacen que las arterias sean más estrechas y el flujo de sangre esté comprometido. Además, pueden romperse, desprendiéndose fragmentos que forman coágulos. Aunque se tiende a pensar en este como un problema del corazón, el deterioro puede manifestarse en cualquier arteria y afectar a cualquier parte del organismo. En muchos casos, la enfermedad puede prevenirse, y evitarse su progresión con cambios en el estilo de vida y tratamientos médicos para reducir los niveles de colesterol.

¿Qué se hace ahora?

Habitualmente, los datos que se usan para saber si una persona tiene un riesgo cardiovascular por encima de lo normal son valores de referencia para el colesterol LDL. En algunas personas con enfermedades concretas, se emplean otros tipos de partículas grasas como medición. En pacientes con diabetes tipo 2 y sobrepeso, o en personas con niveles elevados de lípidos en la sangre, las guías médicas recomiendan medir el riesgo, con análisis de sangre, según las apolipoproteínas, que transportan el colesterol. Concretamente, recomiendan vigilar los niveles de la apolipoproteína apoB, que transporta el colesterol LDL.

En estudios recientes se ha visto también la importancia de la apolipoproteína apoA-1, que se encarga de llevar el colesterol HDL (el ‘bueno’), que tiene efectos antiinflamatorios y protectores de la salud cardiovascular. Al calcular la razón entre apoB y apoA-1 se obtiene un indicador del riesgo a partir del equilibrio -o desequilibrio- entre las partículas de colesterol malo, que promueven la aterosclerosis, y el bueno, que protege de ese deterioro de las arterias.

En el estudio que ahora se conoce, los investigadores han examinado el vínculo entre enfermedad cardiovascular y valores de apoB/apoA-1 en más de 137.000 personas de ambos sexos de edades comprendidas entre los 24 y los 84 años. Se observó su evolución durante 30 años. En ese tiempo, 22.000 de ellos sufrieron algún tipo de crisis (episodio) cardiovascular. Los métodos de análisis resultaron simples, baratos y seguros, y no requieren que las personas acudan en ayunas a la extracción de sangre, algo que sí es necesario para medir los niveles de colesterol LDL y HDL. Usando los datos de una gran base nacional, llamada AMORIS, los expertos pudieron vincular los análisis de sangre con los registros de diagnóstico del país.

El desequilibrio indica riesgo

Göran Walldius, autor y profesor emérito de la Unidad de Epidemiología del Instituto Karolinska, ha explicado que, según estos resultados, cuanto más elevado es el resultado de dividir apoB y apoA-1, mayor es el riesgo de sufrir infarto de miocardio, ictus o necesitar una cirugía coronaria (en las arterias más próximas al corazón). Además, el estudio mostró que el riesgo es aún mayor si los niveles de apoA-1 son bajos.

En las personas con valores más altos en la relación entre las dos proteínas, el riesgo de padecer enfermedad cardiovascular severa era del 70%, y casi el triple del riesgo de padecer infarto de miocardio no mortal cuando se les comparaba con personas en los que el indicador era más bajo. Además, esos problemas de salud se presentaban a edades mucho más tempranas. El hallazgo era igual para hombres que para mujeres.