Dr. Enrique Crespo: «Me aficioné a los toros a través de la cirugía taurina»
Aunque nació en Madrid en 1957, proviene de una familia zamorana con una larga tradición en la medicina y la cirugía taurina
"En la Enfermería, he llamado en ocasiones al sacerdote de la plaza para que (matador y dos toreros) recibieran la extremaunción… Y se salvaron"
El Dr. Enrique Crespo Rubio es especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología, con más de 35 años de experiencia. Actualmente, ejerce como traumatólogo en el Hospital Quirón Ruber Juan Bravo 39 de Madrid y colabora con la Clínica El Real, en Soto del Real (Madrid). La herencia familiar fue decisiva para que este madrileño se dedicase a la Cirugía Taurina. Ha sido Vicepresidente de la Sociedad Española de Cirugía Taurina para la zona de Madrid (SECT) y actualmente ocupa el cargo de Secretario.
El doctor Crespo es cirujano jefe de las enfermerías de varias plazas de toros en España (Zamora, Huesca, Ciudad Rodrigo (Salamanca), Illescas (Toledo) y de las localidades madrileñas de Aranjuez, Colmenar Viejo o San Martín de Valdeiglesias) y ha sido organizador de diversos congresos nacionales e internacionales, además de participar como docente en múltiples cursos de formación en esta especialidad.
Aunque nacido en Madrid en 1957, proviene de una familia zamorana con una larga tradición en la medicina y la cirugía taurina. En esta entrevista a OKSALUD nos cuenta que su bisabuelo, Antonio Crespo Carro, fue el primer cirujano de la plaza de toros de Zamora, seguido por su hijo Dacio Crespo Álvarez, quien estuvo al frente de esa enfermería durante cuarenta años. Su padre, Antonio Crespo Neches, también fue un destacado cirujano taurino. De hecho, se considera zamorano de corazón y ha mantenido un fuerte vínculo con Zamora a lo largo de su vida, siendo galardonado con el premio ‘Embajador de Zamora’ en 2015 por la Diputación Provincial.
PREGUNTA.- ¿Por qué decidió estudiar Medicina?
RESPUESTA.- Con seguridad por la tradición familiar, lo que me llevó a vivirla, y practicarla, desde antes de empezar a estudiar.
P.- ¿Y especializarse en Cirugía Ortopédica?
R.- Inicialmente me orientaron hacia la Cirugía General, más de 2 años practicándola, pero durante este tiempo, en el Hospital de La Princesa, seguía ayudando a operar con mi padre lesiones y traumatismos osteoarticulares y veía cómo se resolvían favorablemente. Hubo una circunstancia que me empujó a la Traumatología: un lunes ingresó una mujer de 35 años, diagnosticada de linfoma gástrico en el Servicio de Cirugía General y Digestiva; entró al Hospital convencida de que se curaría; lamentablemente, falleció a los 10 días. Aquello me hizo inclinarme a la Traumatología, pues rara vez fallecían estos pacientes. Seguramente, lo hice para obviar momentos como aquel y evitar ver el dolor de familiares. Quizá entonces, no tenía tan asumida la muerte de un enfermo.
P.- ¿Qué le ocupa el tiempo laboral en la actualidad? ¿Y personal y familiar?
R.- Mi trabajo en el Hospital Quirón Rúber y en las plazas de toros.
Con mi familia, en mi casa y fuera de ella, procuro estar el mayor tiempo posible que me dejan mis quehaceres profesionales; no tengo muchas aficiones, seguramente la caza, que practico acompañado de familia y amigos, y viajar.
P.- De casta le viene al galgo… ¿Y su herencia taurina? ¿Cómo llegó a la cirugía taurina?
R.- Uno de mis bisabuelos fue uno de los fundadores de la Unión de Criadores de Toros de Lidia y otro fue el primer cirujano jefe de la plaza de toros de Zamora. Mi abuelo le sucedió en el cargo. Con mi padre, Antonio Crespo-Neches, atendí en Toledo la primera cornada a un banderillero en 1982 siendo estudiante de Medicina.
P.- Así es que se hizo aficionado a los toros en la mejor escuela…
R.- Yo me hice ‘aficionado’ a los toros a través de la Cirugía Taurina y no al contrario, como sucede la mayoría de las veces; si bien desde el Burladero de Médicos no se disfruta de la fiesta de los toros en tantas ocasiones, yo tengo la suerte de hacerlo y de compartir inquietudes y triunfos con los toreros en el callejón, y eso es muy gratificante para un cirujano de plazas de toros.
P.- ¿Cuál es su pasión como médico?
R.- Aliviar, curar e incluso salvar a quien lo necesite
P.- ¿Cuál ha sido su peor ‘faena’?
R.- Aquellas en las plazas de toros donde no pudimos salvar al hombre herido, aunque sus lesiones y heridas fueran mortales.
P.- Y en las mejores pone a Dios como quien ha obrado tras sus rezos… Un joven matador y dos toreros que incluso recibieron la Extremaunción en la enfermería…
R.- Sí, en la Enfermería he llamado en ocasiones al sacerdote de la plaza para que recibieran la Extremaunción… Y se salvaron.
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