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OÍDO DE NADADOR

El 95% de las otitis externas pueden derivar en problemas auditivos graves

El 84% de los casos se producen en esta época

Conocida como "oído de nadador", es uno de los motivos más frecuente de consulta médica en verano

La otitis externa aguda (OEA, también conocida como «oído de nadador») es una infección del oído externo, que es la parte de los conductos auditivos que va desde el tímpano hasta la parte externa de la cabeza. Según advierte la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC), es muy frecuente en los niños, sobre todo entre los 7 y los 14 años (cuyos conductos auditivos son más pequeños y favorecen que el agua permanezca en ellos) y el 84% de los casos se producen en verano.

Normalmente los gérmenes del género pseudomas aeruginosa están detrás de la infección. Otros posibles «culpables» son estreptococo, S. epidermidis, enterobacter aerogenos y hongos.

El tratamiento suele administrarse con gotas en los oídos. Es importante comenzar lo antes posible para evitar complicaciones y secuelas.

Según explica Alejandro Harguindey, coordinador del Servicio de ORL (otorrinolaringología) de HM Hospitales y director médico del Instituto de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello de Madrid – IOM, «esta afección es más común en personas que tienen un mayor contacto con el agua, como niños y nadadores, o que tienen dermatitis (como eccemas o psoriasis). Además, es especialmente importante extremar las precauciones en personas con algún déficit inmunitario, enfermedades sistémicas crónicas o en los adultos mayores».

Los síntomas

En los casos leves, la piel interna del oído se muestra rojiza y el paciente nota cierto dolor, que puede ir acompañado de la aparición de un líquido claro. El dolor puede presentarse al masticar o bostezar. Es muy característico el «signo del trago positivo», es decir, que al tocar el trago (el cartílago delante del conducto auditivo externo) el dolor aumente, especialmente si va acompañado de otorrea (supuración) o, más raramente, fiebre.

En los casos más graves, las molestias en el oído son más agudas, la zona rojiza intensifica su color y se puede producir una ligera pérdida auditiva. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud, el 60% de las pérdidas auditivas que pueden sufrir los niños a raíz de dichas complicaciones, son evitables si se llevan a cabo buenas prácticas.

¿Cómo prevenirla?

1. Usar tapones o gorro de baño en piscinas o playas.
2. Sacudir levemente la cabeza a ambos lados para facilitar la expulsión del agua.
3. Tirar suavemente del lóbulo manteniendo la cabeza ladeada.
4. Secar bien los oídos, ya sea con una toalla o con un secador de pelo a baja potencia.
5. Evitar baños en aguas estancadas o sin depurar, puesto que son lugares donde proliferan las bacterias.
6. No utilizar los dedos, toallas, bastoncillos ni otros objetos punzantes para limpiar el interior del oído (elimina la capa de cera que protege el conducto)
7. En caso de tener dermatitis, mantener la hidratación con aceites y cremas tanto del conducto auditivo como del pabellón auricular.

Ante cualquier síntoma de infección, se debe acudir a un especialista que recomiende el tratamiento que mejor se adapte a cada caso.