Sugestión curativa

El efecto placebo: ¿cómo influyen nuestras expectativas en la salud?

Una de las teorías es que tener expectativas positivas permite afrontar mejor las situaciones estresantes

La forma en que somos tratados en la consulta, la comodidad o la positividad de los mensajes, es tan importante como el fármaco

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Efecto placebo
El efecto placebo: ¿cómo influyen nuestras expectativas en la salud?

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Algunos estudios muestran que los rasgos de personalidad como el optimismo y el pesimismo pueden afectar muchas áreas de la salud y el bienestar, así lo afirman en la Clínica Mayo, aunque matizan que no está claro por qué las personas que mantienen ese pensamiento positivo experimentan beneficios para la salud. Una de las teorías es que tener expectativas positivas permite afrontar mejor las situaciones estresantes, lo que reduce los efectos nocivos para la salud del estrés en tu cuerpo.

Nuestras convicciones y creencias pueden influir en nuestras expectativas y ayudar a curarnos. De hecho, el efecto placebo dependerá de la expectativa de curación y de la confianza en el médico o el tratamiento. Se han realizado varias investigaciones psicológicas para ver cómo reacciona el cuerpo en relación al cerebro cuando se administran sustancias inocuas. A través de diversos estudios, se ha comprobado que los circuitos de dolor y la secreción de opioides se modifican realmente ante la expectativa del placebo. El placebo no cura la enfermedad primaria real, sino que sirve fundamentalmente para aliviar los síntomas superficiales.

Los estudios llevados a cabo por el Dr. Tor D. Wager de la Universidad de Colorado, demostraron que, un paciente que tomó un placebo presentado como un analgésico, tuvo un aumento considerable de la secreción de opioides endógenos, que, además, resultaron más efectivos. Los pacientes llegan a experimentar una mejoría de los síntomas tomando una sustancia inocua, de modo que es la mente la encargada de convencer al organismo de esos efectos positivos del medicamento, que son inexistentes. Wager, además, confirmaba así, otros trabajos que demostraban cómo el placebo podía mejorar la enfermedad de Parkinson.

Otras investigaciones, como las de Philippe Goffaux sobre el dolor articular, comprobaron que el placebo actuaba desde el cerebro sobre la médula espinal haciendo que se modificase la transmisión neuronal del dolor disminuyéndolo. También comprobaron que la expectativa de que sí que habrá dolor anulaba el efecto de los fármacos analgésicos porque disminuía la actividad de las vías inhibidoras desde el tálamo hasta la médula.

La confianza como motor de la mejoría

No sólo importan las creencias, también la confianza en el tratamiento o la reputación del doctor influye en la curación, todo influye a la hora de generar expectativas positivas. El divulgador científico y matemático David Robson está especializado en la relación del cerebro, el cuerpo y el comportamiento humano y en su libro ‘El poder de las expectativas’ explica cómo nuestros pensamientos son capaces de influir en nuestra salud, estado físico y felicidad. Sugiere que las expectativas dan forma a nuestras experiencias.

La forma en que somos tratados en la consulta, la comodidad, la positividad de los mensajes, la exploración, etc. es tan importante como el fármaco o la terapia a recibir e influenciará en nuestra experiencia final. Lo mismo ocurre cuando se participa en algún ensayo clínico. Para confiar es el mismo, se busca la información disponible en Internet, se valoran los posibles efectos secundarios esperados, la vía de administración, la complejidad del tratamiento… y cuando se está plenamente convencido, es cuando se decide participar. Por eso uno de los usos más frecuentes del placebo es en los ensayos clínicos. Todos los pacientes están convencidos y creen que el tratamiento les va a hacer mejorar.

Para llevar a cabo un estudio clínico, una parte de los pacientes toma el medicamento que se está probando y otra parte el placebo. Los dos medicamentos tienen la misma apariencia, y ni los médicos ni los pacientes, saben cuál se administra (doble ciego). Al finalizar el ensayo y comparar los resultados, se determina si el medicamento tiene una actividad superior al placebo o no. En caso afirmativo, se continúa la investigación y en caso de que no haya diferencias significativas, se cierra.

