Los genomas del VIH que se esconden en los glóbulos blancos ofrecen una diana para eliminar la infección

VIH
El inyectable contra el VIH.

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Un estudio realizado a partir de muestras de sangre de hombres y mujeres con VIH en tratamiento supresor a largo plazo, un equipo dirigido por científicos del Johns Hopkins Medicine, en Estados Unidos, aporta nuevas pruebas de que uno de los reservorios estables de genomas del VIH puede encontrarse en unos glóbulos blancos circulantes denominados monocitos, según publican en la revista ‘Nature Microbiology’.

Los monocitos son células inmunitarias circulantes de corta vida precursoras de los macrófagos, células inmunitarias capaces de engullir y destruir virus, bacterias y otras células extrañas al huésped.

Para desarrollar tratamientos que algún día puedan librar por completo al organismo de la infección por VIH, los científicos llevan mucho tiempo tratando de identificar todos los lugares en los que el virus puede ocultar su código genético.

En el estudio, los científicos hallaron pruebas de que las muestras de sangre de personas con VIH sometidas a un tratamiento antirretroviral estándar de larga duración contenían monocitos que albergaban ADN estable del VIH capaz de infectar a las células vecinas.

Los investigadores afirman que estos hallazgos pueden dar una nueva orientación a los esfuerzos por mejorar las terapias y, con el tiempo, curar el VIH, que afecta a más de 34 millones de personas en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. Los fármacos antirretrovirales actuales pueden suprimir con éxito el VIH hasta niveles casi indetectables, pero no han conseguido la erradicación total del virus.

«No sabemos hasta qué punto son críticos estos monocitos y macrófagos para la erradicación del VIH, pero nuestros resultados sugieren que deberíamos seguir investigando para comprender su papel en esta enfermedad», afirma la doctora Janice Clements, profesora de patobiología molecular y comparada de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.

Los científicos saben desde hace tiempo que el VIH esconde su genoma con mayor frecuencia en un tipo de célula inmunitaria denominada célula T CD4+. Estos escondites se conocen como reservorios.

«Para erradicar el VIH, el objetivo es encontrar biomarcadores de las células que albergan el genoma del VIH y eliminarlas», explica la doctora Rebecca Veenhuis, profesora adjunta de Patobiología Molecular y Comparada de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.

Para seguir estudiando el papel de los monocitos y macrófagos en la sangre circulante como reservorios del VIH, el equipo de científicos dirigido por Johns Hopkins obtuvo muestras de sangre entre 2018 y 2022 de 10 hombres con VIH, todos ellos tomando medicamentos antirretrovirales estándar a largo plazo.

Los investigadores extrajeron células sanguíneas de las muestras y cultivaron las células en el laboratorio. Normalmente, los monocitos se transforman muy rápidamente -en unos tres días- en macrófagos, produciendo macrófagos derivados de monocitos.

Los 10 hombres presentaban ADN del VIH detectable en sus monocitos convertidos en macrófagos, pero a niveles 10 veces inferiores a los encontrados en las células T CD4+ de los hombres, el reservorio del VIH bien establecido.

En la siguiente fase de la investigación, para determinar si los genomas del VIH estaban presentes en los monocitos antes de la diferenciación de los macrófagos, el equipo utilizó un ensayo experimental para detectar genomas intactos del VIH en los monocitos. El ensayo se basó en otro desarrollado en 2019 por el doctor Robert Siliciano, también científico de Johns Hopkins, para detectar el genoma del VIH en células T CD4+.

Los científicos, incluida la investigadora asociada Celina Abreu, utilizaron el ensayo en muestras de sangre tomadas de otro grupo de 30 personas (ocho hombres del primer grupo y 22 participantes femeninas) con VIH, también tratadas con terapia antirretroviral estándar. Los investigadores hallaron ADN del VIH en los linfocitos T CD4+ y en los monocitos de los 30 participantes.

Los científicos también pudieron aislar el VIH producido por monocitos infectados de la mitad de los participantes en la investigación. El virus extraído de estas células era capaz de infectar a los linfocitos T CD4+.

A tres de los participantes se les examinó la sangre varias veces a lo largo de los cuatro años que duró el estudio y, en todas las ocasiones, los científicos encontraron ADN del VIH y virus infecciosos producidos por sus macrófagos derivados de monocitos. «Estos resultados sugieren que los monocitos pueden ser un reservorio estable del VIH», afirma Clements.

En futuras investigaciones, el equipo de Johns Hopkins tiene previsto determinar con precisión el subconjunto de monocitos que albergan ADN del VIH y el origen de estas células infectadas.

 

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