‘El milagro’ de la dieta mediterránea: reduce el riesgo de diabetes tipo 2
El 70% de los nuevos casos de diabetes tipo 2 se deben a una mala alimentación
La relación entre diabetes y enfermedad renal crónica
La diabetes tipo 2 es una enfermedad en la que los niveles de glucosa o azúcar en la sangre son demasiado altos. La glucosa es su principal fuente de energía. Proviene de los alimentos que consume. Una hormona llamada insulina ayuda a que la glucosa ingrese a las células para brindarles energía. Si tiene diabetes, su cuerpo no produce suficiente insulina o no la usa bien. Luego, la glucosa permanece en la sangre y no ingresa lo suficiente a las células.
Con el tiempo, tener demasiada glucosa en la sangre puede causar problemas de salud. Sin embargo, se pueden tomar medidas para controlar la diabetes y tratar de prevenir estos problemas de salud.
Los investigadores han desarrollado una novedosa forma de detectar si una persona sigue una dieta mediterránea mediante un análisis de sangre y, aplicando este método, han demostrado que esta dieta se asocia a un menor riesgo de diabetes tipo 2, según publican en la revista de acceso abierto ‘PLOS Medicine’.
Investigaciones anteriores han demostrado que las personas que declaran seguir una dieta mediterránea tienen un riesgo ligeramente menor de padecer diabetes de tipo 2, pero la subjetividad de la autoevaluación de la dieta mediterránea es un factor determinante, ya que hace que esa relación sea incierta.
Así, hasta ahora, la posible relación entre la dieta mediterránea y el riesgo de diabetes de tipo 2 no se había evaluado mediante indicadores biológicos objetivos -biomarcadores- del cumplimiento de la dieta.
Jakub Sobiecki, de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), y sus colegas desarrollaron un nuevo indicador de la dieta mediterránea basado en biomarcadores que incorpora los niveles de determinadas moléculas en sangre.
En primer lugar, los investigadores identificaron que los niveles en sangre de 24 ácidos grasos y 5 carotenoides podían aplicarse para predecir si los participantes de un ensayo clínico de 128 personas seguían una dieta mediterránea. Los niveles de estas moléculas en la sangre de una persona se utilizaron para calcular una puntuación de biomarcadores, que los investigadores utilizaron como medida del grado en que seguían una dieta mediterránea.
A continuación, los investigadores aplicaron la puntuación de biomarcadores en un estudio de 340.234 personas residentes en ocho países europeos, de las cuales 9.453 desarrollaron diabetes tipo 2 durante el seguimiento y se les midieron los biomarcadores pertinentes.
Al compararlos con 12.749 participantes que seguían sin padecer diabetes de tipo 2, los investigadores descubrieron que las personas cuya puntuación de biomarcadores indicaba una mayor adherencia a una dieta mediterránea tenían menos probabilidades de desarrollar diabetes de tipo 2.
A modo de comparación, los investigadores también pidieron a los participantes que informaran de su dieta. Comprobaron que el uso de la puntuación del biomarcador identificaba un vínculo más fuerte entre la dieta mediterránea y la reducción del riesgo de diabetes de tipo 2 que cuando se utilizaba el autoinforme. Este hallazgo sugiere que los estudios anteriores basados en autoinformes pueden haber subestimado la asociación.
Basándose en estos resultados, los investigadores sostienen que incluso una modesta mejora en el cumplimiento de la dieta mediterránea podría reducir significativamente la incidencia de la diabetes de tipo 2.
Sin embargo, también señalan que una mejora adicional en el cumplimiento de la dieta mediterránea podría reducir la incidencia de la diabetes de tipo 2, pero también advierten de que serán necesarias más investigaciones para confirmar y ampliar estos nuevos hallazgos, ya que actualmente se desconoce hasta qué punto la puntuación del biomarcador es específica de la dieta mediterránea.
La autora principal, la profesora Nita Forouhi, señala que la investigación, «que combina información procedente de un ensayo clínico dietético y un estudio de cohortes de gran tamaño para identificar y aplicar biomarcadores sanguíneos a un patrón dietético, es apasionante y debería estimular el desarrollo de métodos mejorados para estudiar las asociaciones entre dieta y enfermedad, que suelen estar limitadas por la dependencia del recuerdo subjetivo de la alimentación»
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