¿Cómo podemos calcular la edad de nuestro corazón?
La edad de nuestro corazón puede diferir de la edad real que tenemos
A veces, las apariencias engañan. Y si no que se lo digan al corazón. Bien es sabido por todos que este es el órgano más importante del cuerpo y núcleo central del sistema circulatorio, responsable de distribuir la sangre por todo el organismo. Por estos y otros muchos motivos, su salud debe ser una de nuestras máximas prioridades.
Lamentablemente, es habitual pecar de confiados. Nuestro estado físico nada tiene que ver con el de nuestro corazón. Al igual que la edad o el rendimiento. Una persona puede entrar en la treintena y tener un corazón similar al de un adulto de 50 años. Esta situación es consecuencia de los hábitos y el estilo de vida del individuo. Es decir, si come correctamente, hace ejercicio, tiene episodios de estrés o consume alcohol y tabaco.
Un estudio publicado por la American Council Science and Health de Estados Unidos determina que tres de cada cuatro adultos posee un corazón mayor que la edad cronológica que ellos tienen. Una longevidad que se puede evaluar gracias a una calculadora de riesgo cardiovascular creada en 2014.
Descubre la edad de tu corazón
Esta aplicación está disponible online y de manera totalmente gratuita. Solo tienes que indicar tu edad actual, el sexo, tu presión arterial habitual, el índice de masa corporal y tu relación con factores de riesgo como la diabetes, el tabaquismo o la presión arterial. Los resultados de la prueba pueden ayudar al paciente a prevenir la llegada de enfermedades cardiovasculares o a cambiar ciertos hábitos de conducta que afectan al estado de su corazón.
Y es que, aunque normalmente pasen desapercibidas, este tipo de afecciones son la causa de fallecimiento más importante a nivel mundial. Especialmente en casos de cardiopatía isquémica e insuficiencia cardíaca. Su peligrosidad radica en el silencio de sus síntomas y el carácter súbito de su aparición. De ahí que la prevención sea un aspecto importante a la hora de abordar a tiempo el tratamiento. Esto se consigue, por ejemplo, reduciendo el consumo de sal y azúcar, evitando el estrés, controlando el colesterol y, sobre todo, acudiendo anualmente a la consulta del médico.
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