Cirugía de las cuerdas vocales: un procedimiento para conservar la voz
Entre los trastornos más comunes de la voz están los pólipos, la afonía y la disfonía, que sufren 1 de cada 13 personas, y cuya causa puede ser física, pero también psicológica
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La voz es una herramienta esencial, a la que a menudo no le prestamos la atención que merece. La voz nos permite comunicarnos, expresar emociones, pensamientos y; en definitiva, relacionarnos entre nosotros. En la producción de la voz entran en juego la laringe y las cuerdas vocales, pero también la boca y la nariz, cuyas estructuras internas otorgan un tono, timbre y sonoridad único a cada persona.
Cuidar la garganta es primordial para cuidar nuestra voz, por eso es muy común encontrar patologías asociadas a ella en personas cuya profesión está ligada a un uso prolongado y forzado de la voz, como pueden ser locutores, actores o cantantes. Entre los trastornos más comunes están los pólipos o nódulos, la afonía y la disfonía, que se calcula sufren 1 de cada 13 personas, y cuya causa puede ser física, pero también psicológica.
Problemas más comunes de las cuerdas vocales
La voz puede experimentar alteraciones que comprometan su calidad y funcionalidad. A menudo, según explica la Dra. Isabel García López, especialista en Otorrinolaringología y en patologías de la laringe y de la voz del Hospital Ruber Internacional, «estas afecciones no responden a tratamientos convencionales, por lo que se opta por llevar a cabo una cirugía de las cuerdas vocales, también conocida como cirugía de la voz, que puede ser la clave para recuperarla».
Entre las principales afecciones se encuentran lesiones benignas, como los nódulos, pólipos y quistes, «crecimientos anormales que aparecen en las cuerdas vocales por un uso excesivo o inadecuado de la voz, y que afectan la vibración de las cuerdas vocales y, con ello, a la calidad del sonido», añade la especialista. Lesiones comúnmente asociadas a profesionales como profesores o cantantes y que en ocasiones requieren de intervención quirúrgica.
Otra lesión habitual es la parálisis de las cuerdas vocales que puede ser unilateral: cuando una sola cuerda vocal no se mueve, generando una voz débil e incluso problemas para tragar; o bilateral: cuando se ve comprometida también la respiración, «lo que hace necesaria una cirugía para mejorar tanto la fonación como la función respiratoria», incide la Dra. García López.
Algunas enfermedades que también pueden llegar a necesitar de cirugía para evitar daños serios en las cuerdas vocales son algunas afecciones inflamatorias como el reflujo gastroesofágico o la laringitis crónica, y el cáncer de laringe, que puede llegar a presentarse, advierte la doctora, «como una ronquera que no mejora y que suele necesitar de un procedimiento quirúrgico para preservar, en lo posible, la capacidad vocal del paciente».
¿Cómo se diagnostica una afección en la voz?
Para poder diagnosticar la causa de una lesión en las cuerdas vocales es fundamental realizar un diagnóstico preciso que incluye diferentes pruebas que combinan observación clínica, análisis técnico y, en casos específicos, exploraciones quirúrgicas.
En primer lugar, el especialista evalúa la calidad de voz del paciente con un análisis acústico de la voz, una técnica que utiliza programas informáticos para obtener datos objetivos y que según explica la Dra. García López, «mide aspectos como el tono, la estabilidad de las vibraciones y el volumen, ayudando a detectar alteraciones que no siempre son evidentes a simple oído».
Otra de las pruebas es la endoscopia laríngea, que permite observar directamente las cuerdas vocales y la laringe mediante un tubo con cámara introducido por la nariz o la boca. «Esta prueba evalúa el movimiento y la vibración de las cuerdas vocales, así como la presencia de lesiones o inflamación; y proporciona, en la mayoría de los casos, el diagnóstico definitivo», destaca la especialista.
Otras pruebas que pueden llevarse a cabo para diagnosticar correctamente son la estroboscopia, una técnica que permite observar con detalle la vibración de las cuerdas vocales, capaz de detectar lesiones que, de otro modo, pasarían desapercibidas, la electromiografía laríngea que mide la actividad eléctrica de los músculos de la laringe y evaluar su función neuromuscular, esencial para diagnosticar parálisis o distonías de las cuerdas vocales.
En casos de sospecha de cáncer o lesiones complejas, añade la doctora, «puede ser necesaria una exploración quirúrgica en el quirófano para poder observar la laringe bajo anestesia, realizar biopsias y llegar a un diagnóstico definitivo».
Cirugía para salvar la voz
En algunas enfermedades de las cuerdas vocales, el tratamiento necesario para corregir esa lesión es una cirugía que permita curar por completo, o mejorar la voz. Entre las técnicas más habituales de cirugía de este tipo, destacan la cirugía por vía externa, que requiere una incisión en el cuello, necesaria en casos más graves, como tumores grandes o parálisis bilateral; y la cirugía endolaringea un procedimiento mínimamente invasivo, conocido también como microcirugía laríngea.
Esta última técnica es la más común, se realiza introduciendo un tubo rígido por la boca (laringoscopio) que permite acceder directamente y con precisión microscópica a las cuerdas vocales sin necesidad de realizar incisiones externas. «El cirujano puede observar las cuerdas vocales en detalle, identificando exactamente dónde se encuentran las lesiones, gracias al microscopio, y realizar cortes extremadamente precisos, minimizando el daño en los tejidos sanos y reduciendo el riesgo de sangrado, gracias al láser quirúrgico», explica el Dr. Jorge Alfaro, jefe del servicio de Otorrinolaringología del Hospital Quirónsalud Zaragoza.
Una cirugía altamente efectiva que suele durar entre 30-90 minutos, que no deja cicatrices y que tiene una recuperación relativamente rápida para el paciente, del que depende en gran medida el éxito del procedimiento. El seguimiento postoperatorio, incluye reposo vocal y rehabilitación con un logopeda, para asegurar la completa recuperación de la función vocal.
«Ambas son fundamentales para garantizar una buena recuperación, evitar complicaciones y permitir una cicatrización adecuada», advierte el especialista. Es necesario que el paciente guarde reposo y evite hablar durante los primeros dos/tres días, y que después guarde un reposo relativo, en el que puede empezar a hablar, pero evitando siempre gritar o cantar.