La confianza también es un factor determinante en las personas hipocondríacas. En algunos casos, el placebo se utiliza con fines terapéuticos por sí mismo para ayudar a estos pacientes siempre que se cumplan tres condiciones básicas: no es posible recurrir a un tratamiento farmacológico eficaz, se considera que puede ser útil para el desarrollo de una psicoterapia en el enfermo y previamente, se ha descartado la posibilidad de que exista alguna enfermedad real.

El vendaje neuromuscular o Kinesio Taping se ha puesto muy de moda entre los pacientes que acuden a consultas de fisioterapia o masajes musculares. Un estudio llevado a cabo por la Universidad Complutense apunta a que este vendaje neuromuscular podría ser una forma de efecto placebo. La técnica consiste en la aplicación de unas tiras adhesivas que se adaptan al músculo y cuya textura y elasticidad proporcionan estabilidad sin restringir la movilidad. Sirve para tratar lesiones musculares, articulares, neurológicas y ligamentosas. Este procedimiento, cuenta con buena aceptación por parte de los pacientes, es indoloro, no agresivo, barato y fácil de aplicar pero cuya eficacia se pone en duda en esta investigación. Los investigadores aplicaron a algunos pacientes cintas normales en las lesiones y a otros Kinesio Taping. Los datos demostraron que los pacientes declararon prácticamente la misma mejoría.

Cirugías placebo

En algunos países se han llevado a cabo estudios sobre las «cirugías placebo» que son un tipo de intervención quirúrgica en las que la operación es totalmente simulada. El procedimiento es el mismo que una intervención. Se realiza en un quirófano y se lleva a cabo la sedación y la cicatriz posterior para que el paciente crea que es real. El objetivo es que la persona crea que ha sido sometida a una operación. Esta práctica es muy controvertida ya que por una simple cuestión de ética no siempre se puede realizar un tratamiento ficticio a una persona, privandolo de la intervención real, para comprobar la eficacia de la misma.

Uno de los casos más sorprendentes tuvo lugar en el año 2016, cuando un equipo de la Universidad de Florida capitaneado por el Dr. Michael Okun diseñó una intervención para tratar a un paciente que sufría de Parkinson. Se trataba de la implantación de un pequeño cable para transmitir impulsos eléctricos a una zona concreta del cerebro. Los médicos sabían perfectamente que la aplicación de este cable era irrelevante en términos físicos para tratar la enfermedad de Parkinson, pero hicieron creer al paciente lo contrario. Esta cirugía placebo fue todo un éxito y el paciente notó la mejoría rápidamente ya que mostraba una visible reducción en sus temblores corporales. La sugestión del operado fue tan poderosa que al estar convencido de que iba mejorar después de la operación, mejoró visiblemente.

Para estudiar el efecto placebo de las operaciones falsas, un grupo de investigadores del Imperial College London llevaron a cabo un experimento en pacientes cardíacos, presentado en la revista The Lancet. Los médicos reclutaron a 200 personas con isquemia cardíaca (su corazón no recibía suficiente sangre y oxígeno). A 105 de ellos los sometieron a una intervención coronaria que consistía en introducir un catéter con un pequeño globo inflable en la punta a través de una arteria y dirigirlo al corazón. El globo se inflaba en la zona con dificultades de flujo, dilataba la arteria y aumentaba el flujo sanguíneo. Al resto de pacientes, no se les practicó la operación pero se simuló llevarla a cabo. Al evaluar los resultados de los dos grupos, los médicos constataron que no hubo diferencias en cómo se sintieron los pacientes después de seis semanas. Concluyeron que fingir operar a este tipo de pacientes puede provocar el mismo nivel de alivio de los síntomas que en aquellos sometidos al procedimiento real.

En la revista Scientific American se publicó un artículo en el que se analizaron 79 estudios sobre prevención de la migraña y el efecto placebo. El resultado fue sorprendente. Las píldoras placebo funcionaron en un 22% de los casos, la acupuntura falsa tuvo efecto positivo en el 38% de los pacientes y las falsas cirugías en el 58%.

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