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Informe del Observatorio Español de Drogas y Adicciones

Disminuye el abuso de drogas entre los jóvenes, pero aumenta el de pantallas

Los pediatras de Atención Primaria, fundamentales en la prevención y tratamiento de adicciones en esta población

La detección temprana puede evitar conductas adictivas a medio plazo

Cómo gestionar el uso de pantallas y tablets en los niños

Los más jóvenes son especialmente vulnerables en cuanto al riesgo de desarrollar un uso compulsivo de internet, según el último informe del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. El mismo documento asegura que el consumo de sustancias se ha reducido en este grupo de edad por efecto de las restricciones relacionadas con la pandemia. Los expertos advierten que, al relajarse las medidas para contener la infección la tendencia, esta tendencia podría invertirse. Son algunas de las conclusiones del último congreso de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap).

El psiquiatra Antonio Terán explica que la adolescencia es una etapa vital muy sensible a los efectos neurotóxicos de las drogas, en la que el consumo puede tener graves consecuencias para la salud: «No existen drogas blandas y drogas duras, todas las sustancias tienen un efecto tóxico, sobre todo, en un momento trascendental en la transición de niños a adultos, cuando su cerebro está en pleno proceso madurativo».

La consideración de que el cerebro adolescente es un órgano aún inmaduro es un hallazgo relativamente reciente. Los expertos indican que las evidencias sobre el neurodesarrollo ofrecen una nueva visión sobre por qué los adolescentes asumen ciertos riesgos, incluyendo el consumo de alcohol y otras sustancias dañinas. El proceso de desarrollo del cerebro adolescente también puede ayudar a diseñar estrategias preventivas, y explicaría lo importante que es tomar medidas a tiempo, ya que las conductas adictivas durante este importante periodo también definen la conducta en etapas posteriores de la vida.

El Dr. Terán matiza que en esta etapa no se puede hablar de adicción, pero sí de un desajuste que puede acabar en adicción a medio plazo si no se aborda de forma correcta: «Lo más importante es prevenir y detectar a tiempo los signos y síntomas del consumo de drogas en el menor».

El papel del pediatra tanto de Atención Primaria como de Urgencias es de especial relevancia: «Son la puerta de entrada de la asistencia sanitaria, los que inician el proceso diagnóstico y valoran la existencia de factores de riesgo».

Una adicción sin diagnóstico

«La adicción a pantallas no existe como diagnóstico médico. El término más usado es conductas adictivas en internet, al ser un conjunto de conductas diferentes entre sí, con diferente poder adictivo: apuestas online, pornografía, trastorno por uso de videojuegos o compras compulsivas, entre otros», apunta María A. Salmerón, Pediatra de la Unidad de Medicina de la Adolescencia del Hospital Ruber Internacional, que ha impartido un taller sobre adicción a pantallas durante el encuentro científico.

El diagnóstico de conducta adictiva a Internet no está reconocido en la comunidad científica, pero se ve en las consultas, y no es exclusivo de un grupo de edad, añade.

Esta utilización excesiva influye en la salud y la funcionalidad de los niños y adolescentes, pero lo hace de diferente forma según su edad. Salmerón afirma que «en los menores de dos años, ese ‘sobreuso’ afecta al apego y el vínculo, al aprendizaje del manejo de la frustración, a su desarrollo psicomotor y el desarrollo del lenguaje», entre otras cuestiones. En los mayores de dos años, puede derivar en problemas de obesidad, ciberacoso, trastornos del sueño, disminución del rendimiento académico o incluso llegando a una adicción.

Para hablar de una conducta adictiva -matiza- pasar mucho tiempo en las pantallas no es suficiente, es necesario la existencia de psicopatología: tolerancia, síndrome de abstinencia, pérdida de control, ocultación y abandono de actividades esenciales para el niño.

Los factores protectores más extendidos son: el apego seguro, el estilo educativo democrático, el diálogo y la comunicación en las familias, las actividades deportivas de equipo, el contacto con la naturaleza , la educación emocional y en valores, o la satisfacción por la vida escolar y la lectura, asegura